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FanFic CROSSOVER xxxHolic

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NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):

Los personajes que aparezcan de xxxHolic o CCS no son mios, son creación exclusiva de CLAMP

Los personajes que aparezcan de Slayers son creación exclusiva de Hajime Kanzaka

El resto sí puede que sean mios excepto Fei Wang LOL

Contada en primera persona ^^

Espero que os guste. Probablemente muchas cosas os costarán de entender pero eso es porque es un crossover. De todas maneras está contado desde el punto de vista de Yuuko, Clow y posteriormente Watanuki también, con que tranquilos ^^


"El destino mezcla las cartas, y nosotros las jugamos." Arthur Schopenhauer - Filósofo alemán.


FanFic Crossover

CLAMP - Welcome To Hell


Áquel que cruza las realidades


Era un día soleado, los fuertes rayos de sol que se filtraban por las ventanas de la pequeña pero agradable habitación así me lo indicaban hiriendo mis sensibles ojos, entrecerrados trás la mano posada delante como única protección. Incorporandome reuní fuerzas para levantarme y comenzar el que sería el día más afortunado de mi corta estancia en esa realidad. La anciana que me había acogido y cedido un dormitorio en el que pasar la noche, me sonreiría sentada en la parte que daba a su pequeño jardín dirigiendo sus rasgados y pequeños ojos hacía mí. Como me hubiese gustado hacerle saber cúan agradecido le estaba con palabras pero inclinandome un poco, fue el silencioso modo en que le mostré mi agradecimiento vestido y recien desayunado.


Mi joven guardián todavía bostezaría con ojos cansados al rato de salir de la humilde vivienda. Si la información recopilada en otras realidades coincidía auque sólo fuese un poquito, podría encontrar la tienda de deseos por mí mismo. ¡Me moría de ganas de descubrir como sería la Yuuko Ichihara de esa realidad! Antes de guardar mi cuaderno de notas, realizado por mí mismo y rellenado de hojas a cada dos por tres, me deleitaría observando el dibujo que esa Yuuko me permitió hacer.


-¿Ya estás otra vez embobado con tus notas? -Preguntaría burlón el joven dragón con mirada cada vez más espabilada. Su piel era ligeramente morena y sus cabellos se removían cayendo por todos lados sobre su frente, dueños de un color bastante genuino, un oscuro agrisado que al ser tocado por los rayos del sol parecía adquirir suaves destellos verdosos. Era increible la fluidez que fue cogiendo al poco de enseñarle mi lengua. Avergonzado cerraría el cuaderno de dura encuadernación y repliqué:


-¡N-No estaba embobado! -


Lo que provocó que mi joven compañero riese. ¡Qué pícaro era! Metiendo mi más preciada guia en la gastada y simplona bolsa de viaje que obtuve en otra realidad, emprendí la marcha nuevamente. El lugar apenas había variado, lo que me agradó mucho pero en caso de haberlo hecho, sólo tenía que mantener vivo mi deseo y tarde o temprano, casi como por arte de magía, la tienda me encontraría a mí. Cerré mientras me frotaba las sienes, esa clase de magia era extravagante para mí, eso, claro, era debido a que en mi humilde introducción y adiestramiento en ella sólo había aprendido algo de magía elemental y blanca. El resto fueron asombrosos descubrimientos a partir del estudio de la Cábala. Fuí rescatado y educado por un mistico judío, no es de extrañar. Fragmentos de una vida difícil de relatar. Una serie de agudos grititos me harían retornar a la realidad, a esa realidad. Al abrir los ojos y girar la cabeza hacía el lugar del cúal dedujé llegaban los insistentes grititos, en la entrada de lo que parecía una antigua edificación muy oriental, con tejado de tejas descendentes y una gran puerta excesivamente ornamenta, estaban dos niñitas alzando sus manos invitandome a entrar a gritos.


-¿Moro y Maru? -Pensé en voz alta caminando hacía ellas, señalandolas con un dedo, flexionando mi brazo derecho un poco. Ambas niñas asintieron enérgicas mostrando grandes sonrisas. -¡No me lo puedo creer! Entonces eso significa que estoy frente a la tienda de los deseos. -Añadí entusiasmado. Ellas volverían a asentir sonrientes antes de agarrarme del brazo para llevarme al interior velozmente. Mi guardián se vió obligado a correr trás nosotros antes de que la gran puerta se cerrase como empujada por una rafaga de viento.


En mitad de un pasillo que al levantar la vista se me antojaba interminable, todo él realizado en madera bien lisa, fuí liberado, quedandome de pie a la espera de que esas dos niñitas rebosantes de vitalidad le comunicaran a su ama mi llegada. Observando cada pequeño detalle que las puertas, paredes o techo pudiese poseer, me alegró mucho confirmar que el lugar era identico al de la otra realidad. El joven dragón que había accedido a ser mi guardián recobraba la respiración despacio apoyando sus manos sobre sus rodillas levemente inclinado hacía delante. Sus ojos eran de un tono tán luminoso que me recordaban a dos pequeñas esferas de oro fundido en vez de a dos esferas color miel. Ojos dignos de un Dragón dorado como áquel llamado Milgazia. Al rato los grititos de las niñas invadirían el tranquilo silencio junto a sus estrepitosas zancadas pero en el momento en que mis claros ojos atisbaron detrás de ellas a la denominada Bruja de las Dimensiones, todo excepto ella carecería de interés. Sus ojos estaban cerrados y sus labios muy fruncidos al igual que su ceño bajo su larga serie de sedosos y negros mechones de cabello. No daba la impresión de estar muy encantada con la noticia de mi presencia pero al abrir los ojos, su expresión de fastidio cambió al instante. Abriendo sus ojos de tál manera que mi compañero arqueandose, estalló en carcajadas.


-¿Es Ud Yuuko Ichihara? -Me atreví a preguntarle, todo lo educadamente posible, cubriendo la boca al joven dragón. Quizás ésta Yuuko no se tomase igual de bien la espontaniedad de Valgaav. Mi corazón latía con fuerza, deseoso de coroborar lo que debía ser más que obvio.


-Eso depende de quien lo quiera saber. -Me respondería al cabo de un rato, como si no hubiese pasado nada especial o como si hubiese olvidado lo que la hubiese sorprendido anteriormente de mí. Con chuleria, alzando una ceja y apoyando un brazo contra la pared mientras su cabeza se ladeaba ligeramente sobre la palma de su mano izquierda y colocando la otra sobre la cadera cúal diva, añadiría. -Lo que significa que antes deberas hacerme saber tu nombre. -


Las niñas se llevarían las manos a la boca, conocedoras de las intenciones de su ama, con sonrisas pícaras y miradas furtivas. Antes de tirarme de cabeza al rio, arrugando la frente medité su solicitud. Si era similar pero más maliciosa que la otra Yuuko, ella sólo querría conocer mi nombre por alguna razón más allá de la curiosidad pero como sería maleducado por mí parte no hacerselo saber, acabé por darle uno de los nombres que recordaba haber poseido, tanto tiempo atrás. La impaciencia empezaba a hacer estragos en su delicado y hermoso rostro de blanquecina piel.


-Soy el señor Joseph Goldman. -Anuncié exhibiendo una sonrisa con la que aplacar su temperamento. Con mucho esfuerzo, lo admito, a causa de los nervios. -Y éste es mi guardián, Valgaav. -Agregaré señalandoles a Valgaav con una mano extendida hacía su dirección. Su carcajada habían finalizado hacía rato y sus brillantes ojos estaban fijos en Yuuko, como si no confiase del todo en ella.


-¡Perfecto! Ahora si me sigue, le concederé la oportunidad de escuchar su problema pero no le prometo nada. -Sentenciaría ella con ojos centelleantes emprendiendo el camino hacía la sala en la cúal gustaba de atender a los clientes, siendo la habitación más grande y pretenciosa de toda la tienda. Dejandome totalmente desconcertado.


Apresúrado, la seguí con mi compañero no muy lejos. Acomodandose en su largo y elegante sofá, cuyo único acompañante era una mesita no muy alta en la que descansaba una fina y distinguida pipa al lado de un incensario, ella no me quitaría ojo de encima. Sentandose en un bajo sillón de realización similar a la del sofá, me sentiría tán vulnerable y sencillo que no podría levantar la vista del suelo pues sus ojos, ojos de fuerte marrón que al brillar parecían teñirse un poco de rojo me resultaban tán imponentes, capaces de traspasar mi alma. Carraspeando, muchas veces, me ví forzado a comenzar pues el silencio se tornaba tán espeso y molesto para ambos como el humo que iba extendiendose por la espaciosa sala. Sin olvidar mencionar que posiblemente tendría que recibir montones de peticiones por parte de un montón de clientes.



-Verá, señorita Ichihara, me gustaría pedirle un gran favor. -Le dije, sin rodeos pero manteniendo una cuidada educación y gran respeto, pues si no, no hallaría otra forma de empezar a trasmitirle lo que deseaba pedirle. -La gente como nosotros en el lugar del cúal he venido está siendo cruelmente atrapada y asesinada con el único propósito de que la magia desaparezca. La Iglesia, La ciencia y La Realeza se han unido contra nosotros y las cazas de brujas no parecen tener fin, es más, todo aquel que ayude a un brujo o bruja, también es castigado con la muerte. No le pido que los detenga o que cambie nuestro mundo, mi deseo será más sencillo. ¿Conoce el modo de qué a pesar de que nuestra gente muera, nuestra magia no desaparezca? Si es así, con que me hable de ello, me daré por satisfecho. -


Esperar su respuesta fue angustioso, siempre lo sería. Aún sujetando con fuerza mi vieja y gastada bolsa de viaje enrollada a mi cuerpo, respirando intensamente, me preparaba para escuchar lo que para mí sería más que un consejo o un intercambio de palabras. Ellos no podrían comprender nuestra situación fue lo último en decirme uno de los magos con los que había crecido pues su magia no se conserva gracias a la fusión de sangre entre magos sino que un individuo de cualquier tipo la poseé y puede trasmitirla o no a sus descendientes alberguen también capacidad magica o no. Palabras duras pero acertadas. Dando un larga calada a la fina pipa que había en la mesita, se decantaría a hablar. Eso al principio me resultó una buena señal pues las palabras ofrecidas por la otra Yuuko fueron buenas.


-Una historia muy interesante, señor Goldman pero no puedo hacer nada por Ud. -Dijo abriendo lentamente sus ojos hasta que quedaron entreabiertos, esbozando una sonrisa falsa, la clase de sonrisa que se usa para ocultar otras emociones o para disimular desagrado.


Levanté la cabeza sin dar credito a lo que oía. ¿Ni siquiera haría un pequeño esfuerzo por mí? El asombro se convirtió en frustración. Yo me había pateado tantos lugares para encontrarla con la esperanza de que ella sí me fuese a ayudar pero nada, me obligó a irme sin ofrecerme si quiera el cumplir otro deseo en sustitución a ese. Poniendome en pie, frunciendo el ceño, le solté:


-¡¿Ni siquiera va a ofrecerme un consejo u algunas palabras de aliento?! ¡Le aseguro que no me importa pagar el precio que me imponga, sea tán alto como sea! -


-¿Acaso no ha oido lo que le he dicho antes de entrar en la sala? He prometido escuchar su problema, no darle una solución imposible. -Me replicaría levantandose también para echarme, si era necesario, por las malas. -Ahora, márchese Señor Goldman, no hay más que tratar con Ud y nuevos clientes estarán aguardando. -Añadió con voz tajante.


Apreté los puños al mismo tiempo que la mandíbula, mirandola desafiante pero conocedor de su inmenso poder, acaté su orden en silencio. Decepcionado y desengañado, recogí a mi joven guardián para encaminarnos nuevamente a la pequeña residencia de la anciana y tener la que pensaba sería la última comida con ella.


-¿Q-Qué ha pasado? -Trató de enterarse Valgaav con tono de voz temeroso al levantarse del suelo y alejarse de las jovenes ayudantes de Yuuko, que verían como nos ibamos pestañeando y mirandose entre ellas con rostros que reflejaban confusión. Quizás ellas también esperaban verme salir radiante de alegría debido a un deseo que se haría realidad nada más salir de la tienda.


-Ella no ha querido realizar mi deseo ni ofrecerme otro a cambio. -Le respondí notando como mi voz aún temblaba. Llena de rabia y descontento. -A lo mejor es porque ellos tienen razón y mi verdadero deseo es imposible de cumplir. -Pensé en voz alta comenzando a rendirme ante lo cada vez más evidente.


-Oye, ¿y qué pasa con la otra persona del dibujo? Él también era mago ¿no? -Me sugirió el joven dragón rascandose la cabeza, con su frente arrugada. Por un instante, volví a sentirme animado pero recordando las palabras de la otra Yuuko, negué con la cabeza y dije:


-Si mal no recuerdo, eso no fue lo que la otra Bruja de las Dimensiones me impusó. -


-¡Entonces visitemosle está tarde y dile que no dejarás de visitirla hasta que haga realidad tu deseo! -Exclamó Valgaav apretando sus puños y cerrando sus ojos para intensificar el enfasís que se atisbaba en su rostro.


Removiendole los cabellos, le agradecí la idea pues muchas veces gracias a la constancia, incluso lo imposible se torna posible.

-¡Vaya! ¿Ud de nuevo por aquí? -Exclamaría la enígmatica bruja con el ceño fruncido al verme de nuevo en sus dominios. En uno de sus hombros habría una criaturita negra y regordeta como una pelota sútilmente ovalada poseedora de pequeñas manos y alargadas orejas más unos ojos grandes y espeluznantes y una gran gema azul en su frente. -Supongo que que ese mequetrefe cuatrojos tenía razón y estoy obligada a concederle su deseo. -Agregó torciendo el morro. Sus pequeñas ayudantes la imitarían y reirían.



-¡Clow siempre tiene razón! ¡Clow siempre tiene razón! -Gritaría agitando uno de su bracitos y manitas contra el hombro semidescubierto de la bruja de oscuros y largos cabellos, con satisfacción. Irritandola más.

-¡Si voy a concederle su deseo es porque yo lo he decido, listilla, su intervención en el asunto no tiene nada que ver! -Le espetaría dirigiendo sus fulminadores ojos hacía la criaturita. -Acompañenos y terminemos con esto de una maldita vez. -

-Muchisímas gracias, señorita Ichihara. -Le diría yo caminando por el largo pasillo hasta que ella se detuviese. -En el fondo también Ud puede ser tán buena persona como ella. -

-Pase antes de que comience a arrepentirme. -Me aconsejó ordenando con un chascar de dedos a Moro y a Maru que abriesen la gran puerta corrediza que daba a su sala favorita o que siempre usaba a la hora de tratar con clientes importantes. Las niñas me guiñaron un ojo antes de que la puerta fuese cerrada detrás mio.

Dentro, el penetrante olor del incienso quemandose pausadamente que inundó mis pulmones y la difusa pero espesa capa de humo que invadía la espaciosa habitación daban un toque misterioso y sobrenatural al ambiente. Parandose en el centro, Yuuko lanzaría sus ojos sobre los mios mientras se sujetaba la barbilla con los largos y blancos dedos de su mano más diestra, dejando la otra reposar languida bajo su codo de igual tonalidad. No hubiese sabido explicarlo bien pero en aquel momento, la bruja me resultó el doble de fascinante y bella que la primera vez que la ví. Pudiera ser eso lo que me hubiese estado imposibilitando el mirarla a la ojos y solicitarle mi deseo con mayor confianza hasta que ella, sin perder su expresión entre pensativa y juguetona, dijese:

-Sólo lo haré si me otorga como pago, lo más querido para Ud -

Desviando la mirada hacía mi gastada bolsa de viaje, bien agarrada, repliqué:
-¿ Te refieres a mi cuaderno de notas? Eso es algo de lo que no puede desprenderme. -

La bruja resopló mirando a la criaturita negra con los ojos entrecerrados, ésta le devolvió una expresión autoritaria, con los ojos cerrados pero el ceño fruncido. Fijando sus ojos de fuerte saturación castaña en mí nuevamente, sentenció encogiendose de hombros:
-En ese caso, me conformaré con que me entregues tus recuerdos. -

Áquel precio fue aún más irrazonable para mí. La criaturita también debió de considerarlo una barbaridad pues abriendo sus ojazos de minino y dando un pequeño bote, miró a Yuuko estupefacta. La bruja no se arrepentería, cruzandose de hombros, me retó a decidir.

-¿Lo toma o lo deja? Es el precio que me ha parecido más equitativo. -Comentaría, amplíandose una sonrisa maliciosa en su rostro de finos rasgos orientales. -Sólo depende de Ud, a mí me da igual. -Me informaría agravando mi presión. Nunca me había sido tán difícil tomar una decisión más si le entregaba mis recuerdos, todavía tendría conmigo el cuaderno de notas, tán lleno de conocimientos y algunos textos que me ayudarían a recuperar los recuerdos perdidos. Levantando la mirada hacía ella, escogí desprenderme de los recuerdos que había guardado en mi mente hasta ese momento.

-Tome mis recuerdos a modo de pago, señorita Ichihara. -Hablé con la voz más clara y firme que el momento requería, posando una mano en mi pecho bajo mis ropas. -Estoy dispuesto a renunciar a ellos si Ud ayuda a los mios cumpliendo este deseo. -

-¡Trato hecho pues! -Diría ella estrechandome una mano, que yo estreché de inmediato. -Más, deseo advertirle de que el cumplimiento de este deseo traerá consecuencias aparte de la perdida de memoria. -Añadiría soltando mi mano, apartandose unos pocos pasos de mí antes de cerrar sus ojos desplegando todo su poder, que se materializó en el tatami como una serie de figuras y simbolos de gran tamaño a nuestro alrededor, dueños de un fulgor cegador.

Sólo cuando el uso de su magia hubiese finalizado y el luminoso simbolo hubiese desaparecido, al ir abriendo poco a poco los ojos podría distinguir la figura de Yuuko ganar nitidez acercandose a mí para darme un objeto envuelto en lo que se asemejaba a un pañuelo de tamaño mediano de terciopelo rojo. Con los ojos entrecerrados y un hilillo de voz, diría:
-He aquí tu deseo cumplido. Guarda y protege este objeto y comienza a usarlo al regresar a tu mundo pero sólo cuando percibas que vuestra vida o magia peligre hasta que seais lo suficientemente poderosos como para que ésta se sostenga por sí misma. -

Finalizadas sus palabras, cerraría los ojos y se dejaría caer suavemente en el alargado sofá. La criaturita me comentaría que trás usar su magía, según cúan simple o complejo fuese el deseo a cumplir, Yuuko necesitaba mucho reposo. Aquella fue la última vez que la ví. Cumplido el deseo, alargar mi estancia hubiese sido peligroso. Siempre lo era, por mucho polvo de hadas que usase para borrar sus recuerdos de mi visita.



















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FanFic Crossover xxxHolic 2

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NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Los personajes que aparezcan de xxxHolic o CCS no son mios, son creación exclusiva de CLAMP
Los personajes que aparezcan de Slayers son creación exclusiva de Hajime Kanzaka
El resto sí puede que sean mios excepto Fei Wang LOL
Contada en primera persona ^^
Espero que os guste. Probablemente muchas cosas os costarán de entender pero eso es porque es un crossover. De todas maneras está contado desde el punto de vista de Yuuko, Clow y posteriormente Watanuki también, con que tranquilos ^^

"Aunque existan mundos distintos, el alma es la misma" Yuuko Ichihara - Personaje de gran relevancia en el manga/anime de xxxHolic

FanFic Crossover
CLAMP - Welcome To Hell
La bruja de las Dimensiones

Abrí los ojos de pronto, incorporandome atropelladamente de la cama al instante de oir una incesante serie de gritos a lo lejos, provenientes de mis dos ayudantes Moro y Maru, para aquellos que no las conozcan bien, dos niñas aparentemente normales, traviesas pero muy trabajadoras y leales. Entrecerrando los ojos, posé mi cabeza sobre mi mano izquierda, a la espera de su aparición. Sus gritos y pasos resonarían un buen rato en mi cabeza como si alguien estuviese aporreando un tambor justo a mi lado. ¡Maldito Clow! La resaca era fruto de la absoluta victoria ante el reto propuesto la anterior noche. Girando mis ojos hacía Larg, la Mokona que me correspondía cuidar y adiestrar, negra como la noche y dueña de una gema azul en su frente, sonreí al observar como se removía en el poco espacio de cama que ocupaba agitando sus pequeños brazos y manos, con gesto de disgusto en su rostro. ¿Qué demonios estaría soñando? Nada bueno me imaginé sin embargo a pesar de todo el escandalo, continuaba durmiendo tán ricamente.

-¡Yuuko-san! -Exclamó Moro abriendo lentamentamente la puerta cerrada para asomar su cabeza, en la cúal habían dos pequeños moños bien recogidos por dos lazos de igual color por encima del resto de su cabello tán cercano a su aniñado rostro. -¡Hay un cliente raro esperandole! -

-Yuuko-san! -Repetiría Maru al otro lado de la puerta, alzando su cabeza chocando ligeramente contra la de su compañera. En vez de dos moños, siempre iba peinada con dos largas coletas a los lados y algo de flequillo se escurría por su frente. -¡Un cliente raro ha llegado! -

Deslizandome para llegar hasta las niñas cúal silenciosa y elegante felino, llevandome un dedo a los labios, les indiqué girando la cabeza hacía Larg, que cerrasen sus boquitas. Ellas se mirarían entre ellas imitando mi gesto silenciador mientras me ponía de pie. Estaba claro que habría de atender a ese cliente, me gustase o no, por lo que nada más abandonar el dormitorio requerí a Moro y a Maru algún detalle más sobre el cliente raro.

-Además de raro, ¿hay algo más que de el cliente que os haya llamado la atención? -Pregunté notando mi voz pastosa y al principio un poco ronca. Las niñas se miraron y alzando un brazo al aire, respondieron bien alto, por desgracia para mi persistente dolor de cabeza:
-¡Sí! ¡Era un mago! -

¡Lo que me faltaba! Pensativa no tardé ni un instante en deducir de quien se podía tratar. Extraño y mago, ¿qué mago conocía yo con esa descripción? No podía ser otro que el unificador de la magia del Occidente y el Oriente por lo que cerrando los ojos, no pudé evitar que mi rostro se tensase y mi mal humor se incrementase a cada paso que daba seguiendo a Moro y Maru por el largo pasillo de resonante madera, aguantando una resaca que no parecía querer irse. Si era él y venía a disculparse o a cuidarme o a lo que fuese, le echaría porque ya tenía suficiente con reunirme con él cada equis tiempo para trabajar en pos de arreglar su error o asegurarme que estaba trabajando en ello pero para mi gran estupefacción al abrir los ojos, el hombre que me esperaba no era el repelente Clow Reed.

-¿Es Ud Yuuko Ichihara? -Preguntaría esbozando una sonrisa encantadora mientras cubría la boca a su joven acompañante, que parecía haber sufrido un irritante ataque de risa.

No sabría decir qué pero algo debía haber en ese mago que me había dejado tán asombrada como para quedarme parada, incapaz de decir palabra, abriendo los ojos hasta la desorbitación. Dando una imagen de mi misma estúpida y que debía de ser el motivo de las sonoras carcajadas del chico junto a él ¿Su aspecto? No creo, sus ropas y oscura capa bajo ellas no eran muy estilosas, más bien parecían ya muy usadas. Quizás eso estuviese en su carácter, lo dudo pues aunque me halaga tanta educación y respeto, tiendo a desconfiar de los magos amables y sonrientes. ¡Eran sus ojos! Ojos poseedores de un azul celeste y un brillo que aún denotando nerviosismo, se apreciaba carisma y una ferrera voluntad. ¡Como a menudo veía en los de ese mequetrefe cuatrojos de Clow! Más, no me iba a dejar encandilar por ningúno de ellos.

-Eso depende de quien lo quiera saber. -Le respondería valiendome de toda mi pícardia y particular encanto, recobrando la razón, esmerandome en resultarle más fascinante. Alzando una ceja mientras apoyaba un brazo contra la pared dejé que mi cabeza cayese ligeramente ladeada sobre la palma de mi mano izquierda y colocando la otra sobre mi cadera de avispa con gracia, añadí. -Lo que significa que antes deberas hacerme saber tu nombre. -

Las niñas se llevaron las manos a la boca para tapar las sonrisas maliciosas que se dibujaron en sus rostros al igual que en el mio. Ya que el deseaba confirmar mi identidad, yo le reté a que me entregase su nombre, otorgandome su alma. Esperé ansiosa a que picará el anzuelo y cayese en la trampa, solía ser tán divertido embaucar a ciertos individuos con esa aparente tonteria pero el rato que pasó hasta que se dejó enredar me hizo temer por un instante que sería más astuto de lo que parecía a primera vista. Arrugando su frente y haciendo disminuir la curvatura de sus labios, se le veía un poco inseguro pero justo cuando mi paciencia iba a sobrepasar el limite, se presentó cortésmente.

-Soy el señor Joseph Goldman. -Anunció exhibiendo una nueva y encantadora sonrisa. De esas que son capaces de hacer caer a sus pies a cualquier mujer. -Y éste es mi guardián, Valgaav. -Agregó señalando al chico con una mano extendida hacía su dirección. Ya no reía, con los ojos fijos en mí, me observaba receloso.

-¡Perfecto! Ahora si me sigue, le concederé la oportunidad de escuchar su problema pero no le prometo nada. -Sentencié dando una palmada con ojos centelleantes antes de emprendiendo el camino hacía la sala en la cúal siempre me ha gustado de atender a los clientes, especialmente a aquellos que me suscitan cierto interés, siendo la habitación más grande y atrayente de toda la tienda.

Tomando mi fina pipa con exquisitos detalles plateados mientras él se sentaba frente a mí y encendiendola con soltura, desde mi alargado y aterciopelado sofá me preparé para escuchar lo que sería la petición más original y compleja que pudiese haberme hecho un cliente hasta ese momento. De cuando en cuando asentía mirandole largo rato, como si observará un cuadro abstracto con la inútil idea de descifrar el mensaje que pudiese haber en él, al dar hondas caladas a mi pipa, éstos se cerraban.

-Verá, señorita Ichihara, me gustaría pedirle un gran favor. -Diría, conciso pero manteniendo el tono de voz más suave y agradable que los nervios o la timidez le permitieron. -La gente como nosotros en el lugar del cúal he venido está siendo cruelmente atrapada y asesinada con el único propósito de que la magia desaparezca. La Iglesia, La ciencia y La Realeza se han unido contra nosotros y las cazas de brujas no parecen tener fin, es más, todo aquel que ayude a un brujo o bruja, también es castigado con la muerte. No le pido que los detenga o que cambie nuestro mundo, mi deseo será más sencillo. ¿Conoce el modo de qué a pesar de que nuestra gente muera, nuestra magia no desaparezca? Si es así, con que me hable de ello, me daré por satisfecho. -

Con los ojos cerrados en ese momento, intenté asimilar toda la información ofrecida por áquel mago. Tál y cómo Moro y Maru habían dicho, era un mago inusual pero que viniese de otra realidad con semejante problema, ¡eso fue demasiado! No porque no pudiese realizar su deseo pero sí por la gran cantidad de magia que habría de usar y porque no me encontraba en una situación muy adecuada para ponerme a buscar una solución a un problema nunca antes oido. Me obligada a rechazar su ruego, a veces incluso las brujas más poderosas tenemos que ponernos limites.

-Una historia muy interesante, señor Goldman pero no puedo hacer nada por Ud. -Le comuniqué abriendo lentamente mis ojos hasta que quedasen entreabiertos, esbozando una sonrisa, a fin de suavizar la negativa. Una fina capa de humo saldría al expirar.

Pero no se lo tomó muy bien, me figuré que gracias a el sínfin de ilusiones que se habría hecho al oir hablar de mí. Sin embargo eso no era motivo para gritarme exigiendome hacer otra cosa a cambio. ¿Acaso nadie le había explicado el modo en que funcionaba la tienda? Sólo un deseo por cliente, según sea el deseo, el precio así deberá de ser a cambio. Sus gritos avivaron mi cansino pero tenue malestar.

-¡¿Ni siquiera va a ofrecerme un consejo u algunas palabras de aliento?! -Gritaría levantando la cabeza a la misma vez que se ponía en pie. -¡Le aseguro que no me importa pagar el precio que me imponga, sea tán alto como sea! -Añadiría volviendose sus gritos ciertamente desesperados.

-¿Acaso no ha oido lo que le he dicho antes de entrar en la sala? He prometido escuchar su problema, no darle una solución imposible. -Le repliqué levantandome también desafiante, dispuesta a echarlo yo misma si se ponía terco. -Ahora, márchese Señor Goldman, no hay más que tratar con Ud y nuevos clientes estarán aguardando. -Añadí tajante. Sintiendo mi sangre hervir.

Su tiempo había trascurrido, si no le gustaba mi decisión tomada, peor para él. No mentía al recordar lo dicho antes de conducirle hasta la sala, que él lo hubiese interpretado mal era problema suyo pensé mirandolo fijamente, tensa, preparada incluso para emplear mi magia si se atrevía a atacarme pero aún sintiendose muy disgustado, se marcharía en silencio. Hasta que no sentí como su presencia se desvanecía no conseguí recuperar la calma. Cayendo sentada al suelo, sin fuerzas, provocando que mis alargados dedos soltasen mi pipa sostenida con tanta clase cayendo ésta a mi lado. Moro y Maru abrerían las grandes puertas y en pocas zancadas se posicionaron a mi lado, preocupadas.

-Yuuko-San... -Musitaron a la vez, arrugando sus frentes mientras se arrodillaban y pasaban sus manos sobre los mechones negros que caían por cuello hasta acabar un poco más abajo de mis senos bajo el kimono de sedosa tela y caprichoso estampado de mariposas que me envestía.

-Malditos magos. -Mascullaría yo frunciendo el ceño mientras me iba levantando. -¡Por su culpa este maldito dolor de cabeza ha vuelto a aumentar! -Agregaría llevandome una mano a la cabeza cerrando los ojos con fuerza mientras hacía una mueca de exagerada aflicción y desamparo, que animó a las niñas.

Abriendo los ojos trás oir las suaves risitas de Moro y Maru, atisbé a lo lejos, parada en la frente, la pequeña y oscura figura regordeta de Larg. La mirada que me lanzó no dejaba duda de que estaba enfadada.

-¿Por qué Yuuko no ha concedido el deseo al mago? -Fue todo lo que dijo al acercarme a ella, con su aguda pero seria voz.

Resoplé y traté de exponerle un montón de motivos para convencerla de que no había sido por malicia pero nada de lo que le fuese a decir funcionó, sólo logré que se enfurruñase más. No me dirigió la palabra en lo que quedó de día hasta llegar a la mansión que Clow poseía en Tomoeda. Con sus pequeños brazos cruzados, simplemente torcía la cabeza cada vez que yo le comentaba algo, lo que fuese. En mi dormitorio, por el rabillo del ojo, veía como me observa cambiar mi kimono por un atuendo más favorecedor en silencio, con su ceño todavía fruncido y sus labios apretados sentado en lo alto de uno de los pocos muebles que había en la habitación. Posiblemente era su manera de alcanzar lo que le parecía justo, que yo acabase por cumplir ese deseo. Larg no es que fuese una criatura muy depresiva pero todo parecía afectarle más por lo que solía tener algunos momentos de leve decaímiento. Soel, en cambio, era como una chiquilla más vivaz y entusiasta. Todo le parecía bien y cuando no se lo parecía, pronto se le podía hacer verlo bien. Desvistiendome pensaba en que a veces Clow me la había entregado para complicarme la vida pero sonriendo como una niña pequeña con su mascota favorita no me arrepentía de tenerla conmigo.

-¿Me ayudas a escoger un vestido que deje sin habla al cuatrojos? -Le pregunté acercandome a ella alzando ambas cejas, sonriendo con pilleria. La mokona negra me regaló una expresión de indiferencia. Suspiré y fingí no darle importancia. -Como quieras, luego no te quejes. -

Me enfundé uno bastante estrecho y negro, con sútiles recorridos de lentejuelas que brillaban al ser iluminadas, realizado por mí, a falta de algún otro vestido que me complaciese. Con un descote que cortaba la respiración a inumerables caballeros y falda por debajo de las rodillas, acorde con la moda de la época. Largos guantes negros y sensuales medias lo complementaron. Habiendome maquillado cuidadosamente, haciendo ganar mayor intensidad de rojo a mis labios y extendiendo un poco de purpurina a juego con las lentejuelas, seguida por Larg, me desplacé magicalmente al hogar en Japón del mago con el cúal me citaba, muy a mi pesar. La escualida anciana que se encargaba de limpiar y guardar la mansión pegaría un grito al darse la vuelta y entreverme en la gran habitación en la que había ido a parar deficientemente iluminada al estar todas las gruesas cortinas corridas, cediendo al sol muy pocas posibilidades de filtrar sus calidos rayos. Posando un mano sobre uno de sus hombros, en nuestra lengua, me disculpé por el susto que podría haberle ocasionado además de preguntar por el paradero de su señor.

-El Amo Clow está descansando en el salón, le duele la cabeza. -Me haría saber habiendose apaciguado su corazón palpitante en el pecho cuya envejecida y callosa mano continuaba situada por encima. -Por favor, procure no alzar mucho la voz. -Me pidió arrugando levemente la frente pero notando como Larg se había lanzado en su busqueda por su cuenta, saltando desde mi hombro para salir de la habitación tán aprísa y sigiloso como sus anchos pies le permitían, retiré mi mano para seguirla apurada.

¡Era increible lo veloces que podían llegar a ser ambas Mokonas cuando querían! Caminé por todo el piso superior hasta dar con las escaleras corriendo y gritando su nombre hasta dar con el gran salón en el cúal tanto la mokona negra como el mago me mirarían con expresión de extrañeza, como dos niños que al ver a su madre aparecer enojada, se preguntasen la razón de ese enojo.

-Qué mujer más ruidosa. -Observaría uno de sus guardianes. Precisamente el menos encantador, siendo su nombre Yue, en honor al astro del cúal era representante. Levantandose del suelo y cruzandose de brazos, Listo para echarme si continuaba armando alboroto.

Todos los presentes excepto el guardián y yo se echaron a reir. Meneando la cabeza, reprimí las ganas de tirarme al cuello de Clow, cuyas carcajadas superaban a las de las mokonas e incluso a las de Kerberus, su otro guardián. Apróximandome a ellos dije con toda la frialdad de la que fuí capaz:
-Ya veo que así es como trabajas tú. ¡Durmiendo cómodamente en tu sillón toda la mañana! -

-¡Oh vamos Yuuko! -Me replicó el aludido sentandose como era debido desplegando una odiosa sonrisa mientras yo me detenía con ambas manos sobre las caderas y los ojos entrecerrados. -Ya sabes que no hay nada mejor que dormir la mona un buen rato para retomar fuerzas despúes de una buena borrachera. -Osaría a bromear el muy insensato.

-¡Pero serás irresponsable! -Le regañé gritando sin recordar los efectos de la resaca que aún quedaban por vencer. Clow encogería la cabeza aguantando mis gritos sin parar de sonreir, con ese brillo en la mirada que tanto me molestaba y el rostro iluminado de pura felicidad. No cesé de echarle en cara todo lo que se me ocurría hasta que la mokona blanca, Soel exclamó:
-¡Eso no es verdad! ¡Clow y Soel se despertaron muy temprano esta mañana! -

-¿Es eso verdad o sólo es un intento desesperado de salvar tu pellejo? -Quisé asegurarme porque no me fiaba un pelo de Clow, quien podría haber aleccionado a las mokonas para que se pusiesen en su defensa pero lo que el buen mago le dijo a Soel fue la prueba de que la mokona blanca no mentía. ¡Le hizo un reproche!

-Soel, ¿por qué has tenido que decirlo? -Fue lo que le preguntó resoplante. Soel bajo la vista un momento y exclamó:
-¡Oh! ¡Perdona a Soel, Soel no sabía que no podía decirlo! -

Y se echó a reir cerrando sus grandes ojos mientras se frotaba la cabeza con su mano izquierda. Larg empezaría a reir también y mirando a Clow dijo:
-Yuuko sí que es dormilona. -

Que Clow le diese una excusa favorecedora que Larg no se creyó pero aceptó porque él se lo había dicho fue la gota que colmó el vaso. Durante la comida, siendo ésta una de las pocas cosas por las cúales merecía la pena soportar al mequetrefe de Clow, en la mesa él único en intentar suavizar los humos fue Clow. El hombre perfecto, supongo, el marido que toda mujer querría, el primer mago que se empeñó en conocerme, más allá de las apariencias y mis originales rehuidas. La única persona en sostener una sonrisa y la compostura después de mis comentarios más acidos.

-Como de costumbre te has pasado con el tamaño. -Le dije al contemplar el grueso trozo de pastel que había preparado como postre, todo de delicioso chocolate. -¿Acaso te has propuesto cebarme como a una vaca? -

-Un pajarito me dijo que te gustaba mucho el chocolate. -Me respondía él ignorando mi malintencionado comentario. -Además se me ocurrió que esto te haría más agradable la visita. -Agregó con una amplía sonrisa ladeando un poco su cabeza, cuyo rostro estaba sostenido entre sus manos por la barbilla.

Tomando la plateada cucharita colocada junto al exquisito postre dirigí mis ojos hacía Larg, que no quisó alzar su cabeza del plato para devolverme la mirada. Comí mi porción de pastel con la esperanza de que el vacio que sentía se llenase aunque no fuese precisamente originado por hambruna. En su despacho, entornando la puerta en vez de cerrarla como él me había pedido, bruja y mago nos metimos de lleno en el asunto que realmente había unido nuestros destinos, sentandome frente a él con una elegante mesa de oscura madera como separador le recriminé su poca consideración hacía mí mientras él dejaba sobre la mesa una plateada bandeja con dos humeantes tazas repletas de amarillento brebaje. Sentandose, aclararía su garganta y sacando un cuaderno de oscura y cuidada encuadernación de cuero pero con hojas amarillentas y frágiles al pasarlas de uno de los cajones que se hallaban en su zona trataría de comunicarme nuevas ideas, a debatir. Odiaba que trás esa imagen de vividor se escondiese un hombre tán meticuloso y responsable pues tragarme mis palabras era peor que tragar tierra.

-Esto es asqueroso. -Le hice saber sacando la lengua poco después de dar un sorbo a mi calida taza. -¿Qué ha pasado con la excelente colección de licores y vinos que escondes en tu minibar? -Exagerando la expresión de desagrado.

-Oh eso... ¿No se lo ha contado Soel a Larg? Ya no bebo. -Me respondió él calmado. ¡Qué gran actor era! Chupandose la yema del dedo indice pasaría algunas hojas del cuaderno. -Si no te parece mal, me gustaría continuar explicandote esto. Es muy importante. -

-Cuatrojos mentiroso. -Murmuré yo deshaciendome del resto de la bebida vertiendola apróposito al suelo con una sonrisa retorcida. - Un hábito requiere una necesidad de ser conciente de ello, y tú, precisamente tú, nunca lo has visto como algo de lo que tuvieses que deshacerte, por lo que... ¡Antes de ponernos serios, traéme el mejor Whisky que tengas! -Agregué golpeando la mesa con la taza. No era coña, yo no bromeo cuando se trata de beber un buen Whisky, procedente de Inglaterra.

-Mira que eres beoda. -Suspiró incapaz de reprimir su formalidad más rato. -Eso sólo conseguirá que mañana tu resaca sea más desagradable. -

Agité la mano sin darle importancia, lo que produjó que el mago acabase soltando una breve risa. A mitad del camino de la forzosa busqueda de su mejor Whisky debió de toparse con el disgustado Larg pues cuando regresó me interrogó con una ceja levantada como un padre a su hija mayor al rato de encontrar a su otro hijo lloriqueando. Efectivamente, entre pitos y flautas, mi estancia se alargaba más de lo convenido. Agarrando la botella para servirme yo misma un buen trago, directo al hígado, de mala gana le trasmití el problema o mi suposición de él.

-Larg está enfadado con Yuuko porque a Yuuko no le ha dado la gana de ayudar a un mago venido de otro mundo. -Trás un largo suspiro, añadí mirandole fijamente a los ojos. -¿Comprendes o necesitas que te lo dibuje? -

Los ojos de Clow centellearon trás el cristal de sus gafas, lo cúal nunca era buena señal pues su interrogatorio se alargaría gracias a la naciente fascinación. Yo intenté darles respuestas hasta que llegó un punto en que me sentí saturada. ¡¿Por qué tenía que hablarle de ese tipo?! Lo peor fue que el cuatrojos me pidió conocerle. Ahí fue dónde estallé.

-¡¿Qué?! -Alcancé a gritar notando como la bebida alcoholica caía chorreante bajo mi barbilla, recorriendo mi mentón y cuello hasta llegar a empapar mis senos y esa parte del vestido. Las mejillas de Clow se tiñieron de un suave tono rojo al atisbar la figura de mis mamas trás el tejido humedo. Limpiandome la boca con el dorso de mi mano izquierda mientras sostenía la botella con la derecha, le espeté. -¡Ni lo sueñes! ¡Tienes cosas más importantes que hacer que sociabilizar con mis clientes! ¡Además dudo que vaya a ser tán idiota de volver! -

-¿Estás segura? -Inquiriría Clow adoptando ese aire misterioso y engreido que siempre adoptaba cuando presentía que iba a suceder algo que anularía mis sentencias. -Si mal no recuerdo, la tienda atrae a gente con un gran deseo por realizar. Si ese deseo todavía no se ha realizado, ¿quién puede asegurarte que la tienda lo perciba y lo vuelva a acoger a fin de que sea realizado? -Me recordó levantando una ceja con una odiosa sonrisa de satisfacción.

Abrí la boca impúlsada a replicar pero estaba tán acertado que apretando los dientes con los ojos cerrados me dí por vencida más, dando otro largo trago a la botella de Whisky hasta vaciarla, alzaría mi brazo señalandolo con la botella a la par que formulaba la pregunta del millón.

-¡Muy bien! -Exclamé con toda la cara colorada a causa de tanto Whisky y orgullo aplastado. -Digamos que tienes razón y vuelve a aparecer por la tienda y hago realidad su deseo, ¿cómo lo hago? Resultando ser su deseo salvar la magia de su mundo. -

Clow me miró arrugando la frente desconcertado al oir en que consistía la ayuda que debía darle al extraño mago. ¡Victoria! Había conseguido desarmarlo trás ser yo la desarmada tantas veces aquel día. Eso me bastó para regresar a la tienda de mejor humor junto a un Larg que no se separaría de mí para ver con sus propios ojazos como la mala de Yuuko iba a enmendar su error recuperando la buena impresión que solía tener de mí. Cogiendo a Larg para que se acoplase sobre mi hombro derecho, me planté a esperarlo en la entrada mandando a Moro y a Maru a hacer otras cosas pero al verlo llegar correrían para colocarse junto a su dueña, o sea, yo. Ambientando la tienda y a su dueña para la ocasión momentos antes. Cabeza alta y manos una contra otra, quería creer que las palabras del mago no iban a esconder otra de sus múltiples predicciones pero muy en el fondo, le creía porque me gustaba creerle como creen las mokonas las cosas que les contamos con una ilusión y una pureza envidiable e infantil. Larg debió de presentir en él algo pues aunque sólo habló para defender la fama de extraordinario vidente del cuatrojos, no dijo nada, lo miraba y lo remiraba al entrar y pararse frente a nosotras.


-¡Vaya! ¿Ud de nuevo por aquí? -Exclamé frunciendo el ceño, sin poder evitarlo. Ya os digo que tendía a fastidiarme que Clow siempre tuviese razón. -Supongo que ese mequetrefe cuatrojos tenía razón y estoy obligada a concederle su deseo. -Agregé torciendo el morro. Moro y Maru me imitaban mientras reían.

-¡Clow siempre tiene razón! ¡Clow siempre tiene razón! -Dejó bien claro Larg dandome leves golpes en el hombro semidescubierto con uno de sus pequeños brazos y manos. Aquello sólo logró que me sintiese más rebajada frente al cliente, por lo que le grité:
-¡Si voy a concederle su deseo es porque yo lo he decido, listilla, su intervención en el asunto no tiene nada que ver! -Dirigiendome al mago, añadí. -Acompañenos y terminemos con esto de una maldita vez. -

-Muchisímas gracias, señorita Ichihara. -Le escuché decirme con voz llena de agradecimiento y gozo mientras nos dirigiamos hacía mi sala favorita. -En el fondo también Ud puede ser tán buena persona como ella. -

-Pase antes de que comience a arrepentirme. -Le sugerí ordenando con un chascar de dedos a Moro y a Maru que abriesen la gran puerta corrediza que daba a la gran sala en la cúal nos habiamos detenido. Entrando la primera, preparé mentalmente lo que iba a pedirle a cambio de realizar tál deseo, deseo con posibles consecuencias, pero con el cúal podría obtener algo de áquel que había logrado cautivar a Clow. Debía de ser positiva y buscar alguna ventaja o si no, la solución más adecuada no llegaría a mí ni se materializaría. En el centro de la sala moviendome en una neblina de fino humo que se exparcia por toda la habitación, entrar en trance sería una labor más placentera.

-Sólo lo haré si me otorga como pago, lo más querido para Ud -Le hice saber pasado un rato examinandolo mientras meditaba que tomar de él, que dirigiendo sus ojos a usada bolsa de viaje replicó:
-¿Te refieres a mi cuaderno de notas? Eso es algo de lo que no puedo desprenderme. -

Como apenas llevaba cosas encima para ofrecerme, me ví forzada a pensar en otra cosa de altísimo valor que pudiese darme. Resoplando mire a Larg con la esperanza de poder echarle nuevamente pero lo que se apreciaba en su rostro era una severidad que no daba duda a que cumplía su deseo en ese momento o no me hablaría el resto de lo que durase nuestras particulares vidas. A fin de poner fin a toda esa historia y dispuesta a tomar la revancha contra Clow, encogiendome de hombros, finalice por proponerle lo siguiente:
-En ese caso, me conformaré con que me entregues tus recuerdos. -

En comparación con el precio que Clow y yo pagariamos para solucionar definitivamente el grave erro cometido por Clow al engañar a la muerte, era un buen precio y a juzgar la expresión en el rostro del mago, también adecuado pues los recuerdos generalemnte son guardados con gran aprecio. Sin embargo Larg abriría sus ojos dando un bote de asombro, como si aquello fuese el precio más cruel a pedir de entre todos los existentes.

-¿Lo toma o lo deja? Es el precio que me ha parecido más equitativo. -Comenté, deseosa de ver cúan lejos podía llegar a ir. Si yo iba a cumplir un deseo en contra de mi voluntad, el también habría de hacer un esfuerzo. Así, seguro que con el esfuerzo de amboa, la magia se amplificaba o posteriormente no me dañaría tanto.

-Tome mis recuerdos a modo de pago, señorita Ichihara. -Diría consciente de lo que conllevaría con la voz más firme y clara que pudó y habiendo colocado una mano en su pecho. -Estoy dispuesto a renunciar a ellos si Ud ayuda a los mios cumpliendo este deseo. -Agregaría y sus claros ojos brillarían con una intensa determinación que acabó por afianzar el trato al estrechar nuestras manos.

-¡Trato hecho pues! -Dije y mi sonrisa no aparentaría tanta maldad. -Más, deseo advertirle de que el cumplimiento de este deseo traerá consecuencias aparte de la perdida de memoria. -Añadí al soltar mi mano de su mano para apartarme unos pocos pasos de él antes de cerrar mis ojos dejandome sumergir en un trance que me alejaría de todo lo material para hacerme llegar a un estado de consciencia que sólo un mistico o un mago podría entender aún sin saber del todo como definir. Me esmeré en salir del fuerte trance de la única manera que conocía, obligando a mi confusa mente a moverme como cuando estas en mitad de un sueño cuyo final no parece llegar y empiezas destapar la fina capa de irrealidad a fuerza de golpearte o pensar que no es real. No fue fácil, como me imaginé pero abriendo pesadamente los ojos, notando mi cuerpo y mis movimientos enlentecidos, dije tán claro como pude a pesar de que mi voz no pareciese mia realmente:
-He aquí tu deseo cumplido. Guarda y protege este objeto y comienza a usarlo al regresar a tu mundo pero sólo cuando percibas que vuestra vida o magia peligre hasta que seais lo suficientemente poderosos como para que ésta se sostenga por sí misma. -

El resto de lo sucedido se me hace muy difuso pero creo que el deseo fue cumplido satisfactoriamente, elevando mi ya alta fama. Clow y Larg tuvieron la amabilidad de informarme de ello el día que logré despertar. Las primeras palabras que brotaron de la boca de la pequeña Larg fueron:
-¡Perdona a Larg Yuuko! ¡Larg no sabía que ese deseo era tán grande! -

Desde sus ojos cerrados brotaban una serie interminable de lagrímas, al encaminar mis ojos hacía Soel, ésta también lloraba con sus manos colocadas sobre su cara. Moro y Maru no andaban lejos, entre sus brazos sostenían una palangana con largas y blancas gasas humedecidas en su interior. Sus frentes estaban arrugadas y en sus caritas no había ni una sonrisa. En cambio, Clow si sonreía, con las mangas de su traje oriental azulado remangadas hasta el codo. Él habría sido quien hubiese cuidado de mí durante el largo periodo que estuve insconciente.

-¿Qué demonios haces tú aquí? Cuatrojos. -Le solté entrecerrando los ojos mientras apartaba la mano con la que se disponía a acariciar mi rostro.

-¿No es obvio? -Fue su risueña respuesta. -Como al cabo de una semana no regresabas en tí, Larg se preocupó muchísimo porque generalmente ese es el tiempo que tardas en recuperarte trás cumplir un deseo difícil, se lo comentó a Soel y ella llorando desesperadamente me lo contó a mí, lo que me valió de excusa para estar a tu lado cuidandote. -

Cruzandome de hombros, inflé mis mofletes como una niña disgustada. Clow reiría meneando la cabeza y sin que yo pudiese detenerle, me besó en los labios. ¡Cómo se aprovechaba de mi aturdimiento! Al separar sus labios de los mios, le dije:
-Cuando esté mejor, te vas a enterar, brujo degenerado. -

FanFic CROSSOVER CardCaptor Sakura

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NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Bueno, leyendo algunos FanFics sobre Shaoran y Sakura de Choco-Chan y otras grandes artistas y fans de estos dos, me ha dao por intentar escribir alguno a mí también pero he de advertir que puede ser subidito de todo y raro porque la idea me surgió con todo este lio que monté tiempo atrás con mi Crossover XD (Todo gracias a Clow, que tuvo la bondad y astucia de trasmutar en cartas magicas a algunas de las criatutas de Viktor)
Los personajes que aparecen en el presente son los de siempre en CCS de CLAMP
En primera persona, mi manera de narrar historias favorita aunque no os digo yo también haya alguna historia dentro del FanFic en tercera persona ^^ (Cada historia será narrada de un modo diferente, avisados quedais)
Por cierto, parejas preestablecidas no habrá... (Bueno, quizás sólo el circulo amoroso entre Eriol, Sakura y Shaoran XD)

"No confíes tu secreto ni al más íntimo amigo; no podrías pedirle discreción si tú mismo no la has tenido." Ludwig van Beethoven - Compositor y músico alemán.

FanFic Crossover
CLAMP - Welcome To Hell
Dentro de un sueño

(Sakura)

SUEÑO

Sintiendo los codazos insistentes de alguien, abrí los ojos mientras giraba bruscamente mi cabeza hacía la izquierda y luego hacía la derecha. Las risas cercanas de mis compañeros me indicaron que me había vuelto a quedar dormida en el lugar menos indicado para ello. Lo peor sería que al no cesar éstas, el profesor se nos acercaría. ¡Tragame tierra! Al principio, con la vista al frente, creí atisbar al señor Terada pero para mi asombro y mayor bochorno se trataría de otro hombre. Su peinado, con algunos mechones caidos por su frente sí podría coincidir con el del profesor Terada pero el color era mucho más oscuro y por el lado izquierdo de su cuello, una delgada trenza descendía. El color de sus ojos tampoco era igual trás sus lentes redondeadas ni el modo en que arrugaría su frente mientras sus dientes eran apretados en una tensa sonrisa. Sin olvidar mencionar el diseño de sus ropas o la añadida y larga capa negra que las cubría. Todo parecía surgido o proveniente del siglo XIX.

-¿Puedo saber qué tiene de divertido mi exposición? -Preguntaría intentando adoptar una voz severa. -Por si no lo saben, crear un guardián conlleva múltiples normas a aprender y seguir a raja tabla. -

Como estaba parado frente a mí, todos me mirarían a fin de qué fuese yo la valiente en dar una respuesta al profesor. Nuestros uniformes eran bastante bonitos, me trayeron recuerdos de cuando Tomoyo, Shaoran y yo ibamos a la escuela pero dado su corte clásico, se asemejaban más a los modelitos que Tomoyo diseñaba y confeccionaba para mí. Arrugando la frente respondí:

-Nada, es que acababa de quedarme dormida. -

Lo que provocó que mis compañeros retomasen sus sonoras carcajadas hasta ser silenciados por otro hombre, de voz más extridente y disciplinada que la del hombre que tenía frente a mí. La criatura, por llamarlo de alguna manera, toda cubierta de largos mantones oscuros, no apartaba sus penetrantes ojos de nosotros. Carraspeando, el profesor exclamaría:

-¡Vaya! Entonces me figuro qué ya sabrás lo que te toca por dormirte estando en clase. -

Negué con la cabeza, notando como las lagrímas recorrian mis mejillas. Indicandome con un gesto que me levantase, el profesor me llevaría con él hasta la parte en la que se encontraba la pizarra. ¡Ni os imaginais como de rápido mi verguenza se tornaría miedo! Siendo observada por los demás niños, recibiría mi castigo. Un castigo según el otro hombre bastante flojo. Se notaba que no era muy ducho en realizar castigos, siendo eso lo único en aliviar mi pena. Finalizada la clase o lo que eso se suponiese ser. Cada niño ordenaría sus bartulos y se agruparía a la salida excepto yo pues él querría mantener unas palabras conmigo. El otro hombre le dedicaría una mirada próxima al reproche antes de irse con el grupo de niños que les esperaban.

-Lamento con toda la pena de mi corazón haber tenido que castigarte pero así es como ha de proceder un instructor. -Se disculparía acariciando mi rostro con cariño. -Seguramente tú ya lo sepas y por eso te entró sueño. -Deduciría dejando ver una pequeña sonrisa.

En sus ojos aprecié la clase de brillo que a menudo se podía apreciar en los ojos del profesor Terada al dirigirse a Rika. Una infinita dulzura. Ayudandome a guardar en mi cartera de recia tela mis cosas, metería algo entre ellas. Al darme instantaneamente cuenta y preguntarle, adelantandoseme diría con una pícara sonrisa:

-¡Se trata de algo de lo que estoy seguro te sentiras muy feliz de poseer! -

Concediendose el lujo, al estar a solas, me besaría en la frente, de un modo muy parecido al que hubiese hecho mi padre. Intenté averiguar qué sería pero una voz a lo lejos me lo impedió.

-¡Amit! -Gritaba una niña de largos y ondulantes cabellos negros con ambas manos entre la boca. -¡Sal de una vez o llegaremos tarde a comer! -

Al principio al girar la cabeza rápidamente hacía ella, me pareció Tomoyo pero Tomoyo jamás hubiese sido tán impaciente. La sonrisa del hombre se amplió al alzar la cabeza para posar sus ojos en la niña que me requería. Antes de poder sentarnos en nuestros respectivos asientos, fuimos regañadas nuevamente. ¡Qué rollo!

-Rufus es un aútentico fastidio ¿Verdad Amit? -Observaría la niña risueña mientras tomabamos asiento y comenzabamos a degustar la comida de ese día, carne de cordero a la brasa.

-¿Rufus? -Repetiría yo con cara de no entender palabra.

-¡Exacto, el mentor Rufus! Sin embargo su hermano, el mentor Lucius es mucho más divertido. -Me confirmaría ella mordiendo con ávidez un buen trozo de pan.

Pestañeé dirigiendo mis ojos hacía el hombre que me pareció encajar fisícamente con el que había estado en la clase. Llenando mi panza de comida pensé suspirando que en un ambiente tán propio de un internado no hubiese aguantado mucho tiempo. Al acabar todos los presentes nos movilizariamos para continuar con el apretado horario marcado de clases y actividades. Tál y cómo aventuró la que parecía ser mi amiga inseparable o yo amiga inseparable de ella, el hermano del mentor Rufus era un mago verdaderamente extrambotico. Llegó a recordarme un poco al Mago Clow, lo que provocó que no dejase de sonreir en toda la lección. El profesor acompañante tampcoo dejaría de reirse meneando la cabeza.

-Ejem... Como ya deberiaís saber, sobretodo aquellos que sí hayan recogido apuntes en la biblioteca, es peligro dar tu nombre verdadero, es decir, el nombre que se te concedió al nacer y ser bautizado o bendecido, por lo que es recomendable que un mago poseía otro nombre, uno a poder dar en caso de obligadas presentaciones, asegurandose de dar su verdadero nombre sólo a las personas en las que confie. -Se dispondría a explicar recorriendo la aula y parandose de cuando en cuando en alguna mesa como la mia. -¿Por qué os recuerdo esto? Supongo que porque es mi misión en la vida. -Bromearía antes de lanzar la pregunta más tópica del mundo. -Pongamos un ejemplo, ¿cómo te llamas? Preciosa. -

-Err... Sakura Kinomoto. -Le hice saber encogiendo la cabeza mirandole con la frente levemente arrugada.

-¡Y yo, Kimihiro Reed! -Me espetó burlón golpeando con los nudillos mi mesa. -¡No te jode! -

Y se lanzó a la pizarra a escribir un sínfin de cosas mientras las exponía con una velocidad de infarto. ¡Estaba como una aútentica regadera! Como el apellido del Mago Clow era Reed, me llené de curiosidad. Tragando saliva me acerqué a su mesa en busca de alguna confirmación a la chispita de sospecha que nació en mí. Cuando le pregunté si era pariente del Mago Clow o le había conocido, ¿sabeis lo que me contestó?

-Déjame pensar... Creo que me ha salido sin más. -Respondió apoyandose con chulería en la lisa superficie de la mesa de madera un momento pues al instante siguiente continuó guardando sus cosas en un maletón de cuero gastado. -Pero siempre puedes formularle tál interesante cuestión al hermano Elemiah. -Me propusó guiñandome un ojo pícaro antes de salir pitando del aula.

Ese sería el profesor que tanto me recordaba al señor Terada cogida de la mano de mi amiga morena, las dos salimos del aula para recorrer un pasillo que no parecía tener fin a fin de llegar a una extraña plataforma que nos elevaría hasta el piso correspondiente a donde habitaban los mentores. Me asusté bastante cuando esa cosa empezó a ganar altura sin cables o sin muelles visibles. Mi amiga, echandose a reir exclamó:
-¡Mira que eres asustadiza Amit! -

A cada persona con la que chocabamos, ella le comentaba que habiamos hecho una trastada muy gorda y que el mago encargado de nuestra sección debía imponernos un castigo digno. Una mentirijilla que dada la fama de mi amiga morena todos los magos aceptaban observandola resignados. Golpeando la gran puerta de madera con bellos detalles también de madera insistentemente volví a encontrarme con él.

FIN DEL SUEÑO

Al abrir los ojos, me encontraba boca arriba contemplando a escasos centimetros de mi cara la preocupada carita de Kero, mi guardián abanderado por el Sol, en sus brillantes ojitos se apreciaba preocupación. Todavía no había amanecido.

-Sakura, ¿Sabes qué ha ocurrido? Por un instante una fuerte luz lo ha iluminado todo a la misma vez que he sentido una poderosa presencia magica. -Querría saber el pequeño león de peluche con regordeta cabeza y batiendes alitas rascandose la cabezota.

-¿Una poderosa presencia magica? -Repetí con voz pastosa. Trás bostezar añadí. -No tengo ni idea, Kero, explicamelo mañana. -

Y apartandolo con una mano, volví a dormirme. Kero se me quedaría mirando molesto. Así eran las cosas cada poco tiempo que mi cuerpo asimilaba el contenido quimico que poseían las pastillas que me daban en el Hospital. El leoncito anaranjado aparecía y todo era como si nada hubiese cambiado.

(Eriol)

SUEÑO

Tuve que limpiar mis gafas a fin de certificar lo que mis ojos veían. ¡Oh Dios mio! Aura, la chiquilla más hermosa pero revoltosa de todos nuestros jovenes discipulos había vuelto a hacer de las suyas pues si no se trataba de eso, ¿por qué otro motivo habría abandonado su zona dirigiendose a mi despacho? Deseé con todas mis fuerzas que el motivo no fuese por mi culpa. Últimamente no había modo alguno de que pudiese controlar mi magia, en parte gracias a la chiquilla de largos y ondulantes cabellos como oscuras corrientes marinas que tenía frente a mí. Aflojandome la azulada corbata esbozando una sonrisa, lance la pregunta.

-Niñas, ¿a qué se debe vuestra visita, precisamente aquí en mi despacho? -Pregunté notando mi voz ligeramente alterada a causa de la incómodidad.

-Tenía tantas ganas de verle, mentor Elemiah. -Respondería ella con mirada juguetona, aumentando así mi ritmo cardiaco. Risueña trás mirar a su amiga, añadiría. -¡Era broma! Amit quería consultarle algo. -

Me dejé caer a la dura y ancha mesa con una mano colocada al corazón, el contacto con ésta no fue muy agradable. Las niñas reirían, Aura más fuerte que Amit. Recomponiendome del golpe, ganando un poco más de confianza, pedí a Aura dejarnos a Amit y a mí a solas.

-Bien, entonces, regresa con tus compañeros. En cuanto la duda de Amit sea resuelta, ella también será llevada con ellos. -Dije entrelazando mis manos sobre la mesa.

Mi traviesa Aura protestaría, ella también quería escuchar mis cuidadas y detalladas explicaciones. Me ví forzado a gritarle, haciendo que su bonita sonrisa se esfumase dando paso a un torcido de morros mientras se daba media vuelta cruzando sus brazos rumbo hacía la puerta. Suspiré llevandome una mano al lado izquierdo de mi frente. La chiquilla de claros cabellos castaños continuaba de pie mirandome.

-Por favor, Amit, toma asiento. -Le indiqué extendiendo una mano, tán amable, calmado y sereno como requería mi puesto. La niña negaría con su cabecita diciendo:
-Gracias pero no hace falta, mi pregunta es muy sencilla. ¿Sabe Ud si el mentor Lucius es un posible pariente de Clow Reed? -

La carcajada que se me escapó fue colosal. Golpeando la mesa con un puño la gracia que me hacía esa idea no parecía menguar pero haciendo un esfuerzo, reteniendo el inicio de nuevas carcajadas exclamé:
-¡Qué va! Más quisiese él. Ni en el hermano Rufus ni en él hallarás lazos de sangre provenientes del Mago Clow sin embargo creo que si poseen lazos sanguineos con la hechicera Vrumugun. -

La decepción se dibujó en su aniñado rostro. Haciendo una leve inclinación de cabeza agradeció la información y echó a andar hacía la puerta. Cerrando los ojos solicité a uno de mis hermanos que se encargará de guiar a las niñas hasta sus dormitorios en la zona dedicada a nuestros jovenes pupilos. De paseo por la ciudad de Londres, acompañando al liante del hermano Lucius y a otro mago recientemente graduado pasando a formar parte del grupo de magos de primer nivel, entre trago y trago de cerveza, plenamente consciente de lo que beber bebidas alcoholicas podía acarrearnos, le reproché lo dicho en su clase. No sabía la razón pero lo sentía tán cercano.

-¡¿Por qué has soltado precisamente ese nombre?! -Exigí saber claramente molesto.

-¡¿Y eso qué más daba?! -Me replicaría él risueño con sus mejillas sonrojadas gracias al alcohol encogiendose de hombros. -¡No fue más que una convinación de nombres y apellidos que me gustan y lo sabes! -

-¡Ella pensó que tenías algo que ver con el grandioso Clow Reed! -Le solté sin controlar el volúmen de mi voz. Efecto del alcohol que iba siendo tragado.

-Caballeros, ¿no deberían moderar un poco su voz? -Nos preguntaría el otro hermano, menos chispado que nosotros dos cauteloso y temeroso de que pudiese ser descubierta nuestra raza. La mirada que le mandamos denotó fastidio tanto en mí como en el hermano Lucius pero resoplando nos esmeramos en mantener una actitud más correcta.

-A lo mejor es que me dio un aire a él. -Murmuró el hermano Lucius presuntuoso.

Quisé negarlo pero como por el momento no había encontrado ninguna imagen del poderosísimo mago calle mostrandole una mirada de incredulidad que le hizo reir. A la hora de pagar, convencimos al novato de que pagara su parte más las nuestras, mucho más grandes y saldríamos a la calle en busca de un carruaje con un chofer de mente débil que nos llevase a las afueras de la ciudad.

-¡Detenganse! -Le ordené anulando por un breve instante la manipulación que el hermano Lucius ejercía sobre el cochero, lo que aturdió al pobre hombre con la consecuencia de que hiciese parar a los leales caballos. -Olvidé que tenía algo que hacer en la ciudad. -

Mis hermanos me miraron extrañados. Me temo que el hermano Lucius se olía mis intenciones sin embargo no me lo impidió, despidiendose de mí, volvería a emplear su poder con el cochero y el carruaje se alejaría dejandome en mitad de una carretera de oscura piedra. Camine por la solitaria y oscura calle hasta dar con un burdel. La despectiva mirada que me dedicó la madam al responderle con respecto a la maliciosa pero obligatoria cuestión de si tenía alguna preferencia me indicó que en efecto, era un ser despreciable como ya me figuraba.

-Comprendo. -Diría la madura mujer una vez finalizadas las pocas pautas que le dí. -Bien, en ese caso, permitame conducirle hasta la señorita Christine. -Me indicaría antes de entrar a un ancho salón en el cúal varios caballeros estaban o bien paseando o bien sentados no muy lejos de la barra de bar que se atisbaba en un rincón rodeados por varias damas engalanadas con provocadores atuendos que emulaban picardias llamativos de claras tonalidades a juego con la clara o rosada piel que no temían desvelar.

Parandose frente a una muchachita que se hallaba tumbada en un largo sofá de terciopelo negro en una postura, ciertamente, vulgar que tensaba la parte inferior de su vestido dejando peligrosamente a la vista su fina y blanca ropa interior, la madam agarrandola de un brazo la obligaría a salir del sofá para conducirme a la habitación en la cúal yaceriamos. Algo desagradable debió de mencionarle al oido pues la apacible sonrisa que tenía en el rostro se tensaría antes de soltar su brazo ya a sólo un paso de mí. Suspirante, pasaría sus ojos de la mujer a mí y tomando cariñosamente uno de mis brazos, se presentaría.

-Mi nombre es Christine pero Ud puede llamarme como desee. -Me anunció alzo ambas cejas mientras exhibía una arrebatadora sonrisa, como probablemente le hubiesen enseñado las damas más veteranas. -Vayamos a un lugar más intimo. -Agregó tirando suavemente de mí.

Habiendo cerrado la puerta con un movimiento de su caderas, que ya había comenzado a tomar forma, se iría desvistiendo con una naturalidad que me avergonzó. Sentandome en el borde de la cama, por la zona central, suspirante intentaba observar su joven y hermoso cuerpo desnudo pero no resultó tarea fácil. Lo deseaba, claro, lo deseaba, sería lo más cercano a una materialización de las apasionadas e incontrolables fantasias que no se iban de mi cabeza con sólo pensar en Aura pero quizás mi sentimiento de culpa era mayor, realizando difícil el alzar la cabeza aunque mis ojos trás mis gafas estuviesen fijos.

-No se mortifiqué por mi edad. Mi madre era fulana también y creáme, es mejor ejercerlo en un burdel que en un callejón de los barrios bajos. -Le escuché comentarme. Quizás mi rubor era demasiado evidente. -Además creo que he sido afortunada en ser escogida por un hombre joven y apuesto como Ud. -

Logró hacerme sentir un poco mejor aunque mi conciencia fuese tán contundente. Quitandome las gafas, la miré arrugando la frente y le confesé mi más oscuro deseo.

-Entonces, ¿no te importará ser mi Aura? -Le pregunté tanteando el terreno. Su respuesta fue simple, encogiendose de hombros, contestó:
-No. -

Eso me bastó para dar el salto. Con una mano le pedí que se acercase para que pudiese disfrutar del tacto de su tersa piel y cerrando los ojos, comenzar a dar forma a la fantasía. No era la aútentica e intocable Aura a la que tanto amaba pero ella podría ser esa Aura a la que sí podía amar. Colocando una mano sobre su delgada esapalda y otra sobre su cabeza para sostenerla percibiendo la sedosidad de sus cabellos también ondulados, la besé en la boca desatando ese deseo que tanto me trastornaba.

FIN DEL SUEÑO

Odié amanecer con una intensa erección sin lograr recordar el motivo. ¡Ya no era adolescente para sufrir esa clase de accidentes nocturnos! Las palabras de la inoportuna Nakuru tampoco me sentaron bien más me ví forzado a suavizar mi mal carácter con ella pues era como una chiquilla y las reprimendas de su amo eran como la peor de las palizas. Dandome una ducha bien fria para aplacar ese repentino impúlso de mi cuerpo contra mi consciente voluntad intenté rememorar algún fragmento del sueño pero como solía pasarme cuando era un niño, costaba bastante. Apoyado contra la pared divida en baldosas de mediano tamaño y sencillos detalles, notando como las frias gota erizaban mi piel a lo largo de su recorrido, pasandome las manos por la cara obligué a mi mente a darme una imagen, como minino, clara de entre todas las pasadas en el sueño. Tozudamente trás haberme secado y vestido adecuadamente, a fin de agradar a cualquier visita o pesado pariente, sentandome en el sillón de alto respaldo que había permanecido siglos en tán excelentes y confortables condiciones procedí a examinar de nuevo los documentos, imagenes y demás reliquias utilizadas a modo de extensa documentación para mi trabajo literario más reciente. Cuando estaba a punto de deprimirme algo vinó a mi mente. Cogiendo una vieja libreta no tardé retener esa breve imagen, la imagen de un circulo magico que me resultó vagamente familiar pero que poseía ligeros cambios. ¡Qué magos más interesantes! Admiraban y conocían la trayectoria de Clow Reed mejor que Shaoran y Sakura.

SUEÑO

-¡Mierda! -Exclamé mientras rebuscaba por todo el que durante tantos años había sido mi despacho, llevandome ambas manos a la cabeza. No podía marcharme sin ellos, pobrecitos, ya que habían sido creados, sería injusto y triste no llevarlos conmigo, aterrizase al lugar que aterrizase, en este o en otro mundo, de cercana o lejana dimensión. -¡Dios mio! No está, ¡No está! -Anunciaría trás haber registrado cada rincón de la habitación a conciencia, trás haber abierto cada cajón e incluso trás haber movido las gruesas estanterias de madera, la mesa y el sillón recubierto por elegante y suave tela aterciopelada rojiza.

Casi me caigo al suelo del ataque de ansiedad que me estaba dando. Había tán poco tiempo, mejor dicho, disponía de tán limitada cantidad de tiempo. Mientras yo me esforzaba en recordar el último escondrijo en que guarde a mis pequeños, una repentina sacudida haría que todo temblase y se desplazase como si estuviesemos padeciendo un terremoto o un desprendimiento de tierra, pero yo sabía, aferrandome como bien pudé a la mesa, que no era ningún ataque proveniente de la maltrecha y enojada Madre tierra, era algo aún peor. Al girarme para acercarme cuidadosamente a la gran ventana que había trás de mí, cuyos cristales se quebraban con rapidez a pesar de haber sido reforzados magicamente, pude comprobar a traves de mis agitadas gafas cuyos cristales se habían roto dificultando mi visión, que habiamos sido descubiertos y todo, todo el edificio sería destruido porque así había sido escrito. Los fuertes muros de piedra era una y otra vez golpeados por compactas bombas que al estallar provocaban las sacudidas pues la magía era la única que aún nos mantenía al igual que al interior del edificio, intactos pero eso sólo sería cuestión de tiempo. Todos lo sabiamos y debido a eso, todos se dirigian apresuradamente a la zona subterranea, en dónde se practicaban los hechizos una vez aprendidos.

-¡¿Qué coño haces todavía aquí?! -Preguntaría una angustiada voz que me obligaría a girar la cabeza bruscamente. Era un hechicero de menor rango, a pesar de su edad. -¡Deberías estar reunido con los demás Hechiceros de primer nivel! -Me avisaría corriendo para agarrandome de un brazo sacarme del despacho, yo protesté:
-¡Ya lo sé pero antes tenía que encontrar una cosa! -

-¡Tú eres más valioso que esa cosa! -Me replicaría mientras corriamos por los largos pasillos que esa parte del edificio poseía tán sólo iluminados de vez en cuando por las fuertes y brillantes ondas de luz que aparecía cada vez que las bombas lanzadas chocaban contra los muros.

Mordiendome los labios, miraría por última vez hacía atrás, hacía el que había sido mi despacho, cuyo interior se volvía más y más pequeño a medida que avanzabamos. Un nudo en el estomago se me formaría ejerciendo fuerte presión sobre mí cuando llegamos a la plataforma que utilizabamos como elevador, tenía la impresión de que no volvería a ver nada de todo aquello por lo que me resultó tremendamente difícil concentrar todo mi poder para hacer que la plataforma funcionase. Las sacudidas se tornaban más y más seguidas y los sonidos de gritos y disparos no se harían esperar. Colocandose frente a mí, para que nos mirasemos cara a cara, ese hechicero colocaría sus manos sobre mis hombros y lloroso, tán lloroso como bien comenzaba a estarlo yo en contra de mi voluntad, se despediría de esta manera:
-Maestro y amo de las dimensiones, que Dios le guie y le guarde... Por que yo ya no podre hacer más por Ud. -

Despúes salió de la plataforma y fuera de ella comenzó a recitar el codigo que todos los hechiceros aprendiamos nada más entrar y debiamos recordar hasta el fin de nuestros días. Fue un momento que jamás olvidare. Llorando, llorando de rabia al saber lo que aquello significaba, conseguí poner en marcha la plataforma. Con las gafas retiradas mis ojos perdieron su color natural dando paso a una tonalidad brillante y plateada, al igual que el simbolo que aparició sobre la superficie redondeada de la plataforma, que descendió a tál velocidad, que me caí de culo a mitad del trepidante viajecito. Del contundente modo en que se detuvó, fuí más que consciente de que había llegado con exito hasta la planta más oculta de todo el edificio, en la parte subterranea, por supuesto pero conocida y frecuentada por muy pocos hechiceros, aquellos de mayor poder y relevancia, como yo. Pestañeando una o dos veces, con toda la espalda y el trasero dolorido traté de ponerme en pie de nuevo. A medida que fuí caminando, al instante de ponerme las apenas servibles gafas, cada zona por la que camina era iluminada como si el propio edificio me estuviese echando un cable, ese hecho siempre me causó gran impresión aunque los demás hechiceros, ya reunidos, me repitían risueños que eso lo producía mi propia mente y poder. Nuestra concepción de la magía era bastante diferente a la de otras epócas o a la que tenían hechiceros y sabios de otras dimensiones y o mundos. Adentrandome en la gran sala circular, todos los presentes, tanto mujeres como hombres, todos de apariencia de similar edad pero de muy distintas edades en realidad, girarían sus rostro hacía mí. Respirando hondo, me acercaría a ellos, el momento que tanto temía había llegado. Todos esos grandes compañeros, amigos y hechiceros morirían para que yo pudiese escapar y seguir viviendo, al igual que seguiría viviendo en mí tanto los conocimientos como la particularidad de mi gente, los hechiceros. Otro momento que jamás podría olvidar de aquella noche fue el recibimiento que me dió el más poderoso y sabio de entre todos nosotros, aquel que también se vió una vez obligado a abandonar a los suyos para formar un nuevo clan de hechiceros. Posando sus ancianas manos sobre mi rostro, sus ancianos pero todavía lucidos ojos, apenas coloridos a causa del tiempo o del uso continuo de magía, parecerían brillar como bien lo podrían hacer las perlas a la luz de la luna. En ellos se apreciaba alegría a la vez que gran tristeza, su voz tembló a causa de la emoción, esa sería su última noche en el mundo de lo material. Quisé decirle tantas cosas pero no había tiempo para hablar sino para escuchar. Sus cabellos eran tán largos, lisos excepto algunos delanteros y blancos que uno no podía saber a ciencia cierta si alguna vez fueron cortos y sus tunicas aún siendo tán suaves y de intensos brillos, no tenían nada que ver con las nuestras, eran como bien podrían serlas la de cualquier Gran sabio, con detalles dorados, mangas largas pero con la parte inferior inflada que recordaban a elegantes alquimistas o inventores de tantos siglos atrás. Cuando dijo mi nombre, no pude reprimir el torreón de lagrimas que recorrieron mi rostro incesantes, tanto que tuve que apartarme las dañadas gafas varias veces, para enjuagarme los ojos.

-Hijo mio, este es el fin de una era pero será el comienzo de otra mejor para los nuestros porque estoy seguro que tu serás mejor patriarca de lo que pude serlo yo. -Diría en voz bien alta, altiva y esperanzada al separar sus manos de mí para materializar una serie de objetos que me a todos nos dejaron bastante sorprendidos. Yo, negaba con la cabeza pues sabía que si hablaba, los llantos distorsionarían mis palabras. -Estos dos objetos te ayudaran a lo largo de tu largo viaje, usalos bien ya que no tendrás oportunidad de recuperarlos una vez sean usados. -Explicaría dirigiendose expecificamente a mí dejandolos en mis manos. Por un instante se me escaparía una pequeña risa pues uno de los objetos que tenía entre las manos era una botella de Absenta, la bebida alcohólica más preciada y peligrosa que podía existir. -Estoy seguro de que a ella le agradará mucho y será un pago justo pues la realicé yo mismo. El otro objeto, ya irás averiguando en que te será de utilidad. Ahora, debemos ponerte en camino. -Concluyó con una amable sonrisa antes de comenzar a realizar lo que parecía un hechizo o una invocación muy compleja, acompañado por los demás hechiceros, que seguían sus movimientos y palabras al unisono.

Guardando con sumo cuidado tanto la botella como el grueso libro o libreta de aspecto antiguo, me limpié por última vez las lagrimas y cerrando los ojos rogué a Dios, fuese llamado como fuese llamado o tuviese la forma que tuviese, que todo saliese bien ya que no habría más oportunidades.

FIN DEL SUEÑO

-Señor Hiragizawa, ¿se encuentra Ud bien? -Preguntó una voz familiar cuyo dueño sería uno de los pocos hombres en quien me gustaba depositar mi confianza, sobresaltandome al posar una de sus manos enguantadas sobre uno de mis hombros.

-S-Si, tranquilo, George, sólo me había quedado traspuesto. -Le hice saber exhibiendo una sonrisa ligeramente avergonzada. Dandome unas palmaditas antes de apartar su mano, el maduro hombre uniformado comentó con la frente arrugada:
-Pues no parecía un sueño muy agradable, lloraba con tanta congoja que me ha asustado. -

Tenía razón pues al pasarme algunos dedos por las cuencas de los ojos, éstas estaban aún humedas al quitarme las gafas y limpiarlas. Me esmeré en quitarle importancia mientras el bueno de George regresaba a su asiento para retomar el rumbo hacía mi mansión trás una amarga sesión con mi psiquiatra. Para la próxima sesión me había recomendado traer algo de lo encontrado en la mansión Reed para debatir sobre sus efectos sobre mí o algo por el estilo. No tenía intención alguna en darle ese placer, ni aún a fin de recuperar la salud mental que todo el mundo decía hacía tantos años que había perdido.

SUEÑO

¿Estaba mal caer enamorado de un guardián? Amor siempre fue tán especial... Yo sabía que mis niños jamás llegarían a ser guardianes como las otras criaturas que otros hechiceros creaban y no tenía nada que ver con el trato que les daba, como si fuesen humanos, sino porque su yo más material había sido destruido. Su yo magíco me consumía mucho poder pero aún así siempre me alegré ya que eso significaba que todavía estaban vivos. Para que pudiesen permanecer conmigo sin llamar en exceso la atención les otorgué esos yoes magicos de mis criaturas a varios niños, chiquillos que realmente parecían necesitar algo de protección y afecto. En el último lugar que había conseguido llegar con exito las cosas eran realmente difíciles. Sin embargo, siendo muy positivos, el siglo en el que me encontraba era el mismo que en mi dimensión, pizca más o menos, el XIX, por lo que no planteó gran problema adaptarme. Al principio creí haber ido a parar a un desierto o a una zona muy lejana a cualquier ciudad o población pues el suelo que sentía bajo las yemas de mis doloridos dedos era bastante arenoso, al ir incorporandome poco a poco y pasar mis manos por mis revueltos cabellos, entre ellos habría cierta cantidad de esa arenosa tierrecilla. Colocarme como era debido mis lentes no serviría de mucho, pues con la caída, los cristales se habían roto en varios trozos habiendo aguantado apenas algunos trozos de cristal sobre la montura. Tuve que forzar mucho mis ojos, casi cerrados, para distinguir a las figuras que aparecerían a lo lejos.
-¿Se encuentra bien? -Escucharía gritar a una de ella, la primera en llegar hasta mí, resultando ser una mujer. La segunda sería un hombre, o eso deduje al no atisbar formas redondeadas o curvilineas en ella. Agarrado por el hombre, cuyos brazos me parecieron tán fornidos como los que bien pudiese poseer el personaje mitologico Hercules, me pondría en pie a pesar del cansino dolor que se avivaba al realizar cualquier movimiento.

-Si, creo que si. -Mentiría yo para no preocupar a aquellos amables desconocidos aunque aún permanecía fuertemente agarrado por el fortachón. La mujer no parecía muy convencida pues volvería a preguntar.

-¿De verdad? Su aspecto dice todo lo contrario. -Se permitiría el lujo de añadir esbozando lo que me pareció una leve pero bonita sonrisa. -Brutus, ¿a tí qué te parece? -Buscaría la opinión del hombre que me mantenía sostenido. Su opinión fue clara y directa:
-Deberiamos llevarlo con nosotros hasta que recupere algo de estabilidad. -

-Sí, eso será lo mejor. -Comentaría ella de acuerdo con el hombre.

-¡Pero si estoy bien! -Protestaría yo soltandome del hombre pero con todo el cuerpo tán dolorido, incluso permanecer en pie por mi mismo, era un duro trabajo.

Sujetandome con rapidez fuí llevado al que era su único hogar y fuente de ingresos, el Circus, Circus. Allí sería alojado de inmediato al único roulot libre que poseían, desde hacía apenas unos meses. Varios de los integrantes de aquella prodigiosa y gran familia me lanzarían toda clase de miradas mientras hablaban entre ellos sobre el recien llegado, o sea, yo.

-¿Cómo se atreven a llevar a ese desconocido al Roulot de nuestro Viktor? -Oiría a una gruesa, muy gruesa mujer preguntar indignada al pasar cerca de ella y el desgarbado muchacho que estaba junto a ella fumandose tranquilamente un cigarillo.

El deje de desprecio que capté en su voz me haría sentir francamente mal, como si no mereciese estar ahí y mucho menos ocupar ese roulot, me haría sentir como un usurpador. Antes de entrar en su interior, alzando un poco la vista podría leer en grandes y plateadas letras:

VIKTOR, EL MAESTRO DE LAS ILUSIONES

Lo cúal sería muy curioso, casi simbólico, para mí aunque en realidad tán sólo se trataría de un eslogán, pues el tál Viktor quien llevaba las representaciones de magía, una magía nada comparable con la que yo era capaz de hacer o con la que Clow Reed o El monje rojo eran capaces de realizar, sólo trucos y juegos de cartas. En el interior sería acomodado en la única cama que se podía encontrar con cuidado, colocando una almohada extra sobre mi espalda. Quitandome las gafas rotas del rostro, la mujer antes de dejarlas en una mesita de oscura madera cercana, examinandolas diría:
-Te prometo que mañana mismo te conseguiré unas nuevas. -

-No es necesario que lo hagas. En realidad, tampoco tenías por qué haberme traido aquí. -Le soltaría yo arrugando la frente mientras se dibujaba una avergonzada sonrisa en mi rostro. -Lo único que te traeré serán problemas. -Le advertiría tratando de incorpararme para sentarme a su lado pero ella girando su cabeza hacía mi, colocando sus manos sobre mi pecho me obligaría permanecer levemente tumbado.

-¿Problemas? ¡Qué tonteria! Si lo dices por los demás, ya se irán acostumbrando a tu presencia. Tú tranquilo. -Me replicaría haciendo un gesto airado al girar una mano. -Además estoy seguro de que Viktor te hubiese aceptado al igual que aceptó a muchos de ellos en nuestro Circus, Circus. -Añadiría con voz entristecida con los ojos puestos en un punto perdido del interior del cubículo. No tardaría mucho en darme cuenta que aquel Viktor debió de ser una persona muy importante para todos, especialmente ella, en el Circus, Circus.

Suspirando profundamente se marcharía llevando mis gafas consigo. Observando el curioso juego de luces y sombras que proyectaba en la pared una hermosa cadena de campanillas de coloridos cristales que los mantenía sujetos y flotantes sobre un lejano rincón del interior del roulot, comence a meditar acerca de que nombre darle a Charlotte, así se llamaba la amable y bella mujer, y a los que serían durante muchos años mis amigos y compañeros en ese lugar. Me figuraba que a medida que fuese recuperandome, tendría que pagar de algún modo toda esa amabilidad y gastos acarreados y no me equivocaba ya que al día siguiente, Charlotte me lo expondría como hacía con todos aquellos que ayudaba, que no eran pocos. Corriendo con energía las oscuras persianas de la única ventana que disponía ese roulot, dejando entrar unos cegadores y molestos rayos de sol, caminando apresurada haciendo resonar sus zapatillas de bailarina a lo largo del espacio del roulot, exclamaría muy proxima a mí:
-¡Es hora de despertarse! ¡Hay mucho por hacer y mucho que quiero que sepas! -

-¡Si, señor! -Exclamaría yo abriendo los ojos desorientado echando las sabanas bajo las mantas que me cubrían a un lado para levantarme de la cama y vestirme. Gracias a Dios el dolor había menguado hasta quedar en un mero agotamiento. Desplazarse por el tiempo, el espacio o las dimensiones es un proceso fisícamente el doble de cansado que cambiar de mero lugar en un mismo espacio y tiempo. Además requiere MUCHA concentración y poder.

Ella mientras me observaría meneando la cabeza divertida con los brazos cruzados, giraría sus ojos allá dónde yo fuera por lo que me tenía bien vigilado. Hasta que no consiguiese salir totalmente vestido, es decir, con una camisa bajo los pantalones sujetos por tirantes, con calcetines bajo el calzado, no me haría entrega de las que serían mis nuevas gafas o la montura de siempre con nuevos cristales. La, por fin, clara visión de Charlotte, me dejaría atontado, como la contemplación de un ser angelical o de un peligroso pero irresistible sucubo. Sus nitidos ojos eran de un azul de ensueño, un azul palido pero cautivador, poseedora de un cuerpo muy femenino y equilibrado resalzado a la perfección por el ajustado y brillante traje, que cubría parte de su torso, su cuello y sus caderas, dejando parte de sus esbeltas y largas piernas al aire excepto más allá de la rodilla y en la otra pierna, los tobillos, de modo parecido a sus brazos, cuyas manos estaban enguantadas a distintos niveles, cuyo color predominante era el azul, un azul igual de clarito que sus ojos. Sus cabellos eran tán negros como la misma noche y levemente ondulados pero esa ondulación sólo se percibía cada vez deshacía su elegante moño entranzado. Cuando logré sobreponerme ante tanta belleza, dije:
-Ahora comprendo lo importante que es tener unas gafas nuevas. -
Ella reiría un poco pero adoptando su actitud de jefa respondería:
-Bien, porque ni te imaginas la clase de cosas que he tenido que hacer para conseguirlas. -

Le lanzaría una mirada de incomprensión pero ella dejaría ese asunto ahí, había otras cosas mejores en las que centrarse como saber quién estaba a la cabeza de Circus, Circus o conocer a los demás integrantes. Charlotte sólo tenía que lanzar un silbido para que cualquiera de ellos apareciera corriendo hacía nosotros. Más que una trapecista o contersionista, esta fascinante dama debería haber escogido la tarea de domadora de fieras, con su marcado caracter y dotes de mando, ningún animal, por muy fiero o salvaje que fuese, se le resistiría. Mi obediente y dulce Amor había ido a parar a su Roulot, lo cúal el día que tuve la oportunidad de adentrarme a él con Charlotte, no podría evitar soltar una pícara risotada.

-Eres verdaderamente brillante, pequeña mia. -Murmuraría colocando mis ojos trás mis gafas sobre la chiquilla pintada bajo el nombre artistico de Charlotte.

El modo en que los expresivos ojos pintados de la chiquilla me guiñaron un ojo me serviría de satisfactoria afirmación a lo que acaba de deducir. Posiblemente ella hubiese influido sobre Charlotte a fin de que estuviesemos más cerca. Mis niños eran, y aún lo serán, así pero estoy seguro que Kerberus o especialmente Yue también eran así. Es por la unión que comparten con el hechicero al haber surgido de esa magía. Era como materializar sueños y deseos o revivir un viejo amor, ya que algunas de mis criaturas habían sido pensadas a modo de regalo para mis estudiantes o para mis personas más queridas como lo fue Aura. Mi dulce y curiosa Aura, de largos, muy largos y ondulados cabellos oscuros y ojos azul verdoso, siempre sonriente y deseosa de hablar conmigo, con su instructor más majareta. Si Amor luce como ella, no era sólo por mi egoísta capricho, es que me gustaba demasiado dibujarla y a su sustituta no le importaba posar para mí. Por mucho que me gustase esa situación, Sí, podría decirse que ellos, muchos de mis niños, así fueron dando conmigo pero darles una forma completa fue un trabajo un pelín más difícil.

FIN DEL SUEÑO

Nakuru Akizuki dejaría de gritar agitando al aprisionado Spinel entre sus manos al verme sentado en el despacho apoyando mis codos contra la mesa de tamaño mediano repleta de libros, todos los documentos y demás hallazgos procedentes o dejados por el Mago Clow. Áquel hombre no era Clow Reed sin embargo sabía demasiado de él y el circulo magico dibujado en su capa o gastada túnica seguía resultando similar al del Mago Clow pero tampoco me cuadraba la idea de que fuese un familiar no mencionado por el Mago Clow. ¿O sí? Como mi memoria se había vuelto caprichosa y poco colaboradora, me pasé una buena temporada sumido en una nueva examinación de aquellos viejos trozos materiales de una vida y un personaje que se me antojaba un igual, el yo que se ocultaba trás el velo de confusión que me enfermaba.

-¿Qué haces? Amo Eriol. ¿Comprobando que los tipejos de la editorial han sido cuidadosos con tu legado? -Querría saber de inmediato la chica con expresión de gata maliciosa en su rostro al adentrarse al despacho corriendo.

-Qué tonto eres, ¿es que no ves que el Amo Eriol anda metido en algúna investigación? -Le espetaría con una sonrisa burlona el pequeño gato de peluche negro entrecerrando sus grandes ojos de minino. Lo que enojó a Nakuru que ejercería mayor fuerza en juntar sus dedos asfixiando al animalito.

-En realidad, estoy intentando dar sentido a algo. -Les hice saber apartando la vista un momento del cuaderno de oscuras cubiertas de cuero o terciopelo para mirar a mis cotillas pero símpaticas alucinaciones. Spinel inquirió antes de desmayarse entre los dedos de Nakuru:
-¿Sobre Ud, es decir, sobre Clow Reed o sobre la criatura magica que juró venganse de Ud? -

Le miré preocupado a la par que inseguro.

(Sakura)

SUEÑO

Ni nuestra hermana Amor ni nuestro hermano Caos se alejaban de Padre. Aunque que Amor se mantuviese cerca era entendible pues ella era como aquella niña que tantos quebraderos de cabeza le trajó a Padre, además ella lograba que Padre continuase queriendonos, merecía estar con él como un verdadero guardián lo habría estado sin embargo que nuestro hermano Caos hubiese adopta ese rol, a más de uno nos daba mala espina pero nos teniamos que aguantar, él así de claro nos lo dejó a todos los que decidimos ir con él. A veces siento que nuestra hermana Amor tiene razón y Padre ya no es el mismo. Llorando le he pedido perdón miles de veces. Yo procuré mantenerlo en un estado de ensoñación hasta que su mente y su alma fuesen reunidas tál y cómo me encomendó nuestro hermano Caos pero todavía me siento culpable. Yo me ocupó de que tenga tranquilos y bonitos sueños por lo que puedo estar en su dormitorio hasta que es momento de despertar. A menudo, muy a menudo, Amor se queda horas y horas mirandolo fijamente, con expresión examinadora sentada a su derecha, cuidadosa de no ensuciar demasiado los bellos trajes que Padre confecciona para ella. Su cabello es tán largo y ondulado que cae por toda su espalda y hombros cúal tupido manto oscuro hasta finalizar en el suelo. A veces nuestra hermana Recuerdos y yo hemos tenido envidia de ella pero como Padre dice que cada uno es especial, se nos pasa pronto.

-Amor, ¿por qué me miras siempre así? -Le preguntó en una ocasión Padre, estando todos presentes, bueno, todos los hermanos que decidimos ir con Caos para ser correctos, arqueando una ceja dirigiendo sus ojos hacía ella entre receloso y curioso. -¿Tán feo soy? -Bromeó risueño. ¡Me gustó mucho su breve risa!

-¡No diga eso, Padre! -Exclamó entonces nuestra hermana azorada. -¡Ud es muy atractivo! ¡Además yo le amo tál y cómo es! -Añadiría sin percatarse de que todos la mirabamos y escuchabamos, lo que al instante siguiente avivó el sonrojo en su rostro. Incluso nuestros invitados lo escucharon desde su lejano rincón.

Los ojos color rubí de nuestro hermano Caos brillaron maliciosos o eso me pareció un instante antes de posarlos en la timida Amor. Padre inclinandose un poco del siento en el cúal estaba sentado sostendría el rostro de nuestra hermana Amor situado bajo su mentón una mano cerrada y dedicandole la mirada más dulce y bonita que alguien pueda dedicar a otro, le respondió:
-Lo sé, Amor. Yo también te quiero. Te quiero muchísimo. -Trás unir sus labios suavemente a los de Amor como los caballeros descritos en las novelas y los cuentos, se giraría hacía Caos, quien tendría entornados sus ojos color de penetrante rojo mientras esperaba su muestra de afecto, añadió. -Y a ti, os quiero a todos. -Al despegar sus labios del apasionado Caos, en pie nos miraría a todos los demás extendiendo sus brazos y manos como un sacerdote.

¡Y nosotros a él! Fuimos en su busca por miles y miles de mundos, realidades y dimensiones en su busqueda, preguntamos a miles y miles de sabios y hechiceros, siempre sin perder la esperanza de volver a estar junto a él de nuevo. Todos nos miramos entre nosotros y nos alegramos pero al girar la cabeza y observar a nuestros invitados, ninguno de ellos parecía igual de satisfecho que nosotros. Nuestras hermanas Deseo y Petición estaban junto a ellos aferradas a uno de sus brazos detrás de una niña y un niño. En sus rostros se apreciaba disgusto y tristeza, quizás al ser apartados de sus mundos, especialmente en el hombre de oscuros y sedosos cabellos recogidos en una larga coleta, ojos claros detrás de gafas de forma redondeada como las de Padre y envestido por unas ropas curiosas, túnica negra con una luna y un sol bordado en plata y oro más dueño de un poder magico bastante parecido al de Padre. Llevandome una mano a la boca, meditaría las palabras de nuestra hermana Amor. A lo mejor era eso lo que ponía a Padre triste y lejano pues eran dos hechiceros que admiraba y respetaba desde la más tierna infancia y no consideraba justo retenerlos en nuestra jaula de cristal. Más, Deseo y Petición estaban atadas a la voluntad de los niños por lo que no iba a ser fácil liberarlos.

FIN DEL SUEÑO

-¡Mago Clow! -Empece a gritar batiendome contra las sabanas y mantas que envolvían mi cuerpo. -¡El mago Clow me necesita! -Continué gritando hasta despertar a mi incómodo acompañante de aquella noche.

Aquello no me iba a ayudar pero era tál mi estado de histeria y rabia pues sentía que tenía que hacer algo, que soñar con ese hombre significaba algo pues rara vez lo veía ante mi con tanta nitidez, siendo la última yo una niña.

-¡Sakura, cálmate! -Oiría ordenarme la voz tán masculina y agravada de mi hermano mayor, Toya, de pie junto a mi cama. -¡No era real! ¡Has tenido una pesadilla! -Intentaba hacerme entender, con la esperanza de que lograse estabilizarme pero no hubo manera y se vió forzado a llamar a una enfermera.

Entre Toya y ella, fuí lentamente apaciguada a medida que más sedantes se deslizaban por los cables de goteo recien intercambiados por los anteriores, cuyo liquido había ido cayendo hasta el momento. Mis ojos se cerraron pesadamente al igual que mis brazos caían como si pesasen una barbaridad. La figura que aprecié sentada en una mesa lejana apoyada contra un gran ramo de flores menearía su gorda cabezota anaranjada con redondeadas orejas. ¿Asi cómo ibamos a ser capaces de hacer algo?

FanFic CROSSOVER CCS Prólogo

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NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Los personajes de CLAMP, pertenecen exclusivamente a CLAMP (Sólo aquellos cuyo nombre no reconozcais, son cosa mia) Los personajes de Slayers pertenecen a Hajime Kanzaka
Historia narrada en primera persona, según Sakura y según Eriol generalmente excepto en el Prólogo y el Epílogo.
Sí, hijos mios, como esta humilde escritora y fan tiene sus parejas favoritas pero no le importa arriesgarse con otros canones amorosos, en este FanFic Crossover, hay de todo XD
Se supone que por culpa de la liberación de nuevas y extrañas cartas encontradas por Eriol se produce un peligroso resultado pues una de las criaturas selladas para vengarse del osado mago que la sella, se va con el grupo de criaturas malas, naciendo Distorción que distorsiona y lo cambia todo en las vidas de Eriol y Sakura...
Espero que os guste, es una aútentica locura pero creo que puede entreteneros bastante. Además si necesitais info, sólo teneis que hacermelo saber ^^
Dedicada especialmente a Choco Chan, que me ayudó a avivar la loca idea y tornarla tán dramtica como romantica XD
ADVERTENCIA: Puede que haga mención a algunos hechos ocurridos en otros mangas/animes como el de Slayers o de las CLAMP como xxxHolic o TRC. (Perdonadme si en alguno no soy muy precisa, TRC es un poco bastante complicado XD)

"Puede que te encuentres con las mismas personas en diferentes mundos. Esos que fueron buenos contigo en un mundo, puedes estar seguro de que seran igual en otro." Yuuko Ichihara - Personaje relevante en el manga/anime de xxxHolic

FanFic Crossover
CLAMP - Welcome To Hell
El futuro es como un castillo de arena

PRÓLOGO

A medida que conseguí ponerme las gafas mientras me iba levantando del suelo poco a poco a causa de lo debilitado que me encontraba del viaje y la dura llegada hasta áquel lugar con apariencia de gran salón, en el cúal un poderoso rey recibiría a sus destacados invitados o atendería tareas reales, fuí percatandome de la imponente presencia de un hechicero. Sus túnicas eran amplías y negras, muy negras pero brillantes como si su tejido fuese suave terciopelo. Con algo de color en los largos puños y en el cuello. En su rostro se hallaba una sonrisa pero el fruncir de sus finas y largas cejas me indicaba que no parecía muy agradado con mi visión. Aún poseyendo unos marcados rasgos, era un hombre atractivo, bien conservado y emanante de un intenso poder magico. Sentandose en lo que parecía un elegante trono, esculpido con esmero y de seguro para otro hombre, alzaría un brazo y exigiría a una muchacha de rizados y largos cabellos de un negro tán negro como la noche, saber mi identidad o al menos, qué hacía frente a él.

-Xing Huo, ¿por qué motivo ha sido traido este hombre hasta mí? Mi tiempo es muy valioso y lo sabes. -Hablaría con una voz capaz de paralizar a cualquiera. La muchacha no tardó en responder, previamente haciendo una reverencia:
-Mi señor, fue encontrado no muy lejos de las ruinas. -

Era una muchacha muy hermosa, con una figura bien curveada para su poca estatura sin embargo su voz producía un efecto menos agradable, melodiosa pero maliciosa, que te invitaba a desconfiar de ella. La expresión de molestia en el temible hechicero cambió y sus ojos brillarían al alzar una ceja. Algo tomaría forma en su mente en ese instante, nada bueno podía ser cuando sus ojos no se apartaron de mi desde ese momento.

-Dime, ¿te ha enviado esa bruja para espiarme? -Preguntó con un tono de voz que me pusó los pelos de punta. Calmado y aparentemente simpatizante pero en el fondo cargado de ira hacía la persona mencionada.

-¿A-A qué se refiere Ud? -Fue mi atropellada respuesta, arrugando la frente y sonriendo nervioso.

Echandose a reir, unas carcajadas que me rocordaban a las que todo villano ha de soltar, cerrando los ojos mientras apoyaba levemente parte de su rostro contra su mano izquierda, dijo:
-Si es obra tuya, Yuuko, he de admitir que ha tenido su gracia. Jamás imaginé que guardases artimañas como esta, ¿acaso no era yo el tachado de tramposo? -

Girando forzosamente mi cabeza hacía atrás, sobre la pared se encontraba un ovalado espejo de grandes dimensiones que en cuya superficie apareció la imagen de una mujer de aspecto joven y meláncolico sentada con la mirada perdida sosteniendo entre sus manos un vasito triangular de blanco color a juego con su ancho traje ¿oriental? La muchacha haría un gesto de desprecio pero el hechicero en cambio mostró una enigmatica sonrisa, perdiendo por un leve momento fiereza sus ojos. O esa impresión me llevé. Supongo que siempre veo aprecio dónde no lo hay.

-No sé de que me hablas, Fei Wang. -Le contestó la bella mujer de delicada apariencia. En su voz creí apreciar desazón.

-¡Ni se te ocurra mentirme maldita bruja! -Le espetaría el hechicero, convencido de que ella me había enviado hasta ese lugar. -Puedo percibir en él tu poder magico. -Añadiría retomando la calma perdida un instante anterior.

La mujer suspiró y cerró sus ojos hasta que trascurrido un largo y silencioso rato, exhibiendo una sonrisa de disimulada satisfacción, replicó, dejando sobre la larga tabla de madera en que estaba sentada su vasito para cubrirse la boca:
-Pues yo en cambio, notó el poder magico de Clow. -

La criatura oscura y regordeta que estaba junto a su lado aferrandose a una botalla igual de alta que ella, agitaría su cabeza para asentir varias veces. Con una ceja levantada y los ojos entrecerrados pero luminosos, agregó:
-¿No se tratará de una de las sorpresitas de Clow más bien? -

La reacción de Fei Wang, muy comedida eso sí, no fue como la mia. En su despejada frente una fina vena se marcaría mientras fruncía el ceño y apretaba su mandibula. Las carcajadas de la mujer que se encontraba al otro lado y la criatura a la que miraba debían de resonar en su cabeza dañando su desproporcionado ego. La muchacha debía de saberlo pues le dirigió una mirada de temor.

-¡Lo dudo! -Bramaría el hechicero sin poder contener la rabia que se prodigaba por su cuerpo golpeando el antebrazo de madera del asiento. Todos centramos nuestra atención en él, que dibujandose una retorcida sonrisa en su rostro a la par que en sus ojos se cuajaba un destello de desafio y arrogancia, añadió. -Pero si así se tratase, comprobemoslo. -

Puesto en pie movería sus brazos y manos como si se dispusiese a crear algo, de entre sus dedos surgirían unas figuras negras amorfas que rápidamente se abalanzarían contra mí. Ni la denominada bruja ni la criaturita prosiguieron bromeando, ambas observaron el ataque de Fei Wang con los ojos abiertos hasta el limite y la boca ligeramente abierta. Yo, sin comprende a qué se debía el ser atacado, como principal impúlso de supervivencia, intenté huir pero aquello que iba trás de mí era más rápido y por desgracia, todavía mi cuerpo estaba acostumbrandose al traspaso de dimensiones. Al caer, todo lo que pudé hacer fue emplear mis brazos bajo las largas y aparatosas mantas que me cubrían.

-¡No me hagan daño! -Grité asustado, notando como mi corazón latía con un ritmo acelerado, cerrando los ojos. -¡Yo no he venido a espiar a nadie! -Les hice saber suplicante.

Pero aquellas cosas negras no lograrían infringirme mal alguno pues se vieron bruscamente detenidas produciendose un cegador destello. Verdaderamente, cuando Fei Wang apartó el brazo que tapaba sus ojos a modo de protección ante tál luminosidad, se quedó sin palabras al reconocer el circulo magico trazado en mitad del salón, conmigo precisamente en su centro. O al reconocer gran parte de las luminosas figuras que lo conformaban.

-¡No puede ser cierto! -Gritaría el hechicero negandose a aceptar lo que la bruja había mencionado. -¡¿Qué clase descendiente sería este, pues?! -Preguntaría lanzando otro grito de mayor altura, desconcierto y furia. Él conocía de cabo a rabo todos los descendientes del Mago Clow pero yo, jamás había oido hablar de mí y así debía de ser.

-¡Eso no es de vuestra incumbencia! -Le respondió una voz que sólo sería familiar para mí. Abriendo los ojos mientras relajaba mis brazos sentado en el suelo comprobé que él estaba allí en verdad, sosteniendo en una de sus manos una extraña criatura, pizca más o menos, similar a la oscura pero más grande y toda ella fulgurante. -Regresemos antes de que nuestra presencia disturbe más el equilibrio. -Me diría tornandose más agradable y dulce su tono de voz al dirigir sus ojos hacía mi. Asentí con los ojos llorosos.

Agarrandome a él como un chiquillo que sólo encuentra seguridad en su padre, me preparé para el siguiente viaje. Su segura sonrisa me dió fuerzas. Antes de arreglar lo que yo había liado, girando la cabeza para contemplar a la inigualable en belleza y poder Yuuko Ichihara, entornando sus ojos de clarísimo color sentenció:
-Me alegra comprobar que los años no hacen mella en su belleza, señorita Ichihara. -

El rostro de la bruja enrojeció intensamente, poniendose en pie perdería las formas:
-¡¿Quién demonios te crees que eres para dirigirte a mí con esa confianza?! -

-Además su fascinante carácter tampoco ha variado mucho. -Añadiría consiguiendo hacernos reir a la criatura oscura y a mí. -¡No esperaba volver a verla pero me ha alegrado mucho! Le deseo suerte con lo suyo. -Se despediría dejando aún más molesta a la bruja, que no podría hacer otra cosa más que ser participe de nuestra partida y borrado de memoria.

Para Fei Wang, Xing Huo y Yuuko Ichihara, aquello no habría sucedido nunca, por lo que seguiriamos siendo unos extraños a ojos de La bruja de las Dimensiones o incluso, unos individuos inexistentes. Con respecto al recuerdo que el lugar pudiese albergar de nosotros, al ser usada la magia, la criatura que había llevado consigo mi salvador se tragó toda esa esencia, lo que incrementó su tamaño un poco más, variando su aspecto fisíco. Fuera del recipiente en el cúal moraba llegaría un punto en que sería difícil de desplazarla pero eso para él no presentaba tanto problema como para nosotros, sus hijos. Sentandose a mi lado, en mi confortable cama, acariciando mis cabellos insistiría en que no intentase desobedecer a mis superiores.

-Elemiah, ¿comprendes ahora por qué no todavía no te es permitido salir como a otros chicos? -Me decía con su frente arrugada, con el susto aún en el cuerpo. -Tú nunca serás como ellos, tú eres mucho más especial y siempre lo serás. -Se esmeraba en recordarme, lo que sólo lograba hacerme sentir más idiota por intentar algo que en el fondo sabía iba a ser más perjudicial que beneficioso. Besando en la frente me recomendó descansar.

-Antes me gustaría saber algo, ¿ese Clow del que hablaban es el mismo Clow que tú conociste en uno de tus viajes? -Me atreví a preguntarle agarrando su brazo para retenerlo.

-Si, es probable que sí lo sea. Aunque haya mundos y realidades diferentes, el alma no varía. -Me respondió dedicandome una encantadora sonrisa. Respiré hondo y le cuestioné lo que tantos años me ha perseguido:
-Ese tál Fei Wang habló de sus descendientes, ¿hay una posibilidad de que yo también sea descendiente de Clow Reed? -

El silencio fue la peor de las respuestas. Soltando lentamente su brazo de entre mis dedos, suspiró y dijó fingiendo no haber oido semejante e importante pregunta:
-Cierra los ojos y descansa, ahora lo que más necesitas es reposo. -

Estoy seguro de que áquel al que todos nos referiamos como Padre deseaba que al ir pasando el tiempo lo olvidase o esa duda quedase enterrada como una pequeña caja bajo la arida e internimable tierra del desierto pero al tenerle frente a mí, al hombre y al mago cuyos conocimientos tanto nos habrían aportado, la cajita sería desenterrada pero nunca llegué a tener el mismo valor a preguntarselo. Sin embargo, mi cuerpo siempre mantuvo el recuerdo del encuentro con Fei Wang, pues no morí pero una especie de marca en mi piel me indicaba que podría hacerlo en cualquier momento al consumir toda mi esencia. Todo, tarde o temprano daría pie a un gran problema...

FanFic Los amores del Mago (Capítulo extra)

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El hijo del Clow y la Yuuko de esa realidad alternativa o adversa de la que me pusé un día a pensar con sus hijos gemelos XD Espero que os guste ^^


NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Los personajes de CLAMP, son obviamente, creación exclusiva de CLAMP (Excepto aquellos cuyo nombre no identifiqueis)
Esta es una historia aparte dentro del FanFic, que he añadido a modo de regalo para todos aquellos/as que hayais ido leyendo este FanFic ^^
¡ADVERTENCIA! Se situa en una realidad alternativa o adversa, en la cúal Clow Reed y Yuuko Ichihara no temen admitir sus sentimientos hacía el otro ^^ (Un pcoo CROSSOVER también es)

FanFic ClAMP - CCS
El mago y su otra realidad

-Clow, ¿se puede saber por qué he despertado aprisionada por un sínfin de flores? -Preguntaría una hermosa y estilizada dama de oscuros y largos cabellos a juego con su elegante y provocador kimono nada más abrir las grandes puertas que daban al extenso jardín que la residencia Reed poseía en Tomoeda lanzandose sus enigmaticos y languidos ojos color castaño pero de fulgor carmesí hacía su amado, que se encontraba sentado a la sombra de su árbol favorito, un alto y florido cerezo. -¡Casi muero asfixiada! -Agregó dandole mayor exageración a lo ocurrido habiendo llegado hasta el sonriente y tranquilo mago.

-Sin embargo aquí sigues. -Observó Clow sin apartar la mirada del grueso libro que sostenía entre sus claras y firmes manos de alargados dedos. -Y por lo que oigo, llena de vitalidad, como siempre. ¿Significa esa pregunta que no te ha gustado mi regalo? -Añadió meditabundo, fingiendo desolación.

La hermosa dama pusó los ojos en blanco parada ante el particular pero romantico mago antes de descruzar sus brazos para colocar uno de ellos en su cadera mientras dejaba ligeramente flexionado el otro y replicarle:
-¿Regalo? Resulta que ni hoy es el día de mi cumpleaños ni estamos en el mes en que cae. -
-Lo sé y por eso me tomo la libertad de hacerte regalos cuando menos te lo esperas como el de esta mañana. -Le expondría entonces Clow afable alzando colocando una pequeña y aplastada flor rosada de cerezo a modo de marcapaginas pues sabía que su amada y temperamental bruja de las dimensiones no le dejaría ni un instante más para concluir su lectura. -Bien pensado, haberte dejado cerca un buen vino hubiese sido mejor idea. -La provocó mientras se ponía en pie quedando ambos hechiceros a igual altura ya que tanto ella como él era bastante altos.

-¡Exacto! -Sentenció Yuuko señalandole mientras levantaba una ceja. -Por tu torpeza, querido cuatrojos, tendrás que prepararme una fastuosa cena acompañada del mejor vino que tengas. -

-¿Sabes? Cuando te pones así, eres mil veces peor que la madrastra de Cenicienta. -Le comentaría Clow risueño. Le encantaba la tirania de la que hacía gala su amada como contrataque a sus bromas y sorpresitas romanticas. Hechas muy conscientemente de lo poco que le agradaba a Yuuko esas cosas. Habiendo echado a andar para adentrarse a la majestuosa mansión nuevamente, la bruja agitando la mano como si espantase moscas imaginarias, diría:
-¡Deja de quejarte y dirijamonos a la tienda! -

Envestidos con sus ropas más apropiadas y carismaticas, la bruja y el mago se trasladaron de la mansión a la tienda de los deseos uniendo su magia. Los guardianes del mago Clow se quedarían al cuidado de la mansión Reed hasta el retorno de sus verdaderos dueños. Moro y Maru les estarían esperando impacientes sentadas en mitad de un largo pasillo de madera con sus manos sosteniendo sus aniñados rostros. A veces los clientes eran atendidos y satisfacidos por Yuuko y otras veces era Clow el encargado pero siempre fuese cúal fuese el que tomaba el mando, el otro le contradecía y se entrometía lo finalizaba en un trabajo ejercido por ambos hechiceros. Era un negocio prospero y entretenido. Estando Clow ordenando el amplío almacen que poseía la tienda repleto de tesoros otorgados por los clientes como pago, pues estaba claro quien de los dos hechiceros se esmeraba en dar una imagen impoluta y correcta a la hora de trabajar, Moro y Maru irrumpirían en mitad de todo el silencio y el espacio que albergaba esa habitación en cuyas paredes había mil estanterias de madera para indicarle, a su manera, lo que Yuuko deseaba.

-¡Clow-San tiene que irse ya! -Gritaría Moro, siendo ella el ser con apariencia de niña con los cabellos más cortos y ondulantes hacía su cara con dos pequeños moños atados por largas cintas a juego con su vestido.

-¡Clow-san puede irse ya! -Soltaría la otra, dueña de unas largas coletas que caían a su derecha y a su izquierda, siendo la llamada Maru.

Lleno de paciencia, dedicando a ambos seres, una encantadora sonrisa, el mago respondió;
-Está bien, Moro, Maru, en cuanto acabé de colocar esto último, vuelvo a casa. -
Pero la femenina voz que le gritó forzando a que alzase el cuello bruscamente le ordenó:
-¡De eso nada! ¡Mañana tendrás tiempo para terminar de ordenarlo! ¡Mi cena en cambio ha de ser hecha cuanto antes conque ya puedes ir corriendo a hacerla! -

Moro y Maru reirían sin parar ante la expresión de fingido fastidio que pusó Clow antes de levantarse y encaminarse, sorteando con cuidado los objetos que aún quedaban por agrupar en las estanterias, hasta la puerta. Parandose ante su inflexible amada, que se apescaba con descaro en el marco de la puerta, le susurró al oido, retirandole algunos largos y negros mechones de su sedoso cabello:
-Lo que mi Yuuko-Chan diga. -

Al apartarse de ella para continuar su camino el mago se llevaría una mano a la boca para ocultar la pícara sonrisa que se estaba dibujando en su rostro al imaginar cúan roja de verguenza y furia se habría puesto Yuuko, quién le lanzó una mirada asesina. Yuuko odiaba ser considerada más joven que él pues ella se consideraba igual de experimentada en la vida como él. Trás haberse esforzado a fin de dar gusto al exquisito paladar de la bruja de las dimensiones, el mago y la anteriormente mencionada bruja disfrutaron de un banquete digno de reyes, poniendole la guinda al pastel, el compartir con su amada la bebida más peligrosa y ciertamente, afrodisíaca que pudiese surgir de la naturaleza. Absenta. La bebida que Clow guardaba para ocasiones altamente especiales dada su altísima concentración de alcohol.

-Clow... Creo que esto no es vino. -Se percataría achispada dama rechupandose los labios, avivando el amargo sabor del néctar prohibido, sentandose de manera no muy propia de una dama en el alargado sofá de rojo terciopelo complementando a los sillones que había en el salón, siendo el favorito de su amado, el poseedor del respaldo más alto y distinguido.

-¿Ah no? -Se haría el tonto el mago plenamente sabedor de que se la había vuelto a dar. -¿Y qué crees que es entonces? -La retó a descubrirlo manteniendo una de sus finas y negras cejas alzadas sin apartar sus azulados ojos de ella. Lo único que el mago había cambiado en la bebida era su color, un verde que se suavizaba con el añadido de un terrón de azúcar humedecido por el agua empleada para rebajar la mezcla. Dando otro trago a su copa de cristal con los ojos cerrados y el morro exageradamente torcido a causa del amargo sabor, la bruja probó suerte:
-¡Esto es Anis! ¡Y el Anis está amarguísimo! -

Clow rió, cerca pero todavía no había dado en el clavo, lo que irritó a Yuuko. ¡Ya había vuelto a gastarle una broma! Con el alto contenido en alcohol que recorría sus venas, abandonaría el sofá rojo descendiendo de éste como una gata y gateando, pues cada vez que trataba de ponerse en pie y caminar, todo daba veloces vueltas a su alrededor, iría hasta el entretenido mago sentado en su sillón favorito, de igual tonalidad roja pero alto respaldo.

-¡Eres un chico realmente perverso! -Le espetaría posicionandose encima, consciente del deseo carnal que iba a despertar. -¡Mira qué cambiar un exquisito y dulzón vino por Anis!Pero me las vas a pagar, mi querido cautrojos. -Le amenazaría con una traviesa sonrisa antes de besarle en los labios.

¡Así era Yuuko! El mago sabía que si jugaba adecuadamente sus cartas la tendría cuando quisiese pero prefería poner las cosas difíciles pues le encantaba las reacciones tán contradictorias de su esposa, por lo que le replicó trás tomar aire al separar sus labios de los de la bruja cuyo color se mantenía de un apasionado rojo:
-¿Lo dices en serio? Justamente cuando te he ofrecido a probar el licor más valioso y complicado de adquerir que existe. ¡Qué decepción! Pensaba que una dama con tán buen beber apreciaría al Hada verde. -

La expresión de sorpresa e incredulidad fue todo lo que Clow deseaba contemplar en ella en ese momento. Usando sus manos para atraerla de nuevo y unir sus labios a los de la bruja le susurraría algo, algo que definitivamente sobrepasó a la bella dama, que frunciendo el ceño gritaría valiendose de sus brazos y manos para alejarse del que era su esposo.

-¡¿Un hijo?! -Pudó oirse por toda la amplitud de la sala hasta llegar al jardín, en el cúal Kerberus y Yue se encontraban. -¡Definitivamente tienes que estar muy borracho para atreverme si quiera a proponermelo! -Continuó gritando esforzandose en liberarse de los brazos del mago que se negaban a dejarla ir.

-¡Como Kimihiro Watanuki! -Exclamó el mago ignorando las quejas y gritos de la bruja al besarla nuevamente. -Alguien que se ocupe de mis guardianes, de la tienda y mantenga nuestro legado a salvo. -Le iría comentando mientras desabotonaba la larga hilera de botones que el vestido de Yuuko poseía.

Suspirante pues sabía que cuando a ese mago se le metía algo en la cabeza podía llegar a ser muy cabezota, menearía la cabeza y colocando un dedo sobre los rosados labios de su esposo sentenció:
-Está bien pero tú te encargarás de cuidarlo y educarlo. -

Dada su condición sus labios se fusionaron con los del mago mientras cerraba los ojos dejandose llevar por las intensas sensaciones que le arrollaban, en parte, gracias a la Absenta consumida. Amarga pero de gran poder afrodisiaco y alucinogeno. El roce de los dedos del mago por su espalda descubierta era realmente agradable como ser tocada por un ser hecho de seda lo que aumentaba la necesidad de sentir más piel dando pie a desprover al mago de sus ropas ahí mismo, cayendo sus largos y oscuros cabellos sobre toda su espalda como si alguien hubiese lanzado una manta de fino tejido. El tacto, la vista, el oido, incluso el olfato, todos sus sentidos estaban hiperdesarrollandose pero ella sólo permitía a una parte de ellos actuar así. Con los ojos cerrados comenzaría a gemir al notar como la lengua del mago trazaba un camino por su cuello y sus activas manos retiraban todo lo posible la parte superior de su oscuro vestido de estrecho talle. Sonriendo, sólo rompería el contacto para librarse del vestido. La inesperada caida de la bruja, haría reir sonoramente a ambos. Al abrir los ojos y encontrarse a limitados centimetros del mago, cuyos ojos se habían tornado más embrujadores que en otras ocasiones, Yuuko sólo podría dejarse caer sobre el suelo de madera suavemente como una princesa desvanecida. Los besos de Clow acelerarían su respiración y nuevos gemidos se elevarían provocando que los guardianes que los escuchaban a una distancia media se mirasen. Kerberus fue capaz de percibir en su compañero y hermano que celos silenciosos atacaban su corazón de cristal pero no era nada nuevo. Moviendo sus orejas, Kerberus al instante siguiente reconocería los gemidos añadidos. Eran de su Amo y creador.

-¿Sabes? No estaría nada mal que me dieses placer oral ¿O sería demasiado pedir? -Le comentaría el mago a la bruja trás liberar su impaciente y erguido sexo de sus pantalones.

-¡Demonio cuatrojos! -Le gritaría ella todavía con fuerzas. -¡Soy tu esposa, no tu puta! ¿Por qué no le dejas esa labor a Yue? -Agregaría tán bella como maliciosa, como una aútentica bruja mientras se acariciaba apróposito ante su esposo, a punto de reventar.

Al abrirse de piernas entre descarada y serena, permitió al mago adentrarse en ella por la puerta principal en su oculta cueva, tán calida y humedecida que en pocas embestidas sería invadida por un estallido de placer blanco mientras ambos, bruja y mago disfrutaban el torbellino de placer que les provocaba tál unión, tocandose y besandose. Sólo el disminuir de la chispa y unas bruscas nauseas los separarían a mitad de la noche. Al regresar Yuuko a donde debía estar Clow menearía la cabeza con una vaga sonrisa en su cansado y sudoroso rostro, cruzandose de brazos se dijo a sí misma que más que un esposo poseía un criado pues todo había sido recogido durante aquella horrible hora echando bilis. Ladeando la cabeza con los ojos entornados su mente pasaría de Clow a su futuro hijo. ¿Él también sería igual de irritablemente apuesto y particular? ¿Otro cuatrojos al que molestar? Cada mes que iría trascurriendo más ganas tendría de descubrirlo.

FanFic CROSSOVER xxxHolic 3

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NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Los personajes que aparezcan de xxxHolic o CCS no son mios, son creación exclusiva de CLAMP
Los personajes que aparezcan de Slayers son creación exclusiva de Hajime Kanzaka
El resto sí puede que sean mios excepto Fei Wang LOL
Contada en primera persona ^^
Espero que os guste. Probablemente muchas cosas os costarán de entender pero eso es porque es un crossover. De todas maneras está contado desde el punto de vista de Yuuko, Clow y posteriormente Watanuki también, con que tranquilos ^^

"Una vez que hayas decidido algo, no lo puedes resentir" Clow Reed - Personaje relevanta del manga/anime de CardCaptor Sakura

FanFic Crossover
CLAMP - Welcome To Hell
El mago más poderoso del mundo

A pesar de ser plenamente consciente de que esa mañana no me encontraría igual de vital y despejado como otras mañana trás una duelo interminable entre Yuuko y yo a fin de comprobar infaltil e innecasariamente, cúal de los dos bebía y aguantaba más cantidad de alcohol saqué todas las fuerzas que pudé y me levanté bien temprano pues no era mi estilo quedarme hasta bien entrada la hora de comer. ¡Luego tendría un espacio de tiempo muy limitado para satisfacer el exquisito y amplio apetito de mi camarada! Desde que mi fiel y buena Sayumi había comenzado a entrar en el declive físico que daba la considerable edad cercana a los cien años me tomé muy enserio en limitar sus labores como sirvienta aunque ella continuaba empeñandose y esforzandose en cumplir con su deber por completo. Habiendo echado hacía un lado las sabanas y mantas que nos habían cubierto a la pequeña Soel y a mí durante toda la noche, suspiré al contemplar a la dormida Soel agitandose suavemente al sentir la ausencia de mantas sobre su redondito cuerpo. Arrugando la frente me debatí en despertarla o dejarla dormir hasta que se despertase por sí misma. Abriendo sus grandes y fascinadores ojos sin previo aviso, la pequeña exclamaría:
-¡Si Clow se levanta ya, Soel también! -

¡Dios! Su aguda vocecita fue como el golpear de grandes y viejas campanas de cualquier catedral. Sin darme cuenta la mano que mantenía cercana a Soel fue dirigida y colocada sobre mi sien mientras mi frente se arrugaba un poco más y mis mandibulas se tensaban ligeramente. La pobre Soel poniendose rápidamente depie se llevaría sus manitas a la boca y musitaría, muy bajito:
-Perdona a Soel, Soel no se acordaba de que despúes de beber Clow tiene resaca. -

-No importa, sólo procura no alzar mucho la voz. -Le respondería yo esbozando una frágil sonrisa La pobre mia asintió aún con sus manitas colocadas sobre su boca. -Por favor, Soel, no olvides decirle a Yue y a Kerberus que no alboroten también. -Añadí antes de ver como ésta caminaba hacía el final de la cama para saltar a la mesita de noche.

Siendo de la misma altura, más o menos, que la lampara que tenía en mitad de la lisa superficie de madera bajo un tapete blanco, la pequeña Soel se entretenía apagando y enciendola susurrando Luz, no hay luz como un niño fascinado con un acontecimiento tán sencillo y normal para el resto pero nada más oir como el espacioso armario que disponía era abierto, toda su atención iba dirigida a mí sentandose sobre el soporte plateado de la lampara. La gema que tenía incrustada en la parte de su carita que sería la frente brillaba de un rojo intenso identica a la que tenía la criatura cuya imagen y poderes traté de copiar o adaptar junto a Yuuko. Cada vez que presentía o preveía que mi camarada iba a reunirse conmigo escogía el traje oriental que ésta me regalase un Día Blanco siendo ese uno de los pocos obsequios que materiales que me ha hecho esta inusual hechicera. La pequeña Soel aplaudiría con ojos iluminados, le encantaba verme vestido así, todo de blanco como ella con algún que otro detalle de brillante azul más el añadido de caprichosos estampados, siendo la figura de una media luna el más elaborado.

-¡Clow está perfecto! -Se le escaparía anunciar en una estridente exclamación al salir del cambiador plegado a un lado no muy lejano del armario con telas repletas de dibujos representativos de flores y grullas como el primero que ví en la residencia del clan Li.

Agachandome para que Soel pudiese lanzarse y acoplarse a uno de mis hombros, alcé una ceja trás hallar y colocarme las gafas y dar una forma más definida a mi animada compañera. Dandome aires de divo le comenté que entre los personajes celébres de Inglaterra no sólo era considerado poderoso y encantador sino que también muchas damas y algún que otro caballero habían reconocido mi atractivo. Soel pestañearía y diría:
-Como Yuuko... Aquí en Japón. -

-Más me temo que no es lo mismo, Soel, ella se ganó una fama un tanto injusta al contrario que yo pues todo el mundo la ha temido a pesar de haber acudido a ella en alguna que otra ocasión. -Le aclaré pensativo como rememorando algunas de las cosas que la gente me dijo sobre ella a modo de advertencia. -Pero si te refieres a belleza y poder, sí, somos bastante parecidos. -Añadí rápidamente a fin de que la pequeña Soel no se entristeciese.

Al salir del dormitorio, todo lo más costoso de realizar para Sayumi habría sido hecho por mí como alisar las sabanas y mantas para después posicionar sobre ellas la tupida colcha y gruesos cojines por lo que mi criada se llevó una sorpresa que aceptó resignada teniendo así que usar sólo el plumero o pasar una balleta humedecida por la madera. Sin decir palabra trás una costosa inclinación se adentraría a mi dormitorio y posteriormente a otras habitaciones de esa planta. Ver a la Mokona blanca desayunar, de igual tamaño a un panecito o una bola de arroz, era divertido teniendo en cuenta la ansiedad y destreza con la que devoraba todos los panecillos rellenos de crema que dispusé en un plato. Además de activos, mis creaciones eran como chiquillos glotones. La infusión reparadora sabía fatal pero me figuré que debido a la filtración de las hierbas. ¿Llegará el día que se inventé una medicina con sabor agradable? Atenuandose el dolor de cabeza, me pondría manos a la obra reuniendo un montón de libros y notas referentes al asunto que debía solucionar y al cúal Yuuko se sentía forzada a reunirse conmigo. Al cobijo del más grueso y hermoso de mis árboles, resultando ser un cerezo de maravillosas y rosadas florecitas en primavera, resoplando me sumergiría en la compleja pero interesante lectura de teorias de diferentes cientificos en relación a otros posibles universos y paradojas temporales pero con respecto a ésta última sólo hallé algo parecido en una novela de ficción, escrita por Mark Twain. Dejando el libro junto al resto me lamenté cerrando los ojos hasta que una familiar esencia rodeó mi tranquilo rincón alterando a la pequeña Soel, que se esforzaba por trepar por la pila de libros dejados a mi derecha. Su frente su arrugó y su cuerpecito comenzó a estremecerse como si presintiese un peligro inevitable. Acariciandola dije:
-No tienes de qué asustarte, Soel, Clow se encargará de que todo vaya bien. -

Creía que su estremecer era debido a la preocupación pero el dueño de esa esencia tán familiar, tán mia por irónico que pareciese, se colocaría frente a mí y hablaría obligandome a dirigir mis ojos hacía él.

-Me duele comprobar que aún continues con tus planes contra mí y mi deber. -Diría con la vista fija en mí. Sus ojos brillaban fieros aunque su ancha frente estuviese ligeramente arrugada suavizando un poco su duras facciones. Era Fei Wang y no vendría por mero aburrimiento pues desde el primer instante en que apareció no parecía tener otra cosa en mente más que realizar mi deseo fallido.

-Pues a mí me duele que no comprendas que si ese deseo falló es porque no debía ser cumplido. -Le repliqué con igual sinceridad. -Y ni se te ocurra preguntar por qué lo pedí pues, en ese momento tomé esa decisión. -Añadí ahorrandonos una pregunta tán enrevesada como su propia respuesta. Fei Wang ya la conocía.

-Supongo, que ahora es cuando te pondrás en pie y pedirás que desaparezca ¿no? -Me espetó con gesto arrogante cruzandose de brazos. -Quiero que te quede claro, Clow, no voy a desaparecer por mucho que lo desees, no hasta que el deseo que originó mi existencia sea cumplido. -

Poniendome en pie cargando conmigo a la pequeña Soel en una mano y los libros en la otra meneando la cabeza antes de levantar la cabeza dedicandole una sonrisa, le respondí:
-¡Oh Fei Wang! Me decepcionas si crees eso... Con que te marches a otro mundo, uno al que puedas hacer tuyo, me contentaré. -

Dicho eso emprendí el regreso al interior de mi mansión. Optando por dedicar mi esfuerzo y animo en la persona a la que esperaba con mayor ilusión dejando los libros en la biblioteca justamente en el hueco que había quedado comencé a preparar una comida digna de reyes. Mi pequeña se quedaría jugando con Kerberus y Yue, que de algún modo se me antojaban como sus hermanos mayores. Sentandome en mi sillón favorito, todo él de terciopelo rojo con alto respaldo esperé con una pícara y malintencionada sonrisa a que Yuuko llegase. Cerrando los ojos escuché cada pequeña perturbación cercana o lejana expectante. Al apreciar unos rapidos pasitos abrí los ojos para coroborar que el pequeño Larg acababa de adentrarse al salón, lo que causó gran gozo en la pequeña Soel sin embargo su apático saludo a Soel me hizo pensar que Larg no se encontraba tán animado con en otras ocasiones.

-Larg, hoy no pareces muy animado. -Le dije y al instante que el pequeño ser negro fijó su atención en mi, añadí a fin de hacerle reir un poquito. -¿Ya ha vuelto Yuuko a gruñirte por ser el vencedor en el desafio de anoche? -

Él negó bruscamente agitando hacía ambos lados todo su esponjoso cuerpecito.

-¡No pero Yuuko es una bruja egoísta! -Sentenció apretando sus puños y cerrando fuertemente sus ojazos de gato. Reí, tuvé que reir porque eso no era nada nuevo pero Larg lo soltó como si fuese un hecho recien descubierto. -¡Yuuko sólo ayuda cuando le da la gana y eso no está mal! -Añadiría en otro grito con su vocecita chillona como sacando toda esa rabia que contenía su pequeño cuerpo negro y redondeado.

Al rato un griterio desesperado se apróximaba, siendo sin duda su realizadora mi sofocada camarada que en pocas zancadas se plantó en mitad del amplío salón con cara de muy pocos amigos. Larg y yo nos miramos como presintiendo al mismo tiempo que nos iba a caer toda su furia sin razón. Yuuko poseía una gran belleza pero esa belleza iba acompañada por un mal genio terrorifico. Sólo Yue, mi guardián lunar tuvo el coraje de exponer en voz alta lo que el resto pensaba.

-Qué mujer más ruidosa. -Anunció levantandose del suelo y cruzandose de brazos, con la mirada fija en ella.

La expresión de fastidio en el rostro de Yuuko fue divertísima. Incapaces de retener las carcajadas, todos excepto mi ángel y mi camarada, reimos hasta más no poder. Su enojo no hizo otra cosa más que crecer pero esmerandose por mantener una calma aparentemente indiferente avanzando hasta la zona en la cúal nos encontrabamos dijo:
-Ya veo que así es como trabajas tú. ¡Durmiendo cómodamente en tu sillón toda la mañana! -

A lo que yo podría haberle narrado todos los eventos trascurridos desde que me levantase al amanecer pero preferí continuar jugando con el chisporroteante fuego.

-¡Oh vamos Yuuko! -Le repliqué mientras me sentaba de una manera más apropiada desplegando una sonrisa de esas que tanto le molestaban viendola detenerse con ambas manos sobre las caderas y los ojos entrecerrados. -Ya sabes que no hay nada mejor que dormir la mona un buen rato para retomar fuerzas despúes de una buena borrachera. -

-¡Pero serás irresponsable! -Me regañó gritando aún más fuerte. Realmente era una mujer sorprendente, con un resacón como el que debía de estar teniendo y no paraba de gritarme toda clase de improperios que yo aguanté maravillado ante tanta enérgia hasta que la pobre Soel salió en mi defensa:
-¡Eso no es verdad! ¡Clow y Soel se despertaron muy temprano esta mañana! -

-¿Es eso verdad o sólo es un intento desesperado de salvar tu pellejo? -Me interrogaría al instante siguiente trás pasar sus ojos de la Mokona blanca a mí desconfiada. Aquello había arruinado mi plan de enfadarla por lo que un pelín molesto le reproché a Soel su ayuda:
-Soel, ¿por qué has tenido que decirlo? -

-¡Oh! ¡Perdona a Soel, Soel no sabía que no podía decirlo! -Exclamó la pequeña Soel bajando la vista como si se sintiese muy arrepentida pero a los pocos instantes despúes frotandose su cabecita con una manita reiría cerrando sus grandes ojos. Larg también empezó a reir y mirandome dijo:
-Yuuko sí que es dormilona. -

Aquello debió de ser para mi camarada el colmo de la humillación por lo que intenté hacerle comprender al pequeño Larg que si ella pasaba más tiempo que yo dormida era porque empleaba la magía más a menudo pero me dió la impresión que eso hirió más su autoestima pues sin decir palabra pero con un brillo fulminante en sus ojos de fuerte castaño que parecían tornarse carmesí al centellear se dirigió hacía el comedor a fin de degustar y criticar mi comida. Recordando el triunfo que fue obsequiarle chocolate en San Valentín le ofrecí un trozo del pastel de chocolate que había preparado para todos mis niños.

-Como de costumbre te has pasado con el tamaño. -Me dijó al contemplar el grueso trozo de pastel que había preparado como postre, todo de delicioso chocolate. -¿Acaso te has propuesto cebarme como a una vaca? -Añadió con intención hiriente como de costumbre.

-Un pajarito me dijo que te gustaba mucho el chocolate. -Le informé haciendome el interesante sin darle importancia a sus malvadas palabras. -Además se me ocurrió que esto te haría más agradable la visita. -Agregé con una amplía sonrisa ladeando un poco la cabeza, sosteniendo mi rostro entre mis manos por la barbilla.

Que mirase a Larg antes de disponerse a comerlo me pareció curioso pero comprensible ya que Soel y Larg compartian muchas cosas entre ellos valiendose de sus capacidades telepáticas. Larg se percató de que era mirado pero continuó con la cabeza gacha hasta salir del comedor. Dentro del cuarto que tenía a modo de despacho, adoptando un aire sereno y centrado antes de tomar mi asiento frente a mi camarada fuí desplegando por la mesa de tamaño mediano todo lo más reciente que había ido tramando y con cuidado acercaría a Yuuko una bebida con la que tentarla pues sabía que ella estaría deseosa de que un buen whisky estuviese en mitad de la mesa.

-Esto es asqueroso. -Me hizo saber sacando la lengua poco después de dar un sorbo a su taza. -¿Qué ha pasado con la excelente colección de licores y vinos que escondes en tu minibar? -Demandó saber maliciosa.

-Oh eso... ¿No se lo ha contado Soel a Larg? Ya no bebo. -Le respondí calmado pero en el fondo expectante ya que sabía que Yuuko no se lo iba a tragar. Chupandome la yema del dedo indice pasaría algunas hojas de mi último cuaderno. -Si no te parece mal, me gustaría continuar explicandote esto. Es muy importante. -Añadí conferiendole prioridad al asunto por el cúal estabamos reunidos en el despacho.

-Cuatrojos mentiroso. -Murmuró ella deshaciendose del resto de la bebida vertiendola apróposito al suelo con una sonrisa retorcida. -Un hábito requiere una necesidad de ser conciente de ello, y tú, precisamente tú, nunca lo has visto como algo de lo que tuvieses que deshacerte, por lo que... ¡Antes de ponernos serios, traéme el mejor Whisky que tengas! -Agregó golpeando la mesa con la taza como hubiese hecho cualquier borracho en una taberna.

-Mira que eres beoda. -Suspiré incapaz de mantener la seriedad por más tiempo -Eso sólo conseguirá que mañana tu resaca sea más desagradable. -Le mencioné arrugando la frente sin dejar de sonreir.

Agitando su mano, me daba a entender que le daba absolutamente igual su salud. Reí suavemente diciendome a mi mismo que era la dama con vicios más masculinos que podía haber conocido y que aún siendo algo inapropiado, me encantaba porque así podiamos beber juntos. Quien tiró de mis ropas no fue otro más que el pequeño Larg, arrodillandome escuche lo que parecía querer decirme.

-¿Podrías convencer a Yuuko para que ayude al último cliente que tuvo? -Me pidió al levantar su carita con grandes y casi llorosos ojos. -Larg ha estado pensando y se le ha ocurrido que si Clow se lo pide a Yuuko, Yuuko a lo mejor lo haría. -

-Bueno, podría intentar hablar de ello con ella. -Le respondí acariciandole sosteniendo con la otra mano la botella de Whisky que sacrifiqué para contentar a Yuuko. La sonrisa de Larg fue tán linda. Asintió y echó a correr de vuelta al salón.

Finalmente de vuelta al despacho sentandome frente a Yuuko me dispusé a hablar sobre el problema que se había formado entre ella y el pequeño Larg, al principio sólo para comprender que les estaba separando pero luego porque desee aportarles algo de ayuda mientras ella encontraba satisfacción en cada sorbo que daba de mi mejor whisky.

-Larg está enfadado con Yuuko porque a Yuuko no le ha dado la gana de ayudar a un mago venido de otro mundo. -Trás un largo suspiro, añadió mirandome fijamente a los ojos. -¿Comprendes o necesitas que te lo dibuje? -

En un principio creí que el alcohol le había afectado demasiado rápido pero recapacitando y guiado por la posibilidad de no ser el único capaz de obrar tál proeza, las veces que uno quisiese, la curiosidad se apoderó de mí. ¿Cómo sería ese mago? ¿De qué extraño mundo vendría? Un montón de dudas nacieron en mi desviando la conversación al extraño cliente del cúal Yuuko, con una borrachera que no tardaría mucho en crecer, se estaba cansando de hablar.

-Sería fantastico conocerle... -Suspiré como lo habría hecho una muchacha fascinada colocando una mano sobre la otra contra mi rostro. ¡Yuuko era tán afortunada de conocer a gente así gracias a la tienda! -Oye Yuuko, ¿me lo presentarías si fuese esta tarde a tu tienda? -Le solicité saber con tono de voz emocionado.

-¡¿Qué?! -Alcanzaría a gritar ella derramandose la bebida alcoholica bajo su barbilla, recorriendo su mentón y cuello hasta llegar a empapar más de lo debido. ¡Ni os imaginais el apuro que pase! Ella limpiandose la boca con el dorso de su mano izquierda mientras sostenía la botella con la derecha, me espetó -¡Ni lo sueñes! ¡Tienes cosas más importantes que hacer que sociabilizar con mis clientes! ¡Además dudo que vaya a ser tán idiota de volver! -

-¿Estás segura? -Me sentí impúlsado a inquirirle, naciendo una traviesa sonrisa. -Si mal no recuerdo, la tienda atrae a gente con un gran deseo por realizar. Si ese deseo todavía no se ha realizado, ¿quién puede asegurarte que la tienda lo perciba y lo vuelva a acoger a fin de que sea realizado? -Le recordé satisfecho y feliz de retener información así de valiosa.

Yuuko pareció haberse quedado sin oportunidad de replicar o protestar para su frustración pues abrió la boca pero no salió palabra alguna lo que originó que cerrase los ojos con fuerza mientras apretaba los dientes pues odiaba darme la razón. Sin embargo trás otro largo y definitivo trago a la botella acaparada de Whisky algo para usar contra mí llego a su cabeza pues alzando sin previo aviso el brazo cuya mano sostenía la botella señalandome con ésta soltó:
-¡Muy bien! Digamos que tienes razón y vuelve a aparecer por la tienda y hago realidad su deseo, ¿cómo lo hago? Resultando ser su deseo salvar la magia de su mundo. -

Fue como recibir un contundente e inesperado porrazo por la espalda. Me desconcierto e incomprensión se debió de ver muy claramente pues abandonando su asiento con un vigor renovado y una amplía sonrisa en sus labios aún poseedores de un fuerte tono rojo se alejó en busca del pequeño Larg para poner punto y final a todo el asunto.

-¡Espera! -Exclamaría yo siguiendola todo lo veloz que pude. -¡¿No te gustaría hablar más sobre ello conmigo?! -Le pregunté casi jadeante corriendo detrás de ella pero me llevaba bastante ventaja, por lo que cuando llegué hasta el último lugar por el que había oido sus pasos, ya habría abandonado todo el lugar teletrasportandose.

Un largo suspiro salió de mi boca mientras dejaba mi cabeza caer cansado y derrotado. Conociendola no debía conferirle una exagerada importancia, habría formulado esa pregunta para luego irse dejandome con la boca abierta más me casi creí atisbar en su voz inseguridad. Chascando la lengua al levantar la cabeza me dije que no sería nada que ella, la poderosa bruja de las dimensiones no pudiese solucionar. Caminando hacía el gran salón para reunirme con mis guardianes y Soel encogiendome de hombros me mentalicé para una monotona tarde. Los días siguientes no fueron nada del otro mundo, trabajo e ingenuosa intrucción para Soel, la cúal tendría que ir desplegando y controlando el incontable poder que albergaba desarrollando diversas habilidades como la capacidad de sentir auras poderosas, teletrasportar objetos y personas o viajar por diferentes mundos pero al cabo de un tiempo sin recibir una nueva visita de Yuuko y Larg me preocupé.

-Soel, ¿no te parece extraño que Yuuko no haya venido en todo este tiempo? -Le comentaría pensativo mirando a la pequeña Soel desde mi sillón levantarse de un salto del suelo para mirarme sosteniendo entre sus manitas un lapiz poco más alto que ella misma.

-¡Preguntemosle a Larg! -Me propusó ella ladeando sútilmente su cabecita y cuerpo blanco. Instantaneamente cerrando sus ojos comenzó a despedir una suave luminosidad, estaba concentrada en contactar mentalmente con su compañero. Pasado un rato, Soel pestañearía desvaneciendose su luminosidad y con una vocecita llorosa anunciaría. -¡Larg dice que Yuuko está muerta! -

Aún teniendo en cuenta lo que deseé reteniendo a Yuuko de algún modo inexplicable y que va contra toda ley natural, oir que Yuuko estaba muerta como en aquella ocasión me aceleró el pulso y violentamente me pusé en pie concentrando todo mi poder para desplazarme hasta dónde ella estaba. Los desgarradores llantos de las ayudantes de Yuuko guiandome hasta su dormitorio a toda prisa me indicó que todos se habían convencido de que Yuuko ya no estaba entre los vivos.

-¡Mago Clow! -Sollozaba Maru agarranda a mi brazo derecho.

-¡Mago Clow! -Sollozaba igual de intensamente Moro aferrada a mi brazo izquierdo.

Ante la puerta corrediza entreabierta, tragué saliva como en aquella ocasión y echandole valor entré tirandome al suelo y avanzando hasta ella arrodillado. Su cuerpo bajo las sabanas que la cubrían parecía no perder la luz que lo envolvía. Sus ojos estaban relajadamente cerrados y para mi alivio su pulso era estable más para mi confusión al pasar mi mano por su rostro, éste estaba caliente como si unas altas fiebres la poseyesen. No era fiebre, de eso estaba seguro pues Yuuko se estaría estremeciendo sudorosa entre suspiros. El pequeño Larg, que no se apartaba de ella, se incorporaría un poco para asegurar que estaba allí realmente y que su emborronada visión no le engañaba. Asentí con una frágil sonrisa y girando la cabeza hacía las aflijadas niñas trás la puerta comencé a poner algo de estabilidad en el lugar. Durante el tiempo que me quedé cuidando de ellos y de Yuuko, la tienda estuvo temporalmente cerrada, creando un nuevo sello magico que nos garantizase eso con la ayuda de la carta Candado. Sólo Soel y Larg se encargaban de traer las provisiones que les encomendaba.

-¡Perdona a Larg Yuuko! ¡Larg no sabía que ese deseo era tán grande! -Fue lo primero que le diría el pobre Larg a Yuuko el día que ésta por fin despertó de su particular letargo llorando con una angustia y una culpabilidad que golpeaban su pequeño cuerpo y corazón.

Yuuko movería sus ojos de Mokona a Mokona, luego irían hacía Moro y Maru parandose en mí, el único que parecía desentonar en la habitación sentado a su lado con una sonrisa esperanzadora en el rostro.


-¿Qué demonios haces tú aquí? Cuatrojos. -Fueron sus hostiles palabras entrecerrando los ojos mientras apartaba la mano con la que pretendía acariciar su rostro. Más que nada para comprobar que su piel había recuperado una temperatura normal.

-¿No es obvio? -Le respondí orgulloso. -Como al cabo de una semana no regresabas en tí, Larg se preocupó muchísimo porque generalmente ese es el tiempo que tardas en recuperarte trás cumplir un deseo difícil, se lo comentó a Soel y ella llorando desesperadamente me lo contó a mí, lo que me valió de excusa para estar a tu lado cuidandote. -Le retrasmití retocando algún que otro detalle.

-Cuando esté mejor, te vas a enterar, mago degenerado. -Me advirtió al breve instante de separar mis labios de los suyos trás ese corto momento en que le robé un beso encontrandola tán encantadora recien salida de un sueño, sin comprender cúan preocupados nos había tenido a todos.









FamFic CROSSOVER xxxHolic Epílogo

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NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Los personajes que aparezcan de xxxHolic o CCS no son mios, son creación exclusiva de CLAMP
Los personajes que aparezcan de Slayers son creación exclusiva de Hajime Kanzaka
El resto sí puede que sean mios excepto Fei Wang LOL
Contada en primera persona ^^
Espero que os guste. Probablemente muchas cosas os costarán de entender pero eso es porque es un crossover. De todas maneras está contado desde el punto de vista de Yuuko, Clow y posteriormente Watanuki también, con que tranquilos ^^

"En este mundo no existen las coincidencias... Sólo lo inevitable"
Clow Reed y Yuuko Ichihara - Personajes muy relevantes de CLAMP

FanFic Crossover
CLAMP - Welcome To Hell
Deseo distorsionado

EPÍLOGO

Todo a mi alrededor es oscuridad pero no me asusta encontrarme en medio de ella como si hubiese sido atrapado por esta pues puedo percibir con una claridad casi escalofriante la presencia y poder de alguien que me es muy apreciado. Notando mis ojos humedecerse, un grito se me escapa rompiendo el silencio en áquel espacio alejado de la razón o la lógica.

-¡¿Yuuko-san?! -Es el nombre que nombro siendo éste repetido en un eco que se pierde en la oscuridad hasta desvanecerse. -¡Vamos, deja de jugar conmigo y aparece de una vez! ¡Sé perfectamente que este sueño es obra tuya como pasó la otra vez! -Le exigiría al cabo de un rato sin obtener nada más que un irritante silencio.

Apretando los puños mientras inspiraba cansado de esperar a que ella se decantase por revelarse ante mí, fuese del modo que fuese, comence a caminar pero para mi sorpresa y frustración me costaría horrores moverme como si cada una de mis piernas pesase una barbaridad. Jadeante a causa del esfuerzo y empeño en continuar caminando en la oscura nada grité:
-¡Muy original, Yuuko-san! ¡Pero te equivocas si crees que voy a quedarme esperando a que aparezcas como un idiota! -

Entonces fue como si ella me liberase de unos gruesos grilletes en mis tobillos pues sin previo aviso eso que pareciese hacer mis piernas más pesadas y costosas de utilizar se anuló pudiendo yo moverme libremente ligero como una pluma. Pasandose la eúforia estúpida por la libertad de movimiento que experimenté volví a detenerme. Algo había cegado mis ojos pero fue tán rápido y resplandeciente que no conseguí identificarlo. Quitandome las gafas para frotarme los ojos suavemente con expresión de desconcierto y fastidio al rato murmuré:
-Esta mujer no tiene remedio... Siempre le ha encantado torturarme. -

-¿Eso es lo que crees? -Me inquirió una voz muy cercana y familiar. -Entonces no tendría sentido que aún desees verla ¿o sí? -Añadiría cobrando esa voz la figura de una mujer inolvidable para mí.

Alta, estilizada a la par que muy curvilinea, dueña de unos ojos castaños que parecían brillar con un intenso tono rubí a juego con el carmín de sus labios y poseedora de unos larguísimos y negros cabellos que caían perfectamente alineados camuflandose con su oscuro y sensual kimono con algún que otro detalle o dibujo rojo como el pañuelo adquerido a su blanco torso gracias a unos cordones. ¡Yuuko por fin había decidido aparecer ante mí! De la impresión me caí de culo quedando sentado ante ella. Toda la oscura superficie en la que estabamos se cubrió de simbolos luminosos a la par que una gran circunferencia era trazada quedando de ese modo Yuuko y yo en su brillante interior. Abriendo la boca y mis ojos trás mis gafas hasta el limite grité estupefacto:
-¡Este circulo magico no debería aparecer! ¡No estoy usando magia!

Ella se echó a reir y alzando una ceja replicó:
-Pero la persona que ha creado este sueño para tí sí. -

-¿Y quién otro salvo tú podría hacer eso? -Grité frunciendo el ceño mientras me ponía en pie todo lo deprísa que me fue posible siendo observado por la tranquila y pícara bruja. -¡Dios! ¡Esto no tiene ni pies ni cabeza! -Me lamentaría llevandome una mano a la cabeza hasta que a mi mente llegó el nombre del hombre al que en alguna que otra ocasión había oido mencionar a Yuuko. -¿Podría ser esa persona ese tál Clow Reed del que tanto hablabas? Si mal no recuerdo dijiste que era mago... -

El aullido que lanzó esa loca fue tán sonoro que casí temí quedarme sordo interrumpiendome a la par que sobresaltandome.

-¡CÓMO TE ATREVES A SIQUIERA SUGERIR ESO! ¡ESE CONDENADO CUATROJOS NO TIENE NADA QUE VER EN ESTO! -Fueron los gritos que se prodigaron a lo largo de la infinita oscuridad.

Sin lugar a dudas Yuuko seguía sintiendo algo por ese mago, aunque ella se empeñase en decirme que eran meros conocidos. Hacía tanto que no me gritaba que incluso me emocioné. Con un brillo de nostalgía en mis azulados ojos y bufando por la nariz me disculpe riendo con la frente arrugada como en tantas otras ocasiones alzando ambas manos.

-Vale, vale, el tál Clow Reed no tiene nada que ver. -Repetí. -Pero entonces, si ni tu ni él lo habeis creado para mí, ¡¿quién ha podido ser?! -Agregué llevandome ambas manos a la cabeza revolviendome el pelo desesperado.

-Y eso ¿qué importancia tiene? -Me espetó Yuuko cruzandose de brazos resoplando. -A lo que deberias prestar más atención es a lo que he venido a trasmitirte, Kimihiro Watanuki. -El modo en que su voz se suavizó me pusó los pelos de punta al decir mi nombre y apellido, calmandome la miré extrañado pero sereno ya que como ocurriese con el otro sueño, del cúal hubiese trascurrido ya tantos años, tuvé el presentimiento de que lo que iba a decir a continuación iba a ser muy importante. -Cuando el cliente aparezca y te pida realizar su deseo, no lo hagas.
-¡Pero eso sería muy cruel por mi parte! -Repliqué una vez escuchada y procesada toda la información dada llevandome la mano izquierda al pecho negando con la cabeza. -Además, ¿por qué no? -Añadí deseando saber el motivo, si es que había algúno.

Suspirante y con expresión entristecida ella musitó:
-No debería decirtelo pues es algo que no te atañe pero si eso te ayuda a hacer caso a esta advertencia, te lo diré. Él no debe saber quien es en realidad pues conociendo el inmenso poder que ha ido estableciendose en él podría atraer graves consecuencias al tratar de encontrarse con su verdadera familia. -

Una vez entregado el mensaje agachando la cabeza alzó un brazo y señalandome con un dedo a la frente, lo último que pudé ver fue como de éste brotó algo contra mí. Cerré los ojos automaticamente al mismo tiempo que apretaba los dientes al abrirlos de nuevo me encontraría tumbado en el confortable sofá de terciopelo oscuro que esa sala poseía siendo la sala favorita de su anterior dueña, Yuuko Ichihara. Áquel sueño me dejaría bastante tocado. Nunca antes mi jefa me había solicitado nada parecido, es más en múltiples ocasiones era yo quién debía atender los deseos de los clientes más inusuales. Suspiré incorporandome justo a tiempo para que las inquietas y serviciales Moro y Maru se adentrasen en la gran habitación con Mokona no muy lejos de ellas dando saltos. Colocandome rápidamente mis gafas para verlas más nitidamente sonreí y les pedí saber el motivo de su intromisión.

-¡Doumeki ha venido a verte! -Exclamaron ambas niñas mirandose entre ellas antes de responder.

-¿En serio? -Comenté apoyando algunos dedos contra mi barbilla pensativo. -Últimamente se ha vuelto más pesado que de costumbre. -Mascullé abandonando el sofá para recibir a mí incansable ayudante y forzoso amigo. ¡Ojalá Himawari fuese igual de pesada! Mokona siendome igual de veloz que si fuese un conejo negro sentenció:
-Watanuki siempre te estás quejando de que Doumeki venga pero siempre corres a recibirle. -

Lo que insinuó continuaba molestando pasasen los años que pasasen como si hubiese algo más que amistad entre Doumeki y yo. Girando la cabeza para lanzarle una mirada fulminadora, la regordeta criatura negra reiría consciente de que aún era fácil de provocar. Definitivamente el hombre joven parado al final del largo pasillo de madera era Doumeki Shizuka. Alto y fornido bajo su elegante traje de sobrios colores, pelo bien cortado negro y expresión de pocos amigos en su cara de rasgos marcados pero atractivos.

-¿Vas a quedarte ahí parado todo el día o vas a invitarme a unas cervezas? -Fue su encantador saludo. Alce ambas cejas notando como un tick que creía curado regresaba y le dije con una tensa sonrisa indicandole el interior con las manos:
-No claro, pasa, sientete como en tu casa... Como haces siempre. -

A medida que le conducía hasta una de las salas que daban al jardín iba oyendo detrás nuestro las risitas tapadas por una mano de Moro y Maru. Sentandose de mala manera en las tablas de madera y dejando a un lado su cartera de cuero de oscura tonalidad y fuerte olor dijo aflojandose poco después su larga corbata:
-Has vuelto a soñar con algo importante pero que no has conseguido entender ¿verdad? -

Asentí antes de ir a por las cervezas que tanto deseaba beberse Doumeki perplejo. A veces Doumeki parecía más brujo que yo. A la vuelta, cargando una redondeada bandeja con tres cervezas bien fresquitas oir las carcajadas de Doumeki y Mokona me hicieron temer lo peor pero también me pareció genial que en la tienda se respirase un ambiente tán distendido y agradable. Mokona aseguraba que Doumeki le recordaba a un tál Fei Wang y cuanto más lo negaba él, Mokona más reía señalandolo.

-¡Ya era hora! -Me soltaría el risueño pero cansado Doumeki poniendose a mi altura para coger su cerveza y dandole un largo trago añadir. -Jamás había necesitado tanto una cerveza en mi vida. Mokona se ha convertido en un bromista de cuidado. -

-Me alegro. últimamente andaba muy bajo de animos. -Le respondí con una radiante sonrisa. Beber y mirar al cielo no era una actitud muy sana. -Aunque me fastidie admitirlo, todo mejora cuando tu estás cerca. -Se me ocurrió decirle.

-No te pongas sentimental y dime de qué iba el sueño que has tenido. -Me exigió retomando su apañado asiento golpeando con la palma de su mano un tramo de madera junto a él en el que sentarme. Mirando hacía el cielo un momento, obedecí cuidadoso de que nada en la bandeja cayese.

Él me escuchó sin decir palabra, con el ceño fruncido como habría hecho en otras ocasiones. Sus almendrados ojos brillarían tornandose casi dorados. Doumeki podía ser muchas cosas pero había que admitir y agradecer que poseyese una capacidad de escucha como la que poseía ya que al rato, solía sentirme mejor y sus consejos eran igual de buenos como los de su abuelo. Dando un último trago a su cerveza, que hubiese ido siendo vaciada de cuando en cuando durante lo que duró mi exposición del sueño más mis recelos, el sereno universitario sentenció:
-Pues no te quiebres la cabeza y no concedas ese deseo como Yuuko te ha pedido. -

-¿Y ya está? -Pregunté voz en grito mirandole recriminante.

-Ya está. -Me confirmó él arrugando el bote de cerveza sin dificultad. -Si Yuuko dijo que no lo hicieses, será por algo. -Agregó cerrando los ojos mientras levantaba ambas cejas pero al abrirlos y seguir viendo mi cara de reproche y shock me diría. -Yo confió en la palabra de Yuuko. -Lo que provocó que se me erizase la piel. Ciertamente esa bruja loca nos había cambiado la vida.

Quisé decir algo pero de repente toda la tienda se desbordó de una esencia magica que a todos nos alteró, especialmente a Larg, que arrastraba una gran tristeza por muy buen actor que fuese. Lo fascinante era que mientras yo y las ayudantes de Yuuko percibiamos el poder de Yuuko Ichihara, la Mokona nos anunciaba a agudos grititos que percibía a Clow. ¿Eso era posible? En la mirada que Doumeki me lanzó se apreciaba el mismo asombro que en la mia.

-Moro, Maru, ¿podriais indicar al cliente que estamos en el jardín? -Pedí a las ayudantes de Yuuko, las niñas asintieron tragando saliva y salieron disparadas a cumplir con mi orden.

Así yo podría disponerlo todo para darle una recibida apropiada. Mokona enganchandose a mi olguero kimono con agilidad gatuna me rogó poder acompañarle poniendome sus ojitos más suplicantes arrugando la frente y agachando sus alargadas y finas orejas. Mi buen amigo Doumeki se pusó en pie sin embargo no ayudó en nada, sólo dirigiría sus ojos allá por dónde yo apurado me movía. Para cuando Moro y Maru llegaron gritando con expresión de disgusto en sus aniñados rostros, una mesa de tamaño mediano y redondeada había sido situada en mitad del frondoso pero pequeño jardín más algunas sillas y el sillón realizado de elástico bambú que Yuuko sacaba a menudo al jardín.

-A veces me sorprendes, Watanuki. -Comentaría Doumeki esbozando una leve sonrisa.

-Como en cualquier negocio, hacer que el cliente se sienta bien acogido es lo más importante. -Le indiqué yo entre jadeos y una debil sonrisa. No era igual de fuerte que él pero cuando me lo proponía sacaba una fuerza insospechada. -Ahora, lamento decirte que tu visita ha de concluir aquí. -Agregué poniendo los botes de cerveza en la bandeja para llevarlos a la cocina. Mokona, que se había aferrado a mí con sus uñitas, estaba acoplandose en mi hombro derecho. Suspiré al encaminar mis ojos hacía él.

-Oye Mokona, ¿de verdad piensas que es ese tál Clow? -Le pregunté mientras tiraba al cubo de la basura el bote retorcido que Doumeki había bebido y guardaba el que me correspondía en la nevera a medio terminar. -Me parece extraño, ¿ese tipo no murió hace mucho? -

-¡Por supuesto! -Bramaría ofendido abofeteandome con su manita izquierda bruscamente. -¡Clow no murió realmente! ¡Clow se fue a otro mundo! ¡Y a lo mejor acabado su deber en ese mundo, Clow ha decidido volver al nuestro! -Me informó despúes de etiquetarme como idiota. Estaba claro que hablaba el dolor, como ocurre en muchas personas que no aceptan la separación de un ser querido de ellos y este mundo.

Oyendo el grupo de rápidos pasos de las ayudantes de Yuuko y los tranquilos pasos de otro individuo, agarrando una buena sección de mi oscuro cabello, empezaría a tirar de él gritando:
-¡Déja de limpiar y lo comprobarás! -

Sin cesar de dar tirones hasta que tirando la toalla, accedí a obedecer a la histerica Mokona. ¡Me estaba tratando como si fuese su lento corcel! Pura humillación y sin embargo aguantando los tirones sonriente yo le decía:
-Vale, vale, allá vamos. -

La cara resplandeciente de Larg cambió en un abrir y cerrar de ojos al abrir sus ojazos y no hallar por ninguna parte al hombre alto y apuesto, de oscuros y sedosos cabellos recogidos en una coleta sobre el cuello y dueño de unos ojos claros como el cielo además de una piel palida que contrastase con su cabello todo vestido por antiguas pero cuidadas ropas orientales. Sus llantos fueron el centro de atención de todos los presentes, distribuidos a lo largo de la mesa excepto dos jovenes ataviados por ropas bastante llamativas. Lo más entristecedor era que cuanto más intentaba yo apaciguar su congoja, Mokona más alto lloraba colocando sus manitas contra sus ojos fuertemente cerrados, de los que no paraban de salir lagrímones.

-¡Si Clow no está! ¡¿Por qué Mokona aún siente a Clow aquí?! -Demandaba saber dentro de su infantil rabieta. Todo su cuerpo se giró hacía su derecha, donde estaba mi compungido rostro. La gema en su frente era de un azul que se tornaba marino al incidir los rayos del sol en ella como si reflejase esa inmensa tristeza.

-Creo... Creo que eso es por mi culpa. -Le haría saber el hombre joven cuyo aspecto, por increible que parezca, me recordó al de Syaoran, el chico venido de otro mundo con el principal fin de que Yuuko le ayudase a salvar a su amada Sakura. -La otra vez pasó algo similar. -Confesó agachando la cabeza pero su mano izquierda permanecería posada en su pecho.

Acercandome a la mesa con cara de estupefacción y un brazo semidoblado señalandole con un dedo logré apreciar gracias a la claridad que me aportaba la visión trás mis gafas poco antes limpiadas con una de las largas mangas del kimono que aún con los cabellos tán desordenados por su frente, éstos era de una tonalidad castaña más suave y que trás sus redondeadas gafas de montura desfasada se escondían unos apenados ojos verdosos de infarto. Mokona, abriendo sus humedecidos ojos, bufando por su naricita pero aún con las manos cerradas muy cerca de su rostro, lo observó con el mismo aturdimiento que experimentaba yo.

-Es por eso que he venido. -Continuaría hablando abandonando su asiento pues yo, me quedé petrificado a ir desenredando el lio mental que tenía desde el momento que desperte aquella tarde. -Yo necesitaba pedirle algo a Yuuko Ichihara, la dueña de esta tienda tán especial pero si ella ya no está aquí me temo que todos mis esfuerzos han sido en vano. Mi calculo no ha sido tán correcto como debería sin embargo antes de irme puedo entregaros esto. -Terminó de decirme metiendo una mano en el interior de lo que se me antojó una vieja bolsa de viaje de deslustrido cuero que llevaba colgada hacía la derecha bajo la larga y oscura capa o túnica que ocultaba el resto de su ropa. Al rato algo pareció moverse pues un pequeño bulto se hizó visible en la superficie de cuero del objeto. Al sacar la mano, una pequeña y blanca cabecita con una gema incrustada carmesí iría siendo descubierta. Sus grandes ojos pestañearon y exclamó:
-¡Mokona no es un objeto! ¡Mokona es Mokona! -

-¡Soel! -Exclamaría Larg tán sorprendido como alegre.

Ambas Mokonas se mirarían y saltarían para abrazarse temerarias y deseosas de fundirse en un abrazo que duró bastante al aterrizar en la suave capa de verde hierba que componía el suelo. Sólo por eso, por ese pequeño gesto, sentí que merecía ver realizado su deseo.

-Es verdad, Yuuko-san ya no está pero yo podría intentarlo en su lugar. -Le ofrecí frunciendo el ceño, dispuesto a escuchar su petición y dependiendo de mi poder, complacerle pues hacer feliz a Larg cuando yo no había podido ni aún aumentando su dosis de licor me ayudó a dar ese paso. -Sólo necesitaría saber de qué se trata. -Le informé dedicandole una calida sonrisa.

Él me miraría inseguro un rato hasta encogiendose de hombros soltando una risa no muy estrepitosa contestó:
-Bueno, supongo que el hijo de Yuuko Ichihara tambien podría ayudarme. Al fin y al cabo, mi deseo es muy sencillo. -

¿Hijo de Yuuko? Las Mokonas se separaron unos centimetros y voltearon sus cabecitas hacía mi dirección con los ojos bien abiertos luego redireccionandola hacía el extraño cliente exclamaron con timbre de su aguda voz travieso:
-¡Nos ha superado! ¡Es la mejor broma que Mokona ha oido en su vida! -

Y ambas Mokonas rompieron a reir ruidosamente. Mi anterior yo hubiese saltado como una hiena pero en vez de alterarme por esa tonteria, notando una gota de sudor caer desde mi frente y sin perder la sonrisa dije:
-¿Qué Yuuko-san era mi madre? Por fortuna, sólo era mi jefa. Al poco de irse decidí hacerme cargo de la tienda, eso es todo. -

Tomando asiento de nuevo llevando a las Mokonas entre mis manos, escuché la petición del extraño mago como habían decido referirse a él Moro y Maru mientras encendía la alargada y valiosa pipa de Yuuko que reposaba en mitad de la mesa sobre un pequeño plato de porcelana negra junto a un encendedor. Era embelesador oirle explicarnos las dudas que nos surgían y eran tán descaradamente preguntadas por las Mokonas y exponer sus razones al abandonar su mundo o el mundo en el cúal residía como custodiado en una bola de cristal para conocer su identidad, su verdadera identidad. Quizás su cuerpo se mantenía inalterable pero en sus palabras se atisbaba ese deje de sabiduria y madurez muy asociadas a un anciano, uno de esos ancianos majaretas, que hubiesen irritado a mi anterior yo. Dando algunos golpecitos al final de la pipa, por la parte dorada más gruesa contra el platito negro, asentía con mirada nostálgica. Yuuko también opinaba que una misma persona podía estar en diversos mundos poseyendo la misma alma. Carraspeando, con todo bien aclarado, llegó el momento de formular su deseo.

-Yo siempre he sabido que no era un mago como los otros con los que vivía. Todos lo decían pero hasta que no cometí una pequeña locura nunca llegué a plantearme de quién era hijo o de quien podía ser descendiente. Cuando empecé a estudiar la vida y obra del grandioso y poderoso Clow Reed fue que esa duda volvería a mí. ¿Y si lo que esos dos hechiceros decían era cierto? Podría ser descendiente del Mago Clow y nunca lo hubiese sabido. Incluso tuve la oportunidad de preguntarselo en persona pero él no pudó darme una respuesta pues sus recuerdos le habían sido arrebatados. -Me explicó y por un instante me sentí vagamente identificado pues yo era una existencia enigmatica, sin sentido, nacida de un deseo distorsionado pero con un bello propósito, ayudarme a mi mismo en otro lugar. ¡Qué raro sonaba! Inmenso en esa leve mirada hacía atrás, un pensamiento llegó a mí, quizás el también era fruto del deseo pedido por alguien desesperado. -¡Yo sólo deseo saber quién soy realmente! O por lo menos saber si Fei Wang tenía razón en deducir que yo era descendiente del Mago Clow. ¡Le estaría tán agradecido! ¡Y le aseguro que me imponga el precio que me imponga, lo pagaré! -Añadiría golpeando la mesa con un brillo en los ojos aterrador, lleno hasta sobrepasar el limite de decisión.

Pestañeando varias y rápidas veces, escapandoseme una buena nube de fino humo, tosí al observar ese rigor en los ojos del cliente y como el resto había pasado sus ojos de él a mí expectantes excepto los castaños ojos de Doumeki. Adiviné lo que éstos trasmitian sin necesidad de palabras. Todo dependía de mi decisión. Consideraba justo concederselo pues tampoco me parecía un deseo peligroso pero en el sueño Yuuko me advertía y me aconsejaba de no hacerlo pues el equilibrio que sostenía a otras dimensiones, mundos y o realidades era más frágil que antes por culpa de Fei Wang Reed. Busqué algo de tiempo para meditar y responsabilizarme de lo que pudiese suceder despùes si se lo realizaba.

-Bueno, antes me gustaría pensar en un precio adecuado. -Diría yo levantandome para echar una ojeada al almacen lleno de tesoros perfectamente ordenados que en su día fueron pagos de otros importantes clientes. -Si me disculpais, necesito un momento a solas. -

Paseando en su interior con la pipa en una mano y sosteniendo el platito negro en la otra, examiné cada estanteria de resistente madera a fin de hallar algo de inspiración para ambos problemas repentinos. Mis pasos resonaban por el espacioso y silencioso almacén hasta dar con un rincón nunca antes apreciado, en una zona muy apartada del resto. En el suelo una pequeña caja me haría tropezar, yendose a romper el plato negro de pequeño tamaño que llevaba en una mano. ¡Algo viejo por algo nuevo! Me dió por pensar meneando la cabeza con la pipa bien sujeta por los dientes a medida que iba incorporandome ajustandome el kimono. De rodillas frente a la caja, trás asegurarme que estaba solo, como siempre hacía cuando encontraba algo interesante en mis tediosas limpiezas allí, dejando la pipa a un lado, cogí la caja para abrirla. Estaba tán polvorienta que si había algún dibujo ya no se apreciaba bien. Arrugué la frente mientras me mordía el labio inferior con el superior al descubrir que la caja no era tán fácil de abrir como creía. Insistiendo un buen rato al conseguir abrirla, mi cara se iluminaría ante la contemplación de las pequeñas y luminosas bolitas de diferente colores que contenía.

-¡Tú, despierta! -Me ordenó una masculina y no muy agradable voz. -Llevamos un buen rato esperandote. -

Al abrir totalmente los ojos y girar la cabeza quien me estaba hablando era Doumeki, seguramente harto de esperar. Cerré la caja y colocando la pipa encima seguí al universitario hacía la salida del almacén. ¡Tenía razón! Pero debí de quedarme tán embobado mirando las bonitas bolitas que se me fue el santo al cielo. En el centro de la mesa posicioné la caja y dije:
-Creo que con esto podrás ver realizado tu deseo. -

El sereno Doumeki se sorprendió pero las Mokonas también se asombraron bastante, toqueteando las bolas, que cambiaron de colores, una de ellas, la blanca exclamó:
-¡Son como las plumas de Sakura! -

Pues ella era capaz de percibir auras o esencias de gran poder. El cliente acercó hasta su lado la caja abierta y lo coroboró entornando los ojos con una sonrisa muy agradecida.

-¡Así es pequeña! -Nos comunicó con voz temblorosa a causa de la emoción que comenzó a adueñarse de él. -¡Pero no son los recuerdos de un hombre cualquiera! -Añadió cogiendo una de las cristalinas y luminosas bolitas con sumo cuidado observandola con lagrímas en los ojos, colocandola con su correspondiente espacio, se secó las lagrímas tán deprisa como pudo y concluyó cerrando la caja. -¿Cúal es el precio a pagar? -

-Creo que con habernos traido a Soel bastará. -Le hice saber dirigiendole una encantadora sonrisa a la Mokona de níveo cuerpecito. Ésta se ofendió y protestó agitando sus bracitos:
-¡Eso no vale! ¡Mokona no es un precio! -

-Vaya... -Musité viendome en la obligación de pensar en algo. Sosteniendo mi rostro con una mano, cerré los ojos y me concentré en qué pedir a cambio. Había poco que quisiese poseer pues dedicar mis capacidades y vida en la tienda de los deseos acompañado de Larg y las niñas era todo lo que me hacía feliz. A veces, las visitas de Doumeki también me hacían sonreir, conocer clientes nuevos o sencillamente dar un paseo por el templo de su familia, todo eso ya era todo lo que necesitaba para sentirme satisfecho pues ni mis padres ni Yuuko podían volver. Esas personas se encontraban en el lugar que les correspondía. Entreabriendo los ojos aprentando un poco los dientes me decanté por la opción que a Yuuko hubiese hecho de sentirse muy orgullosa.

-Huangjiu, me encantaría probar un buen Huangjiu. -Solicité cruzandome de hombros.

Las Mokonas daron brincos de alegria exclamando que ellas también querrían beberlo. El biznieto de Doumeki Shizuka alzaría una ceja. El cliente aceptó echandose a reir.

-Qué curioso, al Mago Clow también le gustaba mucho esa clase de bebidas. -Se le escapó. Fijando sus ojos de bonito verde al chico de rojos cabellos sentado en el empinado techo, éste asentiría dibujandose en su aniñado y malicioso rostro una sonrisa y daría una palmada cerrando sus ojos de tonalidad tán roja y brillante como si su iris fuese un rubí liquido. Lo que sentí fue tán rápido como potente parecido a la visión de un rayo. Mi atención hacía el muchacho de ropas carnavalescas, como si se hubiese escapado un pícaro arlequín de algún circo, cesaría en el instante mismo en que ví sacar por el rabillo del ojo la botella de vino de arroz pedida recibiendo un veloz abrazo por parte de las Mokonas.

-¡Mokona hace siglos que no bebe Mijiu! -Gritaron entre nostálgicas y entusiasmadas ambas criaturas.

No fue nada sencillo apartarlas de la botella pues en áquel mismo momento estaban buscando el modo de abrirla y bebersela de un trago pero después de prometerles guardar un poco para ellas, lo usé para cocinar. Era el único modo de que todos pudiesemos disfrutarlo de una manera menos reprochable. Fue raro no recordar a mitad de la noche quien me había obsequiado tán especial vino de arroz pero todavía guardaba un vago recuerdo de esa persona. Su esencia aún estaba impregnada por todo el jardín y Soel dormía muy cerca de Larg, en las dos se veía una expresión de dicha y armonia que cerrando la puerta corrediza de ese cuarto sigilosamente las dejaría dormir un buen rato más en el futón mal extendido en que Doumeki decidió acostarse.
Mirar la botella estando ella en un rincón en una de las tablas era como observar un puzzle complicado de ordenar. Concediendome el capricho de servirme un poco en un pequeño y triangular vasito de ceramica de claro color degustandolo, rechupeteandome los labios, me venía a la cabeza lo mucho que le gustaba a Yuuko beber Sake. Meneé la cabeza y me obligué a recordar que ella sólo estaba viva gracias a los bellos recuerdos que guardaba de ella. Quitandome las gafas, cerré los ojos a fin de retomar un merecido descanso.

-¿Cumpliste su deseo a pesar de mi advertencia? -Escuché a una serena y condescendiente Yuuko inquirir apróximandose a mí ganando nitidez dentro de esa inmensa pero ya no desconocida oscuridad que nos envolvía. Meneando la cabeza colocando una mano elegantemente sobre su cadera mientras la otra sostenía su rostro levemente girado hacía la derecha. Una ceja sería alzada al añadiría. -¡Qué temerario! En fin, tampoco es que haya sido una sorpresa realmente para áquel que creo ese sueño más el precio que has pedido a cambio no es suficiente por lo que aún hay un precio por pagar. -

-¡¿QUÉ?! -Grité sin dar credito a lo que Yuuko decía en esa ocasión. -¡Claro que ha habido un precio justo! Ese vino de arroz es bastante caro. -Le informé yo defendiendo la transacción realizada aquella tarde.

Ella se me quedó mirando un buen rato hasta que echandose a reir sonora e hirientemente anunció:
-¡Qué mono! ¿De verdad crees que un buen vino es equiparable al descubrimiento de la pertenencia a una de las familias más poderosas del mundo? -Alzando la cabeza mientras colocaba sobre su frente toda cubierta por una fina fila de cabellos negros el dorso de una de sus manos cúal dama a punto de desmayarse agregó. -¡Oh Kimihiro Watanuki! Me decepcionas si de verdad crees eso. -

Que se burlase de mi fue peor que recibir una patada en el culo, especialmente cuando ella misma más de una vez exigía como pago buen licor o la más selecta comida a algún que otro cliente. Arrugando la frente con los labios fruncidos quisé saber pues cual hubiese sido el precio justo. Ella se moderó y sin apartar sus rojos y centelleantes ojos de mí respondió con gesto pensativo:
-Puesto que tú cumpliste ese deseo cuando no debías cumplirlo, el precio a pagar será que una vez descubra que en efecto es descendiente de Clow Reed por parte de madre e intenté acceder a nuestra realidad, irá redireccionada a tu tienda, no a la de áquel que en verdad le corresponde pero nunca serás capaz de recordar ese encuentro. -

-Entonces... ¡Estaba en lo cierto cuando pensé que se trataba de Syaoran! -Grité golpeando el aire victorioso. Sin embargo la aclaración que me ofreció con voz maliciosa me dejó nuevamente confuso:
-Si te refieres a un posible hijo de Tsubasa, te equivocas. Sería más correspondiente compararlo con un sobrino y con un nieto. El nieto de áquel que ha logrado trazar esta conexión contigo mediante un sueño, es decir, yo. -

A medida que fue finalizando su aclaración, la imagen de Yuuko empezó a brillar y su piel se resquebrajaría como si en vez de humana hubiese estado hablando con una estatua de Yuuko Ichihara dando paso a mi exacta imagen. Mis ojos y mi boca se quedaron largo tiempo abiertos hasta que mi reflejo, meneando con la cabeza con una sonrisa tuvo la cortesía de cerrarmela. Sus ropas también parecían haber sido realizadas por sedosas telas de corte oriental pero su túnica y gafas eran el punto discordante pues esas lentes eran redondeadas en vez de ligeramente rectangulares y la túnica que le cubría jamás había sido antes vista por mis ojos. Toda negra o azul marino, con cuello alto y el esmerado bordado de una luna y un sol por finos y brillantes hilos de oro y plata. Encogiendose de hombros sin dejar de sonreirme ligeramente entristecido dijo a modo de misteriosa despedida:
-Recuerda, Kimihiro Watanuki, en este mundo no existen las coincidencias, sólo lo inevitable. -Comenzando a desaparecer ante mi pasmada persona añadió. -En el fondo, tanto él como tú sois igual de importantes para aquellos que os dieron la vida. -

Y se desvaneció como la arena arrastrada por el viento dejandome una sensación agridulce al despertar. Mi mente no volvió a albergar recuerdo alguno de aquello pero mi cuerpo sí, pues a veces notaba que sabía algo muy importante pero que estaba tán bien guardado en mi que me costaba explicarlo.

YeaH YeaH YeaHS HEADS WILL ROLL

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Canción superchula que no me puedo quitar de la cabeza desde que la oí XDD Yeah Yeah Yeahs es el nombre del grupo que la interpreta ;) "Él era parte de mi sueño, por su puesto. Pero yo también era parte de su sueño." Lewis Carroll - Escritor y matemático inglés WeLcOme To HeLL - CLAMP EL SUEÑO INFINITO PReLuDio Somos como dos insectos atrapados en la telaraña que alguien creó a fin de mantenernos siempre a su lado. Somos como estrellas cuya luz parece no apagarse nunca pues ese fulgor ya se desvaneció y lo que ilumina el negro cielo es nuestra esencia, no nuestra materia. Somos como los personajes de una historia cuyo autor teme acabar. Somos iguales aunque con diferente carga sobre nuestras conciencias. El sueño que no acaba nunca, la ilusión irrompible, un incauto deseo realizado por la fuerza de aquellos que nos amaron hasta el punto de desafiar a la muerte. En su jaula de cristal, la mariposa espera a ser liberada tál y cómo el mago le prometió pero dime, bella bruja, ¿sabes qué será de mí? Te lo ruego, bella bruja, dime, ¿este encuentro entre dos existencias persistente contra la voluntad de la muerte incrementará el tamaño de la herida producida al equilibrio? Tu cuerpo se estremece de gozo al sentir mi mano más tu radiante sonrisa se desvanece al atisbar al mago equivocado pero las lagrímas no afearan tu rostro de muñeca de porcelana china. Tus ojos continuaran languidamente contemplando la lejanía de pie apoyando tu estilizado y ligero cuerpo en su árbol favorito, que alberga un sínfin de pequeñas y rosadas flores nacidas y conservadas para ese encuentro. Vuestro esperado encuentro. Sólo si giras tu cabeza hacía atrás y tus ojos rojos como el sol del atardecer atisban mi espalda semidescubierta, te sorprenderé con mi mejor secreto. Te llevarás una mano a la boca y te sonrojarás. De aquellas decisiones no tomadas pueden surgir mundos insospechados, el que compartirste con el mago es uno de ellos. Arrugando la frente, abro mis ojos y nuevamente estoy dentro de mi burbuja de cristal. Ni viejo ni joven, el tiempo aquí no existe, sólo la vaga sensación de lo que una vez se considero tiempo. Suspiro y me frotandome la frente continuo con mi existencia infinita...

FanFic CLAMP xxxHolic RETORCIDA IRONÍA

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NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD): 
Los personajes de CLAMP son creación exclusiva de CLAMP (Excepto aquellos cuyo nombre no reconozcáis) 
Historia narrada en tercera persona, para variar LOL 
La idea me ha venido muy recientemente meditando acerca de lo que los budistas piensan sobre la reencarnación. Bueno, el tema ese de que el alma se puede reencarnar infinidad de veces hasta corregir todos los errores vividos... Y llevándolo al terreno CLAMP pensé que en el caso de Clow, de seguro, una sola reencarnación no bastaría XD (Idea rara, de las múltiples que se me ocurren) 
ClowxYuuko (Implícito y explicito XD) 


 "La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe" 
Jacinto Benavente - Dramaturgo español 


 FanFic xxxHolic 
Retorcida ironía 


 INTRODUCCIÓN 


 En un Japón que sufre las consecuencias de La segunda Guerra Mundial, justo dónde todo es miedo, desesperación e histeria con un cielo oscurecido y repleto de aves de metal que amenazan continuamente la estabilidad de la silenciosa soledad y distanciamiento de la renombrada Bruja de las Dimensiones al dejar caer incontables misiles con el único afán de deñar al enemigo o el desgarrador y continuado proyectar de balas acompañado de petríficantes alaridos, la dueña de tan pintoresco apodo continua encerrada en su inalterable Tienda de los Deseos meramente acompañada por sus asustadizas e ingenuas cuales niñas verdaderamente humanas ayudantes. Aunque ella no necesita figurarse ni siquiera a qué se deben los atroces sonidos que llegan del exterior pues sabe perfectamente que se encuentra siendo espectadora de una profecía realizada hacía siglos y siglos advirtiendo de todo ese caos, se esforzaba en fundirse con el silencio sentada en el suelo con la mirada perdida sosteniendo en sus brazos a las pequeñas y llorosas Moro y Maru. Jamás en toda su existencia se había sentido más lejana de la humanidad pero el brusco y cercano ruido que produjo algo consistente al caer la obligaría a salir de su ensimismamiento. 


 PRIMERA PARTE 


 Pestañeando repetidas veces antes de ponerse en pie. Las niñas mirarían a su ama entre preocupadas y curiosas. Su ama parecía haber recobrado un vigor largo tiempo perdido. 


 -¿Cliente? -Preguntaron a la vez, siendo sus voces igual de agudas y aniñadas. 


 La alta y estilizada bruja alzó una ceja fingiendo ilusión. Era dueña de un curvilíneo y atrayente cuerpo bajo su kimono favorito, el cual era de candido color con algunos detalles de color carmesí a juego con su original faja de gruesa seda o obi que al ser anudada por su espalda, esos tramos de seda parecían imitar las bonitas alas de una mariposa negra y moteada de rojizos colores. La porción de piel que se podía apreciar era de muy pálida tonalidad en contraste con sus negros y largos cabellos que caían sutilmente como oscuras cintas por sus hombros y ancha espalda. Rascándose la cabeza, echaría a andar directa hacía la gran entrada refunfuñando para sí. No es que odiase tener clientela pero tampoco se sentía con fuerzas para recibir con una sonrisa a nadie ni escuchar los deseos imposibles de nadie. Se sentía justamente como el tiempo, incierta y apesadumbrada más la persona que halló medio moribunda le causó tal desconcierto y asombro que accedió a llevarlo al interior de su tienda y única morada. Desde luego, esa decisión más sus consecuencias no sería tomada y efectuada hasta verle el rostro pues lo que la bruja advirtió al observar el gastado y sucio uniforme del desconocido no le agradó. En tiempos así de revueltos, especialmente se negaba a asistir a ninguna clase de soldado, fuese de las fuerzas extrajeras o de las propias. Dándole un leve golpe con su descalzo pie forzó al soldado herido a girarse, quedando boca arriba. Sus rasgos eran claramente europeos, piel clara y cabellos de un brillante y sedoso negro más una barba de tres o cuatro días que le ayudaban a poseer pinta de vagabundo aún pudiendo ser un hombre de gran atractivo. Sobre su pecho ensangrentado brillaba una pequeño y dorado objeto similar a una llave sujeta al soldado desconocido por una fina cadena también dorada. La bruja abrió la boca llena de incredulidad mientras arrugaba su frente, toda ella cubierta de una negra fila de lisos mechones. 


 -¿Clow? -Se escuchó a sí misma musitar. El parecido con el mago era innegable y por un momento su corazón confundió a su mente. 


 El desconocido abriría los ojos costosamente al oir la femenina voz de la bruja más no logró mantenerlos mucho tiempo abiertos. La herida, de la cual continuaba brotando sangre que oscurecía su chaqueta y camiseta, le dificultaban esa pequeña labor pero la bruja, cada vez más estupefacta pudo atisbar que el color de sus ojos era azul como el azul del cielo en un día despejado de verano. Como suele suceder con las decisiones sin meditar, guiándose por lo que su aturdido corazón le dictó, la mismísima bruja, sin ayuda de nadie, cargó al herido y se lo llevó con ella dejando a su paso una serie de pequeños charcos de roja y oscura sangre. Las niñas serían llamadas al instante siguiente con una tarea por realizar diferente. Por mucho miedo que pudiesen albergar sus cuerpecitos, acudieron raudas hasta su ama, que había conseguido trasportar al soldado al interior todo lo cuidadosa y rápidamente que le fue posible. Jadeante levantaría la vista a las pequeñas y diría: 
-Moro, ve y encárgate de las manchas de sangre, mientras Maru y yo nos ocuparemos del cliente. - 


 Las dos niñas asintieron pero sólo la de cabellos cortos y ligeramente ondulados contra su rostro se alejó en busca de una bayeta y un cubo que llenar de agua y algún producto de limpieza. Los dos moños que llevaba estaban bien sujetos por dos gruesos lazos de luminoso color igual al del lazo que poseía su vestido. Maru, siendo la niña de largas coletas y vestido de oscuros tonos abrió apurada las puertas corredizas que daban a una amplía habitación y entrando en ella extendería en el suelo un sencillo futón en el que depositar al soldado herido. Retirándoselo de la espalda despacio, la bruja lo situó en el blanco futón extendido. Un resoplido de resignación fue liberado al percatarse de la decisión que acababa de ser tomada, sin embargo una sonrisa embellecía su rostro. Entre ella y Maru fueron quitando al soldado sus ropas, abriendo cual cirujano la enrojecida camisa para poder acceder a la herida abierta y curarla. Éste se quejaría un poco al sentir sobre su tierna carne dañada el alcohol cayendo. Meneando la cabeza dando algún que otro sorbo a la botella de Sake que estaba empleando como desinfectante, la bruja lamentaba su suerte. 


 -¡Ahí va un excelente Sake! -Exclamaba con lagrimas en sus ojos de marrón tán intenso que parecía rojo. -¡En cuanto te recuperes, como agradecimiento te exigiré un Sake igual de bueno! -Añadía clavando sus ojos en el recién rescatado. Maru rió fiscando en los bolsillos que tenía la chaqueta del soldado. 


 Respirando hondo, la bruja usó parte de su poder para asegurar que la herida producida por la rápida e inesperada penetración de una bala se fuese cerrando cual llaga o úlcera bascular antes de vendar esa zona. Entornando y arrugando sutilmente la frente, caería al suelo junto al soldado. Maru al observarlos, tan cerca, ladeando su cabeza tendría la vaga sensación de haber vivido ese momento antes. Sonriendo taparía a ambos adultos susurrándoles probablemente embargada por esa misma añoranza y resurgir de recuerdos: 
-Dulces sueños, Yuuko-San. Dulces sueños, Clow-san. -

KiMiHiro ReeD (Y la importancia de tener un nombre)

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-¡Jesucristo ha resucitado!
-¡Verdaderamente ha resucitado!


Otra vez problemas con el MESSENGER ¬¬ 
Y todo al ir a mirar el correo y descubrir que tenía que poner mi dirección electrónica y mi contraseña previamente, cosa que hago y ¡TOMA YA! La dichosa contraseña no coincide e insistir no vale para nada pero esperad que la cosa no queda ahí, luego en un arriesgado tejemaneje ¡NO PUEDO ACCEDER AL MI CUENTA DE MESSENGER! Con que chicos, me voy a pasar otra buena temporadita sin poder chatear o ver los correos que me manden TT_TT 


Debe ser mi Karma, no tengo buena suerte ni buen Karma ni nada bueno... (Con esta ya irían a ser dos veces que me pasa) A ver si al menos, Tamy me ha dibujado a Clow Reed ^^U 



En otro orden de cosas, ¿sabíais que Kimihiro significa profeta? Me encanta ese nombre y cuando en cuanto lo he descubierto, me he quedado maravillada. Esa clase de nombres, nombres que además de sonar  interesantes poseen un significado, me encantan y a mis personajes yo les suelo otorgar nombres así.
Ejemplos: 
Xing significa Estrella en chino (Lo consideré perfecto para la hija de Clow en mi FanFic sobre su larga vida)
Amit significa Pequeña madre (Lo consideré muy bonito y adecuado para la amiga de Aura, el amor prohibido de mi Viktor pues ese personaje se le da un aire a la apreciada cuidadora de Viktor)
Elemiah significa Dios oculto (Espléndido para Viktor, que al igual que el Syaoran de TRC guarda un pasado muy enrevesado e importante pero misterioso)
Asier significa Comienzo o mejor dicho, El comienzo (Espléndido, a mí humilde parecer, para La copia de Rezo, que no poseía nombre hasta que sus fans le dimos el que nos pareció a cada una bonito para él)


Y es que Yuuko tenía razón en decir que un nombre es valioso. Otro mago al que admiro también lo dice en uno de sus libros, el nombre de este genio es Alejandro Jodorowsky, aunque también comentaba que poner el nombre de otra persona como un familiar o un ser cercano, de alguna manera, puede repercutir en la vida o la personalidad del niño. Pues ya sabéis, cuidadito al elegir un nombre para vuestro hijo o mascota XD


Finalizando, es curioso que Mari en Japones signifique Verdad... Fue un descubrimiento que me hizo meditar mucho pues parte de mi nombre es Mari. Entonces Mariko significaría niña de verdad o algo por el estilo aunque resulta que también puede significar circulo o pelota XD (Me quedo con la primera opción)

FanFic xxxHolic Retorcida ironía 2

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NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD): 
Los personajes de CLAMP son creación exclusiva de CLAMP (Excepto aquellos cuyo nombre no reconozcáis) 
Historia narrada en tercera persona, para variar LOL 
La idea me ha venido muy recientemente meditando acerca de lo que los budistas piensan sobre la reencarnación. Bueno, el tema ese de que el alma se puede reencarnar infinidad de veces hasta corregir todos los errores vividos... Y llevándolo al terreno CLAMP pensé que en el caso de Clow, de seguro, una sola reencarnación no bastaría XD (Idea rara, de las múltiples que se me ocurren) 
ClowxYuuko (Implícito y explicito XD) 


 "La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe" 
Jacinto Benavente - Dramaturgo español 


 FanFic xxxHolic 
Retorcida ironía 


SEGUNDA PARTE 


Le estaba sucediendo otra vez, otra vez desde que el mago se marchase para no volver de ese mundo, correspondiente a nuestra dimensión. 


Sí abría los ojos, lo que vería sería una oscuridad infinita que en ocasiones anteriores la hacían estremecerse pero al ir pasando los años se había vuelto acogedora y familiar. Al ir a incorporarse, se detendría para observar a aquel que habría aparecido tumbado boca arriba a su lado. Por intensa y envolvente que fuese la oscuridad, tanto él como la bruja podían apreciar con claridad inaudita al otro. Silenciosas a la par que rabiosas lagrimas rodaron por el bello rostro de la bruja, se esmerase en tragarse esa ponzoña y se obligase día tras día a esperar la llegada de ese día, el día que tarde o temprano llegaría, aferrándose con uñas y dientes en que todo lo que experimentaba se desvanecería con esa existencia finalizando. 


 -Camarada, me alegra encontrarte aquí pero todavía no ha llegado ese momento, el momento en el cual volvamos a estar juntos. -Hablaría él abriendo los ojos esbozando una sonrisa lo justo para que la bruja le devolviese una mirada que remarcó su fastidio, alzando una fina y negra ceja con los ojos entrecerrados. 


Su voz continuaba pareciéndole odiosamente agradable y vagamente encantadora, siendo en ella fácilmente reconocible una calma, educación y entusiasmo que para la bruja eran claro signo de que su camarada no se tomaba nada en serio o que nunca pareció importarle las sabias palabras que de cuando en cuando le obsequiaba ella. Como la primera vez que el viento la hizo llegar a sus oídos. Limpiándose rápidamente las lagrimas mientras el mago mantenía sus ojos cerrados sin perder esa sonrisa que le daba fama de caballero amistoso, la bruja le replicó: 
-¡Mira qué eres pesado! ¡Si sigues así, claro que no! - 


Pero el sonriente hombre de cabellos igual de negros que los suyos, dueño de unas lentes redondeadas y coloridas ropas de corte chino bajo su larga y oscura túnica ya no estaba al volver su rostro a ese lugar. Quedándose nuevamente la bruja sola en la más profunda oscuridad Agachando la cabeza pasaría sus dedos por el solido espacio negro en que había estado leves instantes antes su forzoso compañero y único amigo dentro de cualquier comunidad magíca, Clow Reed. Meneando la cabeza mientras suspiraba y resoplaba. Toda la gente, en general, la hacían sentir incómoda o irritada al tener que ponerse a su nivel pero sólo con él se encontraba a gusto, sin forzarse a interpretar ningún emoción inexistente. Él poseía cualidades muy inusuales que llegarían a fascinarla después de desconcertarla además de que su poder era el mayor que hubiese sido capaz de albergar un hechicero, todos el resto de magos y brujas le alababan. Como esperar a salir del trance era un trabajo que solía resultarle si no costoso, aburrido, poniéndose en pie se concentró todo lo que su ser espiritual le permitió y se atacó a sí misma. El aire que emanó del gigantesco y luminoso circulo que se trazó en mitad de esa inacabable oscuridad, con un montón de figuras y signos representativos de un montón de antiguas creencias y relaciones con la magia, elevó las largas mangas y la holgada parte inferior del kimono que la protegía. Sería como recibir una pequeña descargar por lo que su cuerpo se agitaría unos instantes mientras sus ojos se abrían de golpe, aún calido a causa de la energía condensada en ella trás la utilización de su magia. 


 -A Clow solía disgustarle este modo de salir de un trance. -Susurraría con una pícara sonrisa que aniñaría su rostro, ya de vuelta al mundo de los conscientes.


En la penumbra, se quedaría sentada tratando de comprender ese sueño como solía hacer cada vez que tenía uno de esos sueños, que guardaban un significado más allá de lo lógico. Sus ayudantes no estaban en esa habitación, solo ella y el soldado desconocido. 

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NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Los personajes de CLAMP son creación exclusiva de CLAMP (Excepto aquellos cuyo nombre no reconozcáis)
Historia narrada en tercera persona, para variar LOL
La idea me ha venido muy recientemente meditando acerca de lo que los budistas piensan sobre la reencarnación. Bueno, el tema ese de que el alma se puede reencarnar infinidad de veces hasta corregir todos los errores vividos... Y llevándolo al terreno CLAMP pensé que en el caso de Clow, de seguro, una sola reencarnación no bastaría XD (Idea rara, de las múltiples que se me ocurren)
ClowxYuuko (Implícito y explicito XD)


"La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe"
Jacinto Benavente - Dramaturgo español


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Retorcida ironía


TERCERA PARTE 


 La hermosa bruja desde la necesaria instalación del que consideraba su cliente procuraba pronto se impuso la norma de no entrar a esa habitación. Solo Moro o Maru entrarían de cuando en cuando para cambiar el vendaje al herido o para suministrarle alimento. Las niñas no eran capaces de comprender a su ama sin embargo obedecían sin rechistar pero un día, Maru, la que pareciese menos ingenua o más perspicaz de las dos, solicitó conocer el motivo. Ella que trás tapar a ambos adultos le hubiese parecido atisbar que una agradable atmósfera los envolvió. 


 -Yuuko-san, ¿por qué no cuidas del cliente tú también? -Fue su primera pregunta, no muy peligrosa para la bruja que le respondió con una mirada dulce pero una sonrisa maliciosa atrayéndola para sí: 
-No me gustan los soldados. Son personas conflictivas. Ya sabes cuan duro precio es el de arrebatar una vida. - 


 Pero Maru podía percibir que esa no era la verdadera razón, por lo que insistió mirándola fijamente a los ojos, con un dedo colocado bajo su labio inferior. Sus largas coletas caían hasta tocar el suelo, recorriendo todo su cuerpecito. 


 -¿Y no tiene nada qué ver la partida de Clow-san? -Preguntó con la ingenuidad y espontaneidad propia de una niña. En el rostro de la bruja se formó una expresión de dolor, apretando un instante los dientes, pero fue tan leve que Maru ni se dio cuenta. -El cliente recuerda a Maru a Clow-san. - 


 La hermosa y poderosa bruja se sintió desarmada. Todo parecía haber sucedido tan recientemente, quizás la aparición de ese hombre era una señal despíada por parte de alguna entidad con un sentido del humor muy retorcido o probablemente fuese algo tramada por una entidad que le guardase rencor. Entrecerrando los ojos y tomando entre sus dedos el pequeño rostro de Maru optó por responderle: 
-Maru, cariño, todo a su debido tiempo. - Quitándose a la niña de encima añadió. -Ahora, continua con tus labores. - 


 Tomando entre sus largos y elegantes dedos su elegante y fina pipa con dorados o plateados detalles en la punta y al inicio de ésta, le dio una larga e intensa calada mientras cerraba los ojos sumergiéndose en sus reflexiones y en los recuerdos que todavía poseía de él, del Mago Clow, mientras la niña se alejaba de esa parte de la habitación que daba al jardín por detrás. 


 Mientras toda la periferia estaba sufriendo unas fuertes lluvias aquel día, como si el cielo llorase amargamente la marcha del mago conocido como Clow Reed, a ella esas gotas capaces de calarte hasta los huesos no le afectaban. Contuvo la respiración al oír la llegada de un cliente pues algo en su interior le indicaba que no era un cliente cualquiera, lo que significaba que sería Clow. Los alegres gritos de Maru y Moro se escucharían por toda la tienda guiando al mago hasta dónde se encontraba su ama, la cual se puso rápidamente en pie girándose para observar al mago que estaba frente a ella, bastante empapado pero sonriendo como si el mal tiempo no alterase su humor. 


 -En efecto, debería haberme marchado ya pero antes debía ultimar algunas cosillas. -Le indicaría él antes de que ella pudiese articular palabra. Cruzándose de hombros y alzando una ceja, Yuuko, desconfiada, replicó: 
-¿No será otra de tus excusas para visitarme? - 
 El sonriente mago negó con la cabeza y dijo: 
-Me temo que no, además ésta vendría a ser mi última visita aquí. - 


 Yuuko pudo notar en su voz cierta tristeza. Al día siguiente se vería obligado a despedirse y hacer un gran encargo a sus queridos guardianes. Ambos se adentraron en la habitación más grande y ornamentada de toda la tienda. Por supuesto, ella iría la primera pues Clow era todo un cabellero inglés. Antes que Yuuko pudiese alargar su brazo hasta un encendedor y prender una pequeña llama que consumiría lentamente el incienso que siempre gustaba de usar en sus deberes de concededora de deseos, el mago la detuvo con estas palabras: 
 -No es necesario que prepares nada, mi querida Yuuko, sólo venía a entregarte por adelantado los pagos que acordamos. - 


 La bruja pestañearía y recobraría una cómoda postura sobre su distinguido sofá de oscuro terciopelo y cuidados acabados observando al mago sacar bajo su larga y oscura túnica, con preciosos bordados de un sol y una luna que brillaban entre dorados y plateados, un sobre. Yuuko menearía la cabeza divertida al deducir lo que en su interior hallaría. Su camarada era un aútentico maniatico de los detalles. Yuuko lo tomó tan cautelosa de que sus dedos no tocasen a los del mago como pudo más como tantas otras cosas en su vida el contacto entre piel y piel fue inevitable. Debió de ser ese el momento en que la bruja comenzó a comprender cuan larga sería la espera para volver a sentir la tersa y delicada piel del mago contra la suya. Agarrando el papel serían separados con igual potencia. 


 -Bueno, eso era todo, Yuuko, ya nada me retiene aquí. -Le comunicó Clow dedicandole una última de sus insoportablemente encantadoras sonrisas antes de abandonar su confortable asiento para regresar a su mansión pero se quedó unos instantes quieto como si esperase a que ella lo retuviese. -A menos que... -Agregaría, incapaz de contener las ganas de permanecer un poquito más a su lado. 


 -No, no es necesario. -Diría ella, disimulando su alteración con maestría, poniendose en pie también guardandose el sobre en el interior de su kimino. 


 Solo se limitaría a acompañarlo y llegados a la gran entrada, encogiendose de hombros, le dedicaría una despedida, como si fuese otro cliente más. Aunque el mago no se quejó ni la forzó a variar su decisión, ya en mitad del petreo camino entre la entrada y la verja de madera que rodeaba toda la tienda, forzandose a agrandar su sonrisa, se despidió de Yuuko así: 


 -Camarada, habrá un largo tiempo para nosotros para estar juntos. - 


 Lo que dejo a Yuuko sin palabras, desbordada de mil emociones que tratando de reconducirlas acabararían en una, jamás tenida tan en cuenta como era la esperanza para esa larga y lenta espera. Claro que delante de cualquiera no lo admitiría pero en la soledad, admitiría que era su último y muy preciado regalo, un mantra que no podría quitarse de la cabeza. 


 -Maldito Clow... Demonio con gafas... No sólo eras el mago más poderoso del mundo, eras el primer hombre en conquistarme. -Musitaría la bruja y una densa pero ligera capa de humo se escaparía de su apetecible boca de delgados y rojos labios. En sus palabras había rabia pero en su rostro una sonrisa las contradecía.

FanFic CLAMP El mago más poderoso del mundo 13

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NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD): 
Este FanFic o serie de historias es mi intento de narrar como imagino yo la vida del grandioso Reed Li Clow, uno de mis personajes favoritos de CLAMP ^^ 
Este FanFic esta narrado en primera persona. Principalmente por Clow pero puede que Yue y Kerberus también tengan algo de protagonismo... 
Esta historia es bastante oscura, os aviso pero en la vida no todo es fácil o bonito...


 FanFic CLAMP 
El mago más poderoso del mundo - El lado oscuro del mago 


 La luz que se filtraba trás las gruesas cortinas que poseía ese carruaje me resultaba insoportable, como si toda mi vida hubiese vivido en tinieblas y aquella luz que me iluminaba nunca antes lo hubiese hecho. En todo el trayecto hasta el palacio de justicia o el edificio en el cual se celebraban los ajusticiamientos en la ciudad de Chelmsford no pronuncie palabra. Lo poco que brotó de mi boca al salir del carruaje habiendo sido informado por una sonora exclamación fue: 


-Gracias. ¿cúanto he de pagarle por el viaje? - 


 -No se preocupe joven, su Excelencia ya ha tenido la amabilidad de pagarme. -Me indicaría el afable chofer, arrugando un poco su frente mientras sostenía una cortés sonrisa añadiría a modo de despedida. -Vaya con Dios. - 


 Asentí devolviéndole una forzosa y amarga sonrisa antes de entrar nuevamente al interior de ese edificio en busca de Symond. La mirada que me echaban los guardias que custodiaban las celdas en la zona subterránea u oscuro sótano de piedra no era muy amistosa pero como habían recibido orden de conducirme hasta la celda en la cual Symond y el resto de hechiceros, supervivientes a las pruebas de brujería, se hallaban. Golpeando varias y bruscas veces los barrotes desde nuestro lado de viejo hierro, uno de los guardias hizo saber al grupo mi llegada como solo un guardia sería capaz de hacer. 
-¡Espabilad! -Gritaba mientras aporreaba con mayor contundencia los barrotes. -¡Tenéis visita! - 


 Los bultos en la penumbra que conseguí atisbar irían moviéndose tan aprisa como eran capaces. Con la poca ayuda que ofrecía una antorcha no muy lejana, reconocí a la figura que tras incorporarse, se dirigió hasta mí, siendo separados pocos centímetros por la fila de barrotes. A pesar del cansancio y la angustia disimulada, los ojos de mi amigo no habían perdido su brillo. Su cabello seguía estando muy revuelto y sus ligeras ropas continuaban igual de ultrajadas que su cuerpo, aún repleto de cardenales en diferentes estados más sin embargo su sonrisa continuaba aniñando su rostro rodeada de desiguales mechones de su fina y azafranada barba. Frente a él, sentí como mis ojos se humedecían, preparándose para verter todas las lagrimas tragadas durante todos aquellos días pero me obligué a mí mismo a no estropearlo todo llorando como una dama, Symond y yo lo habíamos logrado. A partir de ese momento, en cuanto saliésemos de allí, todo quedaría en el pasado. Por lo que bufé y pestañeé a fin de mis ojos no segregasen innecesaria agua mientras rebuscaba entre mis sencillas pero limpias ropas los documentos que nos garantizaban la libertad y la vida. 


 -¡Qué considerado por tu parte, Clow! -Exclamó emocionado Symond, lo que hizo que no detectase la coña. Intentando que sus dedos pudiesen tocarme, añadió. -Pero si tú estas a salvo, moriré feliz. - 


 -¡No digas eso! -Le espeté y las lagrimas descendieron por mi rostro contra mi voluntad. -¡Si estoy aquí no es para despedirme de ti sino para que vengas conmigo! -Le hice saber alzando el documento que a los instantes siguientes sería mostrado al guardia de mayor rango. Todos los presentes se quedaron muy sorprendidos, tanto que aunque abrieron sus bocas, ninguno dijo palabra. -El señor Symond Windson quedará perdonado tras recibir diez latigazos, sólo en caso de negarse a ser azotado, será penado con la muerte como el resto de brujos. -Recité todo lo alto que pude, haciendo gran énfasis al leer la firma del cardenal Henderson. 


 Todos corrieron para abrazar al afortunado. Las hechiceras le llenaron de besos, los sabios McArthur y McBean le darían fuertes palmadas en la espalda mientras le otorgaban los que serían sus últimos pero no por ello menos valiosos consejos y de entre los jóvenes hechiceros que quedaban, Wilbert le haría entrega de algo que para él había sido durante muchísimo tiempo de gran importancia pero eso no era lo verdaderamente conmovedor de la escena, lo bonito fue con cuanta felicidad acogieron la información de que uno de los suyos iba a ser liberado. Nadie le guardó rencor por tener tal fortuna, ni ni siquiera Jasper, que parecía el joven más problemático. Symond pronto se sintió avergonzado y dijo con algunas lagrimas en los ojos y arrugando la frente, siendo sacado de la fría y maloliente celda por el guardia que me había acompañado: 
-No soy merecedor de esta segunda oportunidad pero ya que los dioses han escuchado las plegarias de éste humilde druida, ¡os juro que Clow y yo haremos que no os arrepintáis! - 


 Como no sería de otra manera, los castigos al igual que los ajusticiamientos eran en publico, es decir, en mitad de la plaza más principal de la ciudad. Al llegar era increíble cuanta gente había acudido a contemplar la barbarie. Lo único que a Symond y a mí nos diferenciaba del grupo de hechiceros en el que habíamos estado eran nuestras ropas ya que a Symond también se le suministraron nuevas y limpias ropas. Que sus manos continuasen atadas no me pareció lógico pues mis muñecas, tan dañadas como las suyas, ya no cargaban con ninguna clase de opresiva medida de seguridad. Desde lo alto de la misma plataforma de madera sostenida por gruesas cuerdas y varios clavos cual escenario podíamos ser vistos por todos los ciudadanos cual artistas de teatro. Symond mantuvo en todo momento su cabeza alta, con los ojos color chocolate todo el tiempo fijos en la distancia. La gente admiró su fortaleza pues aun recibiendo latigazos capaces de quebrar la piel, quedando dolorosamente remarcados en la zona central de su ancha y clara espalda, Symond aguantaba como un héroe, procurando no derramar ni una sola lagrima. Cada vez que el cuero rozaba su piel descubierta al abrirle la camisa dejando meramente dos últimos botones sin desabrochar por su castigador, se producía un sonido espeluznante, rápido y definitivo como un relámpago contra un árbol. Yo giraba la cabeza al igual que unas cuantas mujeres. Era duro estar ahí de pie junto a tu amigo sin recibir ninguna clase de castigo mientras él sí hasta que a ambos se os pudiese dar un perdón publico. A veces a Symond se le escapaba un sonoro quejido pero poco más. Exhausto y con la carne al rojo vivo por el tramo impuesto por el latigo de oscuro y recio cuero escuchó y aceptó lo que los inquisidores proclamaron. 


-¿Repudias a Satanás, príncipe de las tinieblas y a todas sus falsas promesas? -Clamaría con una firmeza y una potencia aterradora en su voz el ministro de Dios sosteniendo entre sus manos una biblia de gran tamaño. La obvia respuesta de Symond fue: 
-¡Sí, renuncio! - 


-Bien, ¿aceptando así a nuestro señor Jesucristo como único y verdadero salvador? -Continuaría el sacerdote tras oír la negativa en Latín. La afirmación de Symond fue la respuesta que obtuvo, con la misma fuerza y exageración en su voz: 
-¡Sí, acepto! - 


 -¡Magnifico! -Exclamaría el sacerdote mientras se aproximaba a Symond para que éste besase Las Sagradas Escrituras, concluyendo realizando en su frente una cruz con estas palabras. -Entonces por el poder que me ha sido dado, yo te absuelvo de todos tus pecados pues. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu santo. - 


 Poniendo unos breves instantes los ojos en blanco, Symond aceptó el perdón divino cerrando los ojos cuan devoto terriblemente arrepentido. Tuve que apretar los labios para no echarme a reír allí mismo. Cerrando los ojos obtuve de igual modo ese perdón prometido y tan merecido pues no habíamos hecho nada malo, como mucho, comer hasta reventar, danzar y honrar a la naturaleza. Al ir bajando de la plataforma pude respirar desahogado, girando mi cabeza varias veces, observar bajar detrás mio a Symond me hacía percibir menos acusado el sentimiento de repulsión y vacío que se había apegado a mí desde el primer toque de ese hombre. Me sentía peor de lo que él se estaría sintiendo, como al haber aceptado, yo fuese el que iba a tener manchada el alma y mi cuerpo se fuese a ir pudriendo poco a poco. Sosteniendo la muñeca izquierda y luego la derecha, él giraba cada mano saboreando la libertad de movimiento risueño, todavía incrédulo de caminar entre las gentes. Me comentaba lo que se dispondría a hacer una vez regresasemos a la mansión Windson. El desprecio en los ojos de la chusma se tornó lástima o esa era la impresión que me llevé al mirar a alguna que otra persona que entorpecía nuestro alejamiento del lugar. En mi mente solo había una idea, cuanto antes abandonase la plaza, antes podríamos ponernos en busca del trasporte que nos llevaría a casa. Como veis, no me importaba lo que la gente pudiese pensar al verme recorriendo la plaza en busca de una salida. Su Excelencia me había indultado y eso era lo más similar a que el propio Dios te indultase sin embargo el indulto de Su Excelencia no era mas que otra muestra de cuan devaluada se había vuelto la palabra de Dios. Entre el asco y la rabia, mi corazón se estaba llenando de odio. La voz del señor Hopkins entre la multitud me arrancó de mis pensamientos que se torcían y retorcían cual plantas trepadoras oprimiendo mi corazón e incluso dañandolo con sus puntiagudas hojas. 


 -Parece que tiene Ud mucha prisa en irse, ¿no? Señor Reed. -Fueron las venenosas palabras que me dedicaba. Parándome en seco, giré la cabeza y parte de mi cuerpo, obligando a mi buen amigo a detenerse a mí lado y a ejecutar la misma acción. Justamente como Symond me habría comentado, era la clase de hombre que no le bastaría con ser recompensado por su esfuerzo en capturar a todo aquel que considerase brujo o bruja sino que además asistiría a su condena como tantos otros, para regocijarse de la muerte de esos impíos. Respirando fuerte por la nariz, elegí ignorar sus maliciosas palabras para continuar con mi camino. Él insistiría, elevando su voz entre los griteríos ansiosos de la gente al irse colocando el resto de hechiceros por la lisa superficie de madera. 


 -¡Justamente cuando va a comenzar la función! -Gritó. Su inseparable compañero, el señor Stearne carcajeó mirando a su jefe, que le devolvió una mirada de complacencia antes de añadir. -¡Marcharse ahora podría costarle la sospecha de muchos ciudadanos! - 


 Deteniéndome, admití que en eso estaba acertado. ¿Era necesario aguantar más sufrimiento para salvaguardar el pellejo ante gentes que no volverían a verme? Por lo visto sí, aunque me disgusto enormemente la pérfida y arrogante sonrisa que se dibujó en el rostro de Hopkins. Los griteríos se trasformaron en abucheos e insultos que escandalizarían hasta al más duro y malhablado de toda Gran Bretaña, entre tanto desagrado, tanto Symond como yo sentíamos el impulso de contradecir a toda esa muchedumbre más quietos como dos estatuas con la boca bien cerrada y los ceños fruncidos contemplamos un rato como eran presentados los nuestros. La muchacha que meneaba con la cabeza no muy lejos de nuestro lado, cuyos largos y ligeramente ondulantes cabellos parecían olas de un negro mar meramente visibles al ser toda su cabeza tapada por la capucha que poseía su larga y gruesa túnica captó mi atención. Al encaminar mi vista al poco de fijarme en ella en otras damas o en otros individuos, ningún otro parecía sentir ese disgusto. Dándole algunos golpecitos a Symond con el codo, le solicité saber información sobre ella pero para cuando Symond y yo tornamos nuestra vista hacía ese lugar, ¡ella ya no estaba! 


 -Probablemente te lo haya parecido, aquí hay mucha gente. -Me diría él susurrante. 


 A medida que los cuellos de los nuestros fueron siendo adornados por las gruesas y opresivas cuerdas que al ser ellos elevados se aferrarían a cada cuello causandoles la muerte, Symond tuvo que golpearse para no romper a llorar. Jamás había visto semejante espectáculo por lo que el contemplar de esos cuerpos retorciéndose al alejarse sus pies del firme suelo de madera, con los ojos enclavijados gracias a la privación de aire me conmocionó, impidiéndome gritar o ejercer cualquier gesto de dolor, con la mano posicionada sobre mi boca. Lo que produjo que muchas personas entre la multitud riese con ganas fue que alguno llegó a orinarse encima, cayendo ese fino liquido cual chispas doradas contra la madera variando su color por esa parte. Apretando los dientes, dolido, tiró de mí y ambos retomamos con mayor velocidad nuestro camino lejos de la plaza. No dejamos de avanzar apurados hasta encontrarnos en una calle desconocida. Jadeantes, pues poco a poco nuestros pasos se convertieron en zancadas y posteriormente en un trote como si eso nos ayudase a borrar de nuestras mentes lo recientemente visto, hicimos que parase el primer carruaje que oímos atravesar esa calle. Todo lo que le dijimos antes de acomodarnos en el interior de su vehículo fue: 
-Llévenos hasta Londres, cueste lo que cueste. - 


 El hombre nos miró arrugando su frente mientras tomaba las riendas de los esbeltos caballos, que golpeaban el suelo de piedra expectantes a la par que erguían sus cuellos. Conocedor de antemano de su replica, suspirante, dije: 
-Por favor, buen hombre. - 


 Sorprendido, se quedaría un instante callado, pero el sonido del latigazo a los caballos nos indicó que estaba dispuesto a realizar el largo viaje. Symond se hundió en el confortable asiento lanzando un largo suspiro mientras cerraba los ojos. Cruzándose de brazos sería fácilmente apresado por Morfeo, ente señor de los sueños. Para mí, dormir comenzaría a convertirse en una acción costosa, revolviéndome un sin fin de veces, con los ojos cerrados, me dí cuenta del problema en ese mismo momento. Forzándome una vez más a esbozar una sonrisa, quise llevar mi torturada y ensombrecida mente a algo que me apartase de todo lo que se agolpaba en ella. Mis pequeños guardianes debían de estar esperándome con un recelo insoportable en sus pequeños y suaves cuerpos. Las circunstancias en nuestra contra habían alargado demasiado el regreso prometido. ¡Oh Yue, mi pequeño ángel! Con tan solo avivar su recuerdo en mí, un temor nunca antes sentido se apoderó de todo mí ser. Él que era tan puro y tan hermoso, leal y siempre deseoso de estar a mí lado, ¿qué pensaría de mí si descubría lo sucedido en Chelmsford? Yo que me empeñaría en instruirlo para que no solo fuese un guardián fuerte y servicial, sino que para que también fuese digno de lo que su apariencia hacía pensar de él. Ya ni podía pensar en aquellos que más apreciaba pues era aún más desconsolador. 


 -Alegra esa cara Clow, además de seguir vivos, ya tendrás lugar dónde vivir con Kerberus y Yue. -Se esforzaba en ser positivo Symond por los dos echándole un minucioso ojo a todos los documentos que se me había sido entregado. -Además no vamos a ganar nada deprimiéndonos. ¡Estoy impaciente por ver tu morada! -Agregó dibujándose en su rostro una sonrisa traviesa. Fue envidiable el poder de recuperación que sufrió con una buena comida y un buen descanso en algún que otro hostal que estuviese por el camino. 


Le sonreí sin mucho ánimo metiendo con cuidado los papeles en el sobre cuyo sello hubiese sido abierto hacía días por el cotilla pero eficiente empresario que Symond podía llegar a ser. 


 -Más me temo que eso significará que tendré que convivir yo solo con Brigitt. -Sentenció llevándose una mano a la cabeza emulando un gesto de inesperada molestia. 


 Asentí de nuevo sonriente como un autómata, que las palabras y bromas de mi amigo no me atrajesen como en otras ocasiones no significaba que por ello fuese a ser un maleducado. Le oía exponerme toda clase de cosas como siempre había hecho con las manos cruzadas sobre la pierna que tenía sobre la otra mirándolo sin embargo mi poca participación decía mucho de mi estado. Yue lo presintió con mayor rapidez que los demás gracias a nuestra unión mágica o debido a que era mucho más sensitivo. 


 (Yue) 


 Parado frente a la puerta, mi corazón dio un fuerte brinco al sentir la inconfundible presencia del Amo Clow. Sí corrí alejándome de la entrada fue para hacérselo saber a mi hermano y compañero Kerberus, que se encontraba echado boca abajo en el jardín, único lugar de la casa en el que le permitían estar bajo el cobijo de un árbol de recio tronco con verdes hojas renacidas. 


-¡Despierta! ¡Padre por fin ha regresado! -Le ordené zarandeando su anaranjado y peludo cuerpo. 


-¿Acaso lo dudabas? -Se mofaría de mí abriendo perezosamente los ojos, ojos brillantes y amarillos como dos joyas. Fruncí mi ceño en señal de enojo retirándome de él. 


Le hubiese replicado cualquier cosa pero recibir al Amo Clow era mil veces más importante para mí que justificarme ante esa fiera perezosa. En una parte del gran salón con el que estaba el jardín conectado, me dio la sensación de que toda la habitación estaba más oscura que antes, lo que era raro pues la tela de las cortinas no era tan gruesa como para no dejar pasar apenas luz, arrugando la frente dirigí mis ojos tanto a la derecha como a la izquierda pero todo estaba igual de oscuro parándome un momento. Las voces que reconocí me recordarían mi verdadero propósito por lo que tan deprisa como mis pequeños pies me dejaron llegué a la entrada. Mi corazón se desbocó al alzar la cabeza y fijar mis ojos en el alto y moreno hombre portador de redondas lentes que sonreía con la frente ligeramente arrugada. Su ropa era distinta a la que se puso el día que se marchó pero sin lugar a dudas era él. Respirando hondo, precedí a acercarme. Mi corazón latía tan animado que dolía pero no me importó al igual que tampoco me importo tener que hacerme paso entre aquellas personas que rodeaban a mi creador y amo. Todas eran empleados al servicio del señor de la vivienda, sus trajes eran ineludible signo de ello pero solo la ama Bianca tendría la osadía de abrazar llorosa al Amo Clow después de haber abrazado y besuqueado al señor Windson. 


 -¡No! -Gritaría entonces el Amo Clow sujetando a la ama Bianca por las muñecas deteniendola bruscamente. La expresión en el rostro de todos excepto en el de Symond, que se limitó a lanzarle una mirada reprochante, fue de sorpresa y gran desconcierto. -¡No me toques! ¡Por favor, que nadie me toque! -Le pidió con otro grito ahogado. 


 Ella pestañearía confusa, como si le costase reconocer al Amo Clow. Ella que había sido más que una criada o doncella, ella que no dudaba en ayudar al Amo Clow en cualquiera de sus proyectos, fuesen lo locos que fuesen, ella que lo estimaba más que a un señor o a un amo, se alejó unos pasos agachando la cabeza como hubiese hecho en China tras escuchar a su señor ordenarle distanciamiento. Reprimiendo todo lo mejor que pudo las nuevas ganas de llorar, la ama Bianca se alejó sin decir palabra. La penumbra que parecía envolver todo el salón pareció extenderse llegando al recibidor como una silenciosa capa pegada a las paredes y al suelo de madera. Observandola desplazarse por todo la entrada aprecié con insólita nitidez a la bella mujer de negro que fuí viendo de cuando en cuando durante todo el tiempo en que el Amo Clow estuvo fuera. Su sonrisa aunque bonita no me tranquilizó. 


 -¡Mira quién ha venido también ha recibirte, Clow! -Exclamaría el señor Windson señalando hacía donde yo estaba paralizado. -¿No te resulta encantador? -Añadió adentrándose en su grandiosa mansión e inclinándose un poco para quedar a mí altura. Debió de captar mi inseguridad pues me sugirió. -Ya que estás aquí, ¿por qué no le brindas un poco de afecto a Clow? Verdaderamente lo necesita. - 


 Asentí decidido a abrazarlo pero algo me frenó, algo oscuro y gélido que me apartó de él. Al levantar la cabeza y apretar los ojos a fin de apreciarlo mejor, logré distinguir cerca, demasiado cerca de mi creador y amo una especie de figura oculta por unos negros e indefinidos mantos. 

-Padre... -Musite mirándole a los ojos, caminando despacio hacía él. -¿Se encuentra bien? -Le solicite saber alargando uno de mis brazos para tocarlo pero esquivandome con rápidez y soltura respondió mientras se alejaba de la puerta: 
-No te preocupes, me encuentro perfectamente. - 


 Pero no era verdad, lo que estrujó mi corazón hasta casi asfixiarme no era causado por una gran alegría. Ahora eso que pensé no volver a sentir se trasformó en un sentimiento más continuado y dañino y fue tan intenso que incluso el despreocupado Kerberus lo percibía. El Amo Clow se comportaba de manera extraña, no sólo no quería contacto físico con la ama Bianca sino que tampoco reaccionó bien ante el primo de Symond y su encantadora señora. Era como si no quisiese formar parte de nada o de ningún grupo. ¡Decidió irse al que sería nuestro hogar solo! Lo que nos dejó aún más atónitos a todos los que le conociamos y le apreciábamos. 


 -¡Amo Symond! -Gritó la ama Bianca respirando con dificultad al poco de llegar al gran salón en el cual el señor Windson y el matrimonio Johnson se hallaban sentados charlando y disfrutando de las pastas que Constance había traído como solía hacer cada vez que venía a visitarnos. Todos la miraron frunciendo el ceño, no era propio de la ama Bianca obrar así y menos cuando el Amo Clow o Symond atendían visitas. -¡El Amo Clow ha desaparecido! - 


 Así fue como nos enteramos de su traslado. Symond rompería a reír al poco de finalizar la última y horrorizada exclamación de nuestra cuidadora. Entrecerrando los ojos y levantando una ceja mientras apoyaba parte de su rostro contra una mano cerrada, el amigo del Amo Clow comentó ligeramente jocoso: -¡Recórcholis! ¡Este hombre nunca deja de sorprenderme! Probablemente esté en otro lugar de la mansión. Esta mansión es enorme. - 


 La expresión de preocupación de Constance se suavizó, llevando la mano que había posado sobre su boca hasta su pecho, suspiró sonriendo tímidamente. Más la replica que le dio la ama Bianca haría que Symond se quedase callado, dibujándose en su rostro cierto temor. 


 -¡Al no encontrarlo en su dormitorio he ido por las demás habitaciones y tampoco estaba estaba! -Le contradijo ella con voz más alterada. Constance y Raymond fijarían sus ojos en Symond como buscando una indicación de su parte para comenzar una nueva inspección de toda la vivienda. Symond se mordería el labio inferior con el superior hasta casi sangrar y murmuraría: 
-Entonces puede que esté... Mierda. - 


 Levantándose con la misma rapidez con la que su mente había dado con la solución más certera, él mismo iría a comprobar que tal cual le había venido la idea al Amo Clow, tal cual se había ido. Encontrarnos a Kerberus y a mí dormidos en la amplía y confortable cama de su dormitorio pero no sus maletas llenas de ropaje u objetos personales fue la lamentable prueba que confirmó ese temor que afloraba en su mente. 


(Clow Reed) 


 Dejando las pesadas y cuadradas maletas caer, detenido frente a la que recordaba seguiría siendo la vivienda que perteneció a mi padre, acercándome a la gastada pero lisa puerta de madera, la palpe como un ciego palpa cualquier objeto, lentamente, permitiendo que no solo las yemas de mis dedos percibieran el polvo y la madera. Apoyando el resto de mi cuerpo sobre ella, cerrando los ojos, me dejé embargar por el sentimiento que estremeció mi ser llegando a verter algunas lagrimas pues eran tantos los buenos recuerdos que me trajo su mera observación. 


 -Bien, señor Reed, como los papeles están en orden, definitivamente puedo hacerle entrega de la llave de su vivienda. -Me comunicó el notario con el que había tenido que tratar para retomar mi hogar legalmente. 


Regresando a mi solitario presente me retiré de la puerta mientras el alto y distinguido hombre sacaba de entre su larga y gruesa chaqueta de saturado tono marrón a juego con el suave marrón de sus ceñidos pantalones que se atisbaba bajo sus protectoras capas. Tocar el cálido y gris metal no pudo alegrarme más, apretándola con esa mano, asentí y sin decir palabra la introduje en la cerradura. Una vez abierta la puerta principal, todo, absolutamente todo lo del exterior se tornó lejano e inexistente para mí. 


 -Ha sido un placer tratar con Ud, señor Reed. -Se despediría colocándose un sombrero de oscuro color el notario dedicándome una obligada sonrisa de cortesía. -Si vuelve a requerir un buen notario, no dude en hacérmelo saber. -Agregaría dándose importancia. 


 Giré la cabeza y asentí esbozando una sonrisa antes de tomar mi equipaje y cerrar la puerta. Mirase por allá por donde mirase, la mansión Reed apenas había cambiado, continuaba poseyendo los mismos muebles y las mismas cortinas, distribuidos como lo procuró mi padre. Recorrí la casa admirado de que el tiempo no hubiese causado grandes estragos en su interior. Mis apesadumbrados pasos retumbarían al subir las escaleras agarrándome a la solida barandilla de madera, contribuyendo a que mis dedos se ennegreciesen cada vez más gracias a la acumulación inevitable de polvo. Tumbado boca arriba con la vista inalterable en el cielo raso de mi alcoba arrugué la frente reprochándome que el no ser capaz de disfrutar de todo aquello.  


(Yue) 


 Al abrir los ojos, ahí estaban dos hombres, uno ligeramente más rechoncho que aquel cuya mano me despertase y una joven en cuyo rostro quedaba el rastro de incesantes lagrimas. No tardé en reconocerlos, pestañeando e incorporándome retire molesto la mano de Symond. El único quien podría tocarme era el Amo Clow, ya desde temprana edad lo tenía claro. 


 -¿Dónde está padre? -Pregunté notando mi boca un poco pastosa. 


Ya, con los ojos bien abiertos, moviéndolos en su busca. La oscuridad que hubiese dominado el lugar se había moderado y la claridad que llegaba desde las grandes ventanas ofrecía una visión definida de toda la habitación y todo lo que en ésta había. Las miradas que se proyectaron no auguraron nada bueno, haciendo de tripas corazón, solo Symond, sentado junto a mi en la gran cama tuvo el valor de dar respuesta a la sencilla pregunta. 


 -Creemos que Clow se ha ido... -Empezó a comunicarme pero el grito de incredulidad que dí le interrumpió: 
-¡¿Qué?! -Al instante un sentimiento abrasador e incontrolable se apoderó de mí, añadiendo otro grito más alto. -¡Padre no haría eso! - 


 El guardián solar, Kerberus, movería su cabeza y parte de su cuerpo al sentir mis puños golpear varias veces la mullida y cálida colcha que había bajo nuestros cuerpos molesto o sutilmente despertado. Chistandome con poca fuerza Symond intentó apaciguarme, al parecer no interesaba que Kerberus participase en la búsqueda de nuestro creador. Si yo, que era el más asemejado a un humano actuaba así, ¿cómo se lo tomaría mi hermano y compañero, que era un animal capaz de lanzar fuego por las fauces? La ama Bianca sostenía su frente arrugada y sus ojos parecían brillar acuosos. Tanto Symond como su primo le habían pedido múltiples veces quedarse en el salón comedor haciendo compañía a la también preocupada Constance pero ella, terca como una mula vieja, estaba decidida a formar parte. Colocando sus dos manos sobre mis hombros, provocando que mi ira creciese en vez de menguarse, frunciendo el ceño, posando sus ojos en mí de un modo que hubiese convencido a cualquiera, continuó hablando. 


 -¡No me toque! -Le espetaría yo logrando despertar definitivamente a Kerberus. -¡Ud no es mi verdadero padre! ¡Ud no me dió la vida! -Añadiría esmerándome en librarme de sus firmes manos. 


 -¡Ya lo sé Yue! ¡Y también sé lo mucho que te desagradan los demás pero si quieres ver a Clow, tendrás que hacer un esfuerzo por aguantarme! -Me gritaría, en su voz pude percibir algo similar a la tristeza, algo que te remueve y te hace querer llorar. Respiró hondo y suavizó su tono. -Tú eres muy especial para él Yue, y he pensado que ahora más que nunca tú eres el más indicado para estar a su lado. Al fin y al cabo, tú fuiste creado para ese propósito. -Me expuso y aparto sus manos. 


 Aún resultándome todo aquello difícil de entender pues apenas había comenzado a ser instruido como debiera ser, me quede mirándole muy serio. Resoplé y acepté tomar la mano que me ofreció pasado un rato. Kerberus rió cruzándose de brazos como lo habría hecho un orgulloso hermano mayor ante los avances de su hermano menor puesto sentado sobre sus patas traseras. Al cruzarse nuestros ojos, de tan diferente color y brillo, era fácil adivinar que con tal de recuperar al Amo Clow sería capaz de consentir cualquier cosa. Su orgullo era mucho mayor que él pero sólo actuaría como refuerzo si yo fracasaba, lamentable evento que sucedió al llegar a la mansión Reed. 


 (Clow Reed) 


 Pasándome los dedos por el rostro al abrir los ojos, fui consciente de que me había pasado un buen rato llorando aún sabiendo que llorar no arreglaría nada. La visión que vino a mí fue trágica ya que en ella yo dañaba a todo aquel o aquello que se acercaba a mí, cubierto por una oscura e interminable túnica negra que no dejaba a las personas o criaturas atacadas ver mi rostro. Sus rostros desencajados por el horror y sus cuerpos encogidos eran imágenes que se habían quedado retenidas en mi mente. El sonido de sus aullidos de dolor y el crujir de sus huesos y carne al ser retorcidos, la sangre que comenzaba a teñir de rojo sus vulnerables cuerpos al no poseer la elasticidad suficiente. ¡Dios! Un desagradable brinco por parte de mi estomago me forzó a levantarme y dirigirme al lavabo más cercano, tapando mi boca con ambas manos como única sujeción a lo que subía desde mi revuelto estomago hasta ella adquiriendo una nauseabunda y liquida forma. Vomité y no fue una sola vez. Bajo el rudimentario grifo que tenía nuestra cocina, me limpie la boca. El agua que caía me pareció más helada que de costumbre y quizás enturbiada pero debida a la poca luz no le dí gran importancia, si estuviese sucia, de seguro lo hubiese percibido al pasarla por mis labios. Tras secarme con una servilleta, de las muchas guardadas en un cajón, escuché un leve murmullo. Arrugando la frente me concentre en identificar ese breve sonido pero meneando la cabeza me convencí de que estaba solo. Solo y majareta. 


 -¿Hay alguien? -Preguntaría caminando hacía el salón. El no obtener respuesta me suavizo los nervios pero la intranquilidad continuaba dentro de mí. -No, Clow, aquí solo estás tú y tu derrumbe emocional. -Me dije a mí mismo sentándome en el sillón que se convertiría en mi sillón favorito. Muy inusual para la época pero hermoso y muy distinguido, con un respaldo alto y liso que al pegar la espalda me hacía sentir como un rey. 


Con la vista perdida, pensé en lo mucho que me gustaría llenar mi despreciable cuerpo de un buen Whisky o una Ginebra decente. Deseaba beber hasta caer roque, deseaba dormir y adentrarme en otra realidad, fuese caprichosamente hilarante o irreal pero por más que trataba de cerrar los ojos y relajarme, el sueño no venía a mí, solo la frustración y el desespero. Colocando mi mano izquierda sobre mi frente con la cabeza ligeramente ladeada oía como con los dedos de mi mano izquierda rasgaba la gastada tela del sillón. Estaba en casa, definitivamente estaba en casa pero sin mi padre la construcción había perdido ese calor e ilusión que creí recuperar una vez me instalase. Suspirando en la soledad de mi oscuro salón y meneando la cabeza tomé la drástica decisión de paliar el mal que me invadía mediante ayuda mágica. Con el aplomo que me brindó esa nueva ocurrencia, encamine mis pasos a la biblioteca que había conseguido formar mi padre tras largo tiempo amontonando todo libro o escrito que le parecía curioso o a tener en cuenta, fuese del tema que fuese. ¡Mi gozo y morriña aumentó al descubrir que todavía se mantenían en pie las viejas estanterías de rugosa madera con el resto de libros y documentos que no pude llevar conmigo pues hubiese sido un engorro monumental para mí y los marineros que tuvieron la bondad de cargarlo hasta dar con la ciudad de Hong Kong. Aunque las hojas de muchos de ellos se habían vuelto frágiles cual alas de mariposa, su tacto y su olor habían permanecido imperturbables. ¡Ojalá lo hubiese logrado también la tinta usada! Para mis fruncidos ojos gran parte de las oscuras palabras se habían tornado en grisáceas figuras apenas legibles. Sentado con los codos sobre la mesa que componía el misterioso e ilustre despacho de mi padre me convencí de que aquello sería alguna señal divina de que lo que tramaba no iba a ser buena idea más yo, terco de mí, rebuscando entre los grandes cajones de la mesa me negué a rendirme. Resoplando a causa de tanto esfuerzo malgastado, cerrando los ojos mientras me llevaba ambas manos a la cabeza, inspirando y respirando varias veces, recordé que mi padre estaba especializado en la adivinación y la nigromancia pues de entre las muchas doctrinas dentro de la magia que fue aprendiendo a dominar, era especialmente valiéndose de esas con las que no sólo podría alimentarse él sino también podría proporcionarme alimento y hogar a mí. Yo necesitaba a un hechicero especializado en magia verde, es decir, que conociese y emplease hierbas con fines, en teoría, curativos pero en tiempos tan aciagos para la hechicería, ¿dónde encontraría a esa persona? Tan sólo el roce de una peluda y tupida piel me hizo abrir los ojos instantáneamente al mismo tiempo que exclamaba entre sorprendido y angustiado: 
-¡¿Kerberus?! -Pero dirigiendo mis ojos hacía ese lugar, el inoportuno visitante era otro felino, de oscuro y sutilmente agrisado pelaje. Tanto suu escuálido cuerpo como su cabecita se restregaban demasiado a mi pierna por lo que retirándolo un poco de mí añadí. -No, tu no eres mi Kerberus aunque sois igual de mimosos. - 


 El fino maullido que emitió pareció de protesta. Por mucho que intenté mantenerlo lejos, el minino no cesaba en su empeño como si hubiese algo que le atrajese de mí o como si se tratase de un juego. Me lo estaba empezando a poner difícil el alejarlo sin tener que golpearlo. Acabe por ordenarle que se largase o que me dejase en paz levantándome de la ancha y rustica silla en la que había estado sentado. 


 -¡Te lo advierto! ¡Como no te alejes por las buenas, me veré obligado a...! -Le avisé señalándole poniéndome bien serio, con el entrecejo bien fruncido pero el animal adoptando una sensual figura humana me interrumpiría replicando con ligera sagacidad: 
-¿O qué? ¿Usarás tu magia contra mí o tus puños? - 


 La percepción de aquella bella y joven dama ante mí me dejó más que asombrado. ¡Era la dama encapuchada que me pareció hallar no muy lejos del lugar en el que Symond y yo observamos el ajusticiamiento forzosamente de nuestros compañeros hechiceros! Sus ojos centellearían y su sonrisa se ampliaría al ver la inocultable expresión de asombro en mi rostro. Con una ceja alzada y agitando suavemente su cabeza a fin de alejar de su rostro algunos largos y con algo de ondulación mechones de negro cabello buscando un nuevo acercamiento añadió: 
-Eso no sería muy cortés de su parte, cuando resulta que lo único que pretendo es ayudarle. - 


 ¿Ayudarme? Mi asombro se trasformó en perplejidad. ¡Ayudarme! Quizás ella sabía de plantas y remedios pensé arrugando la frente pero ¿y si se refería a otra cosa? Su piel desnuda estaba tan cerca y toda ella despedía una fragancia tan almibarada que mis sentidos comenzaron a nublarse...

FanFic CCS ¿Fantasía o realidad?

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NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD): 
Los personajes de CardCaptor Sakura son creación exclusiva de CLAMP 
Historia contada en tercera persona ONESHOT
La idea surgió un día pensando que Clow Reed y ella tampoco haría mala pareja XD Ambos son los personajes que más me cautivaron de CCS la primera o segunda vez que tuve oportunidad de ver este anime en la tele ^^ 
SPOILER! En el manga Fujikata también resulta ser una recarnación de Clow Reed pero Eriol es quién recuerda su otra vida y usa magia LOL 


 FanFic CCS 
¿Fantasía o realidad? 


-Señor Kinomoto, ¿hay algo que le preocupe? -Preguntó con una dulzura celestial la jovencita de ondulados y oscuros cabellos que observaba al pensativo hombre de anchos anteojos todavía sentado en su sillón de gastada tela marrón. -La campana sonó hace rato. -Le informó girando su bellísimo rostro hacía la dirección en la cual debía de estar acoplada una metálica esfera siendo la campana que en cada clase había. 


-¡Para nada! -Respondió rápidamente el atractivo profesor girando la cabeza mientras sonreía. Tras agitar sus manos con las palmas extendidas, apoyando sus codos sobre la mesa y entrelazando sus dedos añadiría con una voz fascinadora. -Bueno, estaba pensando en un sueño que tuve recientemente. - 


La morena pestañearía ampliándose su sonrisa, asintió y solicitó a su profesor favorito compartirlo con ella con sólo dos palabras: 
-¿De verdad? - 


-Sí, fue tan real... No puedo dejar de darle vueltas. -Le afirmaría él risueño antes de proceder a explicárselo. Ella escucharía con gran atención y paciencia al hombre, aunque a veces pudiese resultar tedioso atender a sus maravillosas exposiciones, la muchacha se esmeraba mucho en mantener centrada su atención no sólo en lo que sus ojos le ofrecían pues ciertamente lo relatado le iba haciendo aflorar sentimientos curiosos. -¡Ya ves! Tú una especie de bella dama incomprendida y yo un brujo en plena Edad Media Europea. Recorriendo descalza un bosque que parecía no tener fin, tan frondoso como misterioso y yo detrás tuyo, recreándome en observarte moverte cual hada por tales terrenos meramente ataviada por un níveo vestido de fina tela que aumentaba tu etérea belleza a juego con las flores posicionadas sobre tu cabeza y muñecas. Siendo iluminada por la Luna. Creo que nos dirigíamos hasta el lugar en el cual nuestras vidas serían unidas en sagrado matrimonio. Es un sueño inverosímil, ni siquiera sé por qué le estoy concediendo tanta importancia... ¿Tú te casarías conmigo? - 


La enérgica y poco meditada respuesta de la muchacha dejaría K.O al sutilmente ruborizado profesor: 
-¡Sin lugar a dudas! - 


 -¡NADESHIKO AMAMIYA! -Irrumpió la desesperada voz de otra joven, de lacios y castaños cabellos, de menor longitud que los de la joven morena mencionada a viva voz. En sus ojos brillaba un amenazante fulgor al ser dirigidos hacía el hombre, que de pronto sintió caer desde su apenas cubierta frente una gotita de sudor. -¿Cuántas veces tengo que decirte que el profesor Kinomoto no es de fiar? -Suspiraría arrugando la frente mirando a su ingenua y encantadora prima. Agarrándola apurada del brazo se alejaría con la joven, la cual se despediría agitando la mano con una sonrisa forzosa en la cara. Al profesor le costó despegar sus ojos de los bonitos y verdosos ojos de ella. 

FELIZ 25 DE MAYO

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REGALO PARA MI QUERIDA, MUY QUERIDA, MADRE ^_^ 


Tú sabes que aunque a menudo somos como el aceite y el agua o como el fuego y el agua, estamos unidas por algo que más allá de nuestras pequeñas diferencias. A veces me desesperarás pero también me sabrás calmar, ¿hay algo más hermoso que esa unión formada a lo largo de los años? Sí lo sabes, házmelo saber pues aunque satisfactorio es exponerte mi saber, yo estoy segura que tú también lo sabes, ¡Eso y mucho más! Porque eres una chica ejemplar y madre a la que divertido es obedecer. Domadora de fieras y distinguida señora, así te veo y espero todo el mundo te sepa ver. Devota esposa, de Dios fiel seguidora e hija que lo da todo por su propia progenitora. ¡Oh! De gran belleza y energía como las estrellas que iluminan nuestras noches. Eso y más para mí eres y creo que poco a poco el mundo lo sabe. ¡Lo sabe! ¡Lo sabe! ¡Claro que lo sabe! Porque tu luz interior ilumina cada persona y calle de este paraje. Y todo esto te lo cuento llevada por esa gran fuerza que nos unió llamada AMOR. ¡Feliz cumpleaños y que Dios te tenga en este mundo muchos años!


Bueno, este año ha tocado reflexión porque a ella le gustan más XD Espero que le guste mucho y a vosotros, también ^^

Más reflexiones...

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MÁS REFLEXIONES... ¡Hasta tirar la casa por la ventana! XDDD 


 Digamos que sí, que soy realmente inspirada y como tocada por un hada, surge de mi mente lo que estás deseando. ¿Sería maravilloso? Es lo poco que servidora puede aportar... Pero cuesta trabajo de liberar. 


 EL PADRE NUESTRO... ON MY WAY 


Tú, nuestro primordial padre, que desde el cielo nos observas con precaución y en la tierra te manifiestas, guarda en tu glorioso reino un lugar para nosotros, que cada día te alabamos y adoramos al pronunciar tu sagrado nombre y tomar tu divino cuerpo transformado en humilde pan, muestra tu misericordia con cada ofensa nuestra perdonada para que así nosotros las del próximo sepamos perdonar y así perdure tu voluntad disminuyendo el mal del que te rogamos nos mantengas alejados.¡Así sea! ¡Qué así será! ¡Y así es! Nosotros, los hijos que escogiste, arrodillados, te pedimos. 


REFLEXIÓN SURGIDA EN ALGÚN MOMENTO DEL DÍA XDDD 


Dicen que las épocas de santos pasaron ya pero yo creo que están equivocados pues cada tiempo conlleva un nuevo desafío y con ese desafío, nuevos santos pues no hace falta ser coronado o tu nombre por el papa ser anunciado, yo cada día habló con un santo nuevo e insospechado, como camuflado entre una indiferente multitud. Incluso puede que tú, tú seas ese santo acallado o agobiado por una creciente masa de incredulidad y desprecio pues en vez de rendirte, toma tu bastón y hablemos de lo bueno, del camino difícil pero satisfactorio, de que una vez acabada esta película titulada vida vendrá lo mejor. Con educación y comprensión seamos nuevos peregrinos en un mundo enloquecido, del estrés y el egocentrismo esclavo. ¡Qué se note aquello de lo que Cristo nos habló! Una agradable estación de paso hasta llegar al placentero y deseado destino... ¡Sé mi ejemplo y yo seré tu ejemplo como él fue el primero en dar ejemplo! 


PARA MÁS REFLEXIONES O REFLEXIONES EXCLUSIVAS, SÓLO TENÉIS QUE PEDIRLO ^^

Mi estrella guía

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REFLEXIÓN ESPECIAL (Pedida por una amiga) ^^ 

Mi estrella guía, tú eres mi estrella guía, resplandeciente noche y día. Sí, guardando todo tu calor para mí. A veces brillaras hasta abrasar el cielo y otras tenuemente me iluminarás, todo en perfecta armonía con el mundo, con el Dios que te ha creado, con la luna o el sol que te ven posarte a mí lado. ¿Pero qué será de mí sin tí? Suave fulgor que recordará tu presencia al tornar los ojos al cielo, renacida luz que me rememorará que una vez me iluminaste. Porque las leyes del cielo y la tierra son caprichosas pero Dios sabe que te necesito, que sin tu amparo, estoy fría y acongojada. Tú eres mi luz, porque tú siempre has sido mi luz, celosas las demás estrellas estarán al observar tu suave destello cual arco o señal de lo que fuimos. ¡Brillad, brillad, si de verdad la habéis apreciado! Que el cielo ria su aparicio y nunca olvida que ha formado parte de su extenso manto. Sin olvidarme ni un rato.


Bueno, espero, sinceramente, con toda mi alma, que os guste ^^ Me gusta mucho, demasiado, la referencia de las estrellas y demás astros porque además de haber estado siempre presentes en un sinfín de religiones y escritos, son tan bellos y misteriosos... Pero en este caso es porque esa persona siempre ha sido muy importante para esta amiga, han estado juntas y se han apoyado y todo eso... Pero como la poesía es muy subjetiva, que cada uno le de el significado que quiera XD

AVISO XD

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Hasta el lunes la autora de este blog está fuera, disfrutando de las maravillas que la ciudad de París le ofrecerá y quizás, tocando las campanas de Notre Dame junto al Jorobado de Notre Dame XDD


Conque... OS VEO DENTRO DE CUATRO DÍAS 


MARY 

FanFic CLAMP El mago más poderoso del mundo 15

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NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Este FanFic o serie de historias es mi intento de narrar como imagino yo la vida del grandioso Reed Li Clow, uno de mis personajes favoritos de CLAMP ^^

Este FanFic esta narrado en primera persona. Principalmente por Clow pero puede que Yue y Kerberus también tengan algo de protagonismo...
Esta historia es más tierna, bastante triste también pero muy enternecedora porque lo que sucede se centra en ese Clow tan enfermo y sus guardianes, que se desviven por él aunque también hay un punto de misterio porque Sombra ha de ser convertida en carta... Sólo una porque no da tiempo a juntar dos como ocurre en los otros capítulos XP
Dedicado a mis musas más inspiradoras Tsuki no Youkai, Laurus Nobilis y Melissa-yueirishu ^^ (Y en general, a todas las admiradoras y admiradores de tan particular mago)


FanFic CLAMP
El mago más poderoso del mundo - Equilibrio


(Yue)
Al sentir en mi frente cubierta por un sin fin de mechones desordenados y desiguales el cálido roce de unos labios abrí de inmediato los ojos deseando que esos afectuosos labios perteneciesen a mi amo y creador pero la persona de oscuros cabellos que me había besado no era el Amo Clow sino la ama Bianca. Cada mañana era la misma decepción, el mismo desazón en el corazón y el mismo recordatorio de que aunque el Amo Clow apenas nos mostrase físicamente afecto, el nos quería y jamás dejaría de hacerlo. Con rapidez pasé una de mis manos por la zona besada, por mucho que la ama Bianca se mostrase el doble de comprensiva y cariñosa, su esfuerzo no llenaba el vacío que sentía. Quizás el Amo Clow también se sentía así , como si nada pudiese sacarlo de su actual lejanía del mundo. Aún habiendo conseguido que no nos echase, apenas parecía sentir animo para ir a nuestro lado. Se quedaba sentado en su alto sillón con la mirada tras sus redondeadas y brillantes gafas perdida. Mi hermano Kerberus y yo nos sentábamos a ambos lados del sillón y lo observábamos. A la ama Bianca le producía gracia vernos a los tres tan quietos como si alguien nos estuviese pintando.
-Buenos días Yue. -Me saludaba con una sonrisa mientras se alejaba para correr las gruesas cortinas aportando así algo de necesaria luz a todo el dormitorio. -¿Qué tal sigue el Amo Clow? -Me preguntaba a continuación pues yo o Kerberus eramos los que pasábamos mayor tiempo con el Amo Clow. Todos temíamos que pudiese empeorar.
-Buenos días, ama Bianca. -Era mi respuesta pues con un sencillo encogimiento de hombros, le hacía saber que los acontecimientos apenas variaban.
-Buen niño. -Me halagaba ella ampliando su sonrisa manteniendo unos momentos su cabeza girada hacía donde yo estaba. -El Amo Symond dijo que se pasaría a ver al Amo Clow esta mañana. -Me informaba como si yo tuviese el mismo grado que mi amo y creador tenía, mientras yo me estirazaba y salía de la cama de un espesor más estándar.
Despertar a mi compañero y hermano siempre era una tarea más costosa pues se aferraba con todas sus fuerzas a su mantita gruñendo como el felino que era hasta que la ama Bianca entre soplidos, lo daba por tarea imposible. En general era igual de obediente y fiel que yo pero amaba demasiado dormir y siempre que podía apuraba ese agradable sueño matutino porque según él era el mejor, siendo su cuerpo iluminado y templado por los rayos del sol, tan necesario en una criatura cuya energía provenía principalmente del Astro solar. Claro que mi hermano Kerberus albergaba una mayor pasión por la comida pues él sí podía apreciar y degustar sus sabores y llenar su cuerpo de proteínas, grasas e hidratos. Yo era diferente y aunque comía para complacer principalmente al Amo Clow, que desarrollaría un gran manejo en la cocina, ni lo disfrutaba ni lo necesitaba. A ella recurría con frecuencia la ama Bianca y no os podéis creer cuan veloz reaccionaba.
-¡Comida! -Gritaba saliendo de la cesta de mimbre de un bote. -¿Dónde, dónde? -Exigía saber dando brincos con los ojos desorbitados y la lengua salivando excesiva saliva.
-Ven a la cocina y lo sabrás, bobo. -Le replicaba yo aguantando lo mejor posible el continuó roce del peine armado de finas púas por mi revuelto y claro cabello, del cual varios y sedosos mechones caían por mi frente como delicadas plumas.
La ropa que la ama Bianca había logrado ponerme era de un claro azul excepto la camisa y las medias de gruesa tela. Cuanto más me miraba, más aborrecía lo que veía pero suspirando me convencía de que era la clase de prendas que debía llevar. Sólo el Amo Clow consiguió que sonriese, sutilmente sonrojado, al dirigir un momento sus ojos azul celeste hacía mí y añadir a su formal, casi obligado, saludo, estas palabras:
-Sin duda, ese tipo de azul te favorece. Buena elección. -
-¿Lo ve? Al Amo Clow también le parece que está muy guapo. -Indicaba la ama Bianca con voz triunfal antes de conducirnos a Kerberus y a mí a la cocina para desayunar.
Recorriendo el pasillo de madera, mi hermano y compañero Kerberus no dejaría de quejarse, mirando de reojo mis ropas y luego observando su anaranjado y peludo cuerpo. Entre resoplidos y bruscos giros de cabeza, con sus gritos quebraba el silencio que nuestro creador tanto parecía desear. Sólo el lejano sonido de las puertas del gran salón al ser cerrada nos rememoraba que estábamos quebrando ese requisito. La ama Bianca era siempre la primera en girar la cabeza y soltar un largo y entristecido suspiro pues Kerberus, llevándose ambas patas a la boca, con sus dorados ojos bien abiertos, se obligaba a sí mismo a no emitir sonido alguno. Así sí era fácil que no discutiésemos ni nos comportásemos como dos salvajes. Lo que era bueno pero aburrido, muy aburrido. La ama Bianca, conocedora de ese hecho, tras suministrarnos el almuerzo que cada uno requeríamos solía tratar de disminuir nuestro tedio sugiriéndonos jugar con ella pero los juegos que nos proponía eran aún más aburridos hasta que encontró el gastado ajedrez que tenían los Reed. Retirando con gracia el plato de mediano tamaño apenas cubierto por leves migajas de pan y un vaso de cristal ligeramente teñido de blanco por la leche recíen bebida, colocaba frente a mí lo que parecía un antiguo tablero de ajedrez.
-¿Para qué es esto? -Sería lo que preguntaría la primera vez que fue extendido ante mí. Al principio creí que se trataría de otro mantel pero al colocar mis manos sobre él mi sorpresa crecería al notar que el material era rígido y solido pues la tele no suele poseer esas propiedades.
-¡Está duro! -Exclamaría Kerberus dandole algunos golpecitos con una de sus patas delanteras, puesto en pie a mí lado, apoyado sobre la lisa superficie de la mesa.
Tocándolo nuevamente, se echó a reír. Su larga y delgada cola danzaba como seña de que se encontraba animado. La ama Bianca nos observó divertida sentándose al otro lado de la mesa sosteniendo entre sus dedos la caja de madera en la que se encontraban las necesarias piezas a colocar de duplicados diseños y sólo pintadas de dos colores. Negro y blanco, a juego con los cuadrados en que estaba dividido el tablero. Aún habiendose perdido parte de sus cuidadosos detalles, me parecieron pequeñas esculturas de gran belleza. Como iba a ser obvio conociendo a mi hermano y compañero Kerberus, al poco de ir sacando y colocando frente a mí las piezas, la dorada bestia alargaría su pata para silenciosamente llevarselas a la boca. ¡Visto, no visto! Como solía decir el Amo Clow, pestañeando abrí la boca al ver un espacio vacio y dirigiendo mi cabeza velozmente hacía el anaranjado felino, las entreví sobresalientes en su boca. Ama Bianca se reiría meneando la cabeza. Al fin y al cabo era un animal y los animal tienen a llevarse objetos a la boca continuamente, sólo los bebes humanos actúan de manera parecida.
-Kerberus, escúpelas. Eso no se come. -Le reprendería poco despúes recobrando seriedad en su rostro de finos rasgos.
Mi hermano obedeció, alegando que la Ama Bianca debía tener razón o si no, no hubiesen tenido un sabor tan extraño. Ambas figuras fueron depositadas en la mesa todas envueltas en densas babas. Conteniendo la repulsión, las dejé junto a las demás para que así ama Bianca continuase explicándonos para qué fin eran utilizadas. Con certeza, ella tampoco parecía saber mucho de ajedrez pues sus explicaciones fueron bastante vagas o descuidadas.
-Veréis, se supone que el juego está planteado como una batalla entre dos ejercitos y cada pieza representa a un miembro de ese ejercito aunque... No sé gran cosa más allá de eso. -Nos expusó encogiéndose un poco de hombros con una sonrisa avergonzada.
-¿Un ejercito? ¿Eso? -Exclamaría Kerberus intentando señalar con uno de sus regordotes dedos a las piezas mientras yo me cruzaba de brazos sereno. -¡Eso no puede ser un ejercito! ¡Los ejercitos están formados por hombres como Symond o padre! -Añadiría tras lanzar o hacer una especie de pedorreta con la boca.
-¡Por eso he dicho que se supone! -Le replicaría la ama Bianca que se consideraba más cercana a la razón que nosotros dos. -Las piezas representan a los soldados. -Especificó aunque mi compañero y hermano peludo la miraba con los ojos entreabiertos, sin creer sus palabras.
-Los humanos no son así de... ¡Raros! -Le espetó incapaz de comprender aún lo que representar significaba.
-¡Ya lo sé! Pero como ya he dicho antes, las piezas representan a los soldados, es simbólico. -Se esforzaría vanamente la ama Bianca en hacérselo comprender al tozudo Kerberus. -Oye y si no te fías de mi palabra, ve y pregúnteselo al Amo Clow, estoy convencida de que él estará de acuerdo conmigo. -Sugirió resoplando al cabo de un intenso duelo de sies y noes.
-¿Podremos? -Fue lo que dije yo, callado hasta ese momento, arrugando la frente, con el corazón en un puño.
Ama Bianca asintió con una sonrisa de esas que te llenan de valor. Inspirando hondo, con la caja y el tablero entre mis manos, casi tan grande como yo pero por fortuna, plano, me disponía a adentrarme en el oscuro salón. Kerberus se quedaría esperando junto a las puertas de lisa madera.


(Clow Reed)


En la penumbra atisbé la pequeña y cautelosa figura de un niñito de plateados cabellos y ojos de un pálido tono azulado pararse ante mí. Era Yue, mi ángel debía desear algo de mí por lo que incorporándome me obligué a mí mismo a atender su silencioso y temeroso reclamo. Temoroso ya que en esos días todo, absolutamente todo me molestaba con una intensidad incrementada y sólo el silencio parecía serme grato. Silencio y tenue luz tras las gruesas personas sin descorrer. Arrugando la frente mientras limpiaba mis gafas para verlo mejor, esbozando una sonrisa que él de seguro percibiría frágil o eterea como mi bienestar, esperé a que claras palabras brotasen de sus prudentes labios de rosado tono.
-Padre, sería tan amable de aclararme una duda. -Pediría abriendo lo que supusé sería una caja de tamaño no muy grande realizada de madera mientras sostenía otro objeto entre sus cortas piernecitas. -Estas piezas representan soldados, ¿verdad? -Haría su pregunta al instante de lograr abrir la caja y sacar una de las múltiples piezas que en su interior había.
Mis ojos se humedecerían al previo momento de reconocer el gastado y pequeño objeto de madera pintada que sus deditos sostenian. ¡Era una de las piezas del ajedrez de mi padre! Apretando los labios me esforcé por contener las lagrimas y el llanto que les seguiría lo que provocó que de mi boca se escapase un lastimero ruido que bien podía recordar a un gemido. Haciendo otro esfuerzo por responder sin llorar ante Yue, llevándome la mano izquierda al pecho, tragando saliva, asentí y alcancé a decir con los ojos cerrados:
-Justamente la que has sacado correspondería al Rey, el cual lidera el ejercito por lo que es la pieza más valiosa de todas. -
A mi pequeño guardián la información pareció asombrarle a la par que agradarle pues pronto me mostraría otra pieza, deseoso de saber a qué clase de soldado correspondería. Poco a poco estabilizando ese arrebato, concentrandome en recordar y exponer las funciones de cada pieza, Yue conoció sin necesidad de repetirselo, las primeras nociones necesarias para jugar a tan apasionante juego.
-Y... ¿Sabías que el peón al llegar hasta el último tramo enemigo puede convertirse en reina? -Una animada e inconfundible voz masculina incluyó a mi información referente a la última pieza diferente en ser sacada.
Al apartar mis ojos de Yue, vería al petulante dueño de la voz. ¡Como no! Symond Windson había irrumpido en mi salón como si fuese el suyo, con las consecuencias de que no tardaría en iluminar mi tenebroso santuario entre exclamaciones. En aquellos momentos era lo más similar a una madre que tenía. No se sentó hasta haber descorrido todas las cortinas mientras Yue le miraba desconcertado y yo bastante irritado. Acoplado en otro sillón cercano al que había hecho mio, con una bribona sonrisa en su rostro ligeramente pecoso y adornado por una anaranjada barba que brillaba rubia gracias a la luz solar no muy espesa, suspiró y dijo:
-Así se está mejor. Me gusta ver al hombre con quien voy a conversar. -
No conseguí disimular mi fastidió y Symond lo vió claramente cuando torcí el gesto drásticamente ya que arqueando una ceja y subiendo una pierna encima de la otra, sentenció hundiendo sus ojos color miel sobre mí, posicionando sus brazos y manos a lo largo de los reposabrazos del sillón de agradable tela rojiza:
-Veo que apenas han habido mejoras desde la última vez que vine. -Su tono de voz continuaba mostrando preocupación pero la suavizaba con maestría sosteniendo una actitud desenfadada. Acariciando la tela con la punta de sus dedos enguantados y revolviendose ligeramente, añadió. -Sin embargo, tu magia parece haberse estabilizado. -Haciendo una breve pausa, me dedicó una dulce sonrisa, aún continuando con su frente arrugada. -Eso es lo que más importa ahora pues lamento recordarte que tenemos un asunto por terminar. -
Tragué saliva al recordar a la siniestra criatura que sería conocida como Sombra y entrelazando mis dedos repliqué:
-Hablamos de Sombra. -
-Así es Clow, celebro que lo recuerdes. -Sería la confirmación que Symond me daría. Su timbre de voz se tornaría algo sombrío, posiblemente porque él estaba más al loro de los actos cometidos por la fugitiva criatura mágica. -Debes atraparla antes de que recupere todo el poder que Luz logró disminuirle. -Me recomendó tajante.
No hizo falta que dijese nada más pues tanto él como yo mismo, sabíamos lo que ocurriría cuando alcanzanse todo su poder. Se las ingeniaría para dar conmigo nuevamente para acabar conmigo. Lanzándole una mirada que pretendía estar llena de determinación, lance la pregunta que Symond ya se habría podido suponer:
-Bien, ¿y cuando consideras correcto que lo haga? -
El muy sinverguenza rompería a reír y apoyando parte de su rostro contra su puño izquierdo, respondió alzando ambas cejas:
-¿Tú qué crees? Está noche, reúnete conmigo a las afueras de la ciudad, sin falta. -


(Yue)


Siendo capaz de percibir como mio el desasosiego que tras su aparente tranquilidad empezó a poseer al Amo Clow, dejando la caja con todas las piezas y el tablero en la mesa, le rogué acompañarle. ¡Kerberus y yo eramos sus guardianes! Ya no habría quien nos quitase esa idea de nuestras cabecitas pues habíamos comprobado recientemente lo mucho que nos necesitaba, a pesar de que él no se diese tanta cuenta. Su negativa fue contundente.
-¡No! -Gritaría sobresaltándome al golpear con intensidad uno de los reposabrazos.
-Pero... -Traté de convencerle sin embargo Symond meneando su cabeza me indicaría que en esas circunstancias no era buena idea.
Apretando los puños y arrugando la frente, callaría al instante de haber posado mis ojos sobre el mago pelirrojo. No era recomendable enfurecerlo en tan delicado estado me recordaría antes de salir del salón, colocando sus manos cubiertas por la suave tela de sus elegantes guantes color pardo. Ejercí mayor presión en mis puños, tanta que llegaron a dolerme las manos al rato siguiente. Como deseé que esas manos fuesen las de mi amo y creador. El inquieto Kerberus, en cambio, se dejó acariciar juguetón, lamiéndole cada vez que sus manos pasaban cerca de su boca. Cada vez que el preocupado león de dorado pelaje le preguntaba por el Amo Clow, el mago solía responderle lo mismo:
-Nuestro Clow sólo necesita tiempo. Seguid cuidando de él. -
Misión que cada vez nos costaba más de realizar. Eramos niños, niños que comenzaban a cansarse de obrar el papel de silenciosos y colaboradores cuidadores más mi hermano Kerberus llevandose una mano a su peludo y revuelto pecho con voz solemne prometía ejercer esa misión hasta el final pero pequeñas lagrimas estropeaban la digna imagen que deseaba mostrar. Symond que también notaba sus fuerzas flaquear lo abrazaba provocando que el arrogante felino se disgustará.
-¡Súeltame! -Rugía entre sollozos. -¡Estoy bien! -
Pero no lo estaba. Ni él ni Ama Bianca ni yo. Todos, por mucho que nos esforzasemos en continuar nuestro día a día nos era muy difícil. Nuestro temor a perder a nuestro amo y creador o que ya nunca más nos demostrase como antes hacía apreció seguía en nuestros corazones como un trozo de astilla caido al sacarla. Me convencí más y más de ello al ver a mi hermano, el fuerte y despreocupado Kerberus, echarse a llorar de manera así de desmorizadora. Kerberus no era de esos que se ponen a llorar con poco y por eso me llamaba la atención verlo tan destrozado como yo. En el transcurso del día, como a la hora de comer, sentados cada uno en nuestro lugar correspondiente excepto Kerberus, para su perceptible enojo, nadie decía palabra lo que convertía la comida en un acto bastante funebre. Los ojos de cada uno se cruzaban fugaces pero en ninguno se podría encontrar señal de dicha. Eramos como dos extraños que se limitaban a masticar y tragar llenandose así ese vacío del traqueteo de los plateados cubiertos al rozar brevemente los platos. Si no hubiese sido por alguna intentona por parte de la ama Bianca, ningún presente se hubiese dignado a abrir la boca ni para soltar un mal chiste.
-Amo Clow, apenas ha degustado la carne. ¿No era de su agrado? -Querría saber un pelín temerosa la ama Bianca al ir a recoger los platos correspondientes a la segunda parte de la comida, anterior a los postres que tanto adoraba Kerberus. Éste apoyaría su rostro sutilmente girado hacía ella y respondería tras un suspiro:
-Claro que lo era más me temo que era una porción excesiva para mí. -
Aquello nos dejó bastante perplejos ya que el Amo Clow y Symond eran los hombres con mejor estomago que conocíamos pero a lo mejor eso era debido a que siempre andaban gastando mucha energía y necesitaban un buen alimento. A menudo le comentaban a Kerberus que poseía el hambre de ambos multiplicado.
-Si Ud lo dice. -Musitaría ella encogiéndose de hombros con los platos sostenidos entre sus manos antes de irse. No deseaba contradecir a su señor pues eso sería una grave falta como sirvienta que era pero sentía que era extraño y que comentarselo hubiese sido más correcto.
-¡Jo! -Exclamaría el tragón de Kerberus corriendo hacía la mesa, cubierta por un mantel de claro color a juego con la servilletas de tela, para comunicar su egoista idea. -¡Me lo podía haber comido yo! -
El amo Clow sencillamente alzó ambas cejas igual de negras que sus cabellos pero no dijo nada. Suspirante abandonaría su puesto en la cocina provocando que Kerberus, manteniendose en pie lo mejor posible, y yo nos devolviesemos miradas entristecidas. Antes el amo Clow hubiese reido y bromeado con Kerberus pero todo lo que nos otorgaba era silencio. Recorriendo el que se había convertido en nuestro dormitorio resoplando mi hermano y compañero no cesaría de exponer su frustración una vez más como si con decir todo lo que le pasaba por la cabeza fuese a servir de algo. La ama Bianca le había aconsejado no darle demasiadas vueltas a la situación preocupada por él. Hinchando sus carrillos cual niño humano entrecerrando los ojos, detenía su paseo sin rumbo al entreverla pararse con las manos cerradas apoyadas sobre sus caderas y alzando una ceja bajo su liso y alineado flequillo azabache le miraba reprochante.
-Kerberus, ¿cuántas veces he de decirle que no haga eso? -Le preguntó con voz que pretendía ser autoritaria pero que a causa de la angustía se quebraba fácilmente. -No es bueno para Ud. -
-¡Ya lo sé! -Bociferó él agachando con violencia la cabeza. -Pero no puedo dejar de hacerlo. -Reconoció ligeramente avergonzado después de moverla como si tratase de espantar alguna pesada mosca de ella o como hacía cada vez que se mojaba.
La ama Bianca caminaría hacía él y puesta de rodillas ante él, arrugando la frente y tomando una de sus patas delenteras, le dijo con voz temblorosa:
-Es comprensible, tesoro, pero ese no es el modo de llevar esto. -Le recordaría pues a veces se te podía olvidar o el desasosiego de tu corazón te impulsaba a actuar así. -Yo sé que eres muy fuerte, demuestra que esa fuerza no sólo es fisíca. -
Mi hermano Kerberus, el león dorado, la bestia guardiana lanzaría una mirada de resignación arrugando la frente y por primera vez en su vida, titubeante diría:
-No lo soy tanto... -Soltando la mano de la ama Bianca y retrocediendo agregaría, en voz bajita. -Me gusta hacer pensar a la gente que lo soy, especialmente a Yue. -Y se encaminaría hacía su cestita para quedarse dentro de ella, panza arriba totalmente arrepentido de haber confesado algo así.
La ama Bianca dirigió entonces sus ojos color aguamarina hacía mí y mostrándome la sonrisa más tierna me plantearía con voz cariñosa probar a realizar alguna actividad que nos distrajese a ambos. Posicionándose a mi lado, desmesuradamente cerca, compitiría conmigo a la hora de plasmar animales u objetos en blancos papeles extendidos en el suelo delante de nosotros. Tuve que admitir que me pareció atrayente la manera en que ella realizaba cada animal. Consciente de que mis ojos no se despegaban de ella, sutilmente ruborizada pues no se consideraba muy talentosa, procuraba no desconcentrarse pensando tan sólo en el animal a dibujar. Sonreía de cuando en cuando al verme por el rabillo del ojo así de pendiente, sujetando mi trozo de oscuro carboncillo entre mis agrisados dedos. Sin embargo el Amo Clow lo hacía mejor que ella y así se lo repetía de vez en cuando. Parándose sin avisar, me miraba abriendo exageradamente la boca y al cerrarla para comenzar a hablar sosteniendo una ceja levantada decía:
-¿Está seguro? Veamos pues que tal se le da a Ud. ¡Si me supera, obligaremos al Amo Clow a que le haga un dibujo como premio! -
Al instante de oír semejante ocurrencia, me sonrojé empezando a balbucear agarrando con mayor intensidad el carboncillo de cuadrada forma. Por mucho que me esforzase sabía que nuestro amo y creador no estaría de humor para hacer algo así aunque lo que le tenía ocupado tampoco fuese una gran tarea. Ella me lanzaría una pícara mirada y exclamaría acallando mis balbuceantes dudas:
-¡Sólo si me superas! -
Era grande el pavor que me provocaba que el Amo Clow se disgustase conmigo pero eran mucho más grandes las ganas de verlo aún usando excusas tan estúpidas por lo que respiré hondo y sujetando con mi mano izquierda el blanco y ligero papel, procedí a dibujar con toda mi ilusión y gracia el animal que la gente siempre solía considerar como más bello. Notar a la sorprendida ama Bianca encima mio conteniendo el aliento fue como una prueba de esas que decía Clow Dios pone para comprobar si eres paciente o no pues me resultaba realmente desagradable su sutil roce de telas azul oscuro y además su respiración era para mí como el zumbido de un mosquito. Algo que me tensó bastante hasta que finalicé mi intento. Al inesperado abrazo que me dió, no conseguí mentalizarme y cerrando los puños ejercería presión para acabar apartado de ella al caer de medio lado al suelo. Cubriéndose la boca con las manos, a pocos centímetros de mí querría saber si estaba bien. ¡Y lo estaba! Quizás se me haría un chichón pero nada más. Me incorporé y pusé en pie sólo cuidadoso de no romper los dibujos y esperaría a que ella también se pusiese en marcha. Estoy seguro de que Kerberus había visto la escena pero tampoco encontraba fuerzas o ganas para regañarme como en otras ocasiones. Dormir era la actividad a la que más se aferraba.
-Es lo único de lo que me gusta que puedo hacer sin molestar a nadie. -Argumentaba preparando una posición confortable.
La ama Bianca abrería la puerta con cautela ya que el Amo Clow podía estar traspuesto. En silencio, paso a paso, nos iríamos moviendo por el oscuro salón hasta que yo quedase a pocos pasos del Amo Clow. No dormía pues al instante se sentaría de una manera más apropiada colocando su espalda bien recta sobre el respaldo y subiendo una pierna sobre la otra con esa elegancia que tanto me maravillaba mientras apoyaba sutilmente su rostro sobre el dorso ligeramente doblado de su mano izquierda pero su sonrisa no era como las de antes y sus ojos emitían una luz difusa. Esos pequeños detalles me ponían un poco triste porque presentía como nuestro amo y creador nunca llegaría a ser el mismo del todo.
-Ten padre, son para Ud. La ama Bianca y yo los hemos hecho y yo deseo regalárselos. -Logré decirle con voz un poco entrecortada gracias al corte que me venía. Una sensación que se apoderaba de uno y lo hacía bastante torpe.
Tomando mi dibujo y el de la ama Bianca observaría en silencio cada uno.
-Ambos están bastante bien. -Comentaría al cabo de un insoportable momento. -Pero no merezco algo tan bonito, mi ángel. -
Sus palabras y como fueron pronunciadas me partieron el corazón. Bufando por la nariz intenté que la congoja se materializase en millones de lagrimas. Pasando mis azulados ojos de los papeles a su rostro, traté de pedirle un motivo para rechazar mi esmerado dibujo. Su respuesta fue más desgarradora, si eso era posible. Él sentía que no merecía nada bueno o hermoso aunque se lo diesemos personas muy apreciadas como si fuese un monstruo o una persona despreciable. ¡Él no era despreciable! Quisé decírselo pero la desazón me lo haría complicado por lo que así quedó la cosa pero para posterior sorpresa algo en su mente debió de nacer, algo que le ayudó a atrapar a la sombra que le perturbaba.


(Clow Reed)


Como Symond me señaló behemente, cuando el sol empezaba a descender del cielo como un cansado rey que desocupa su trono para dar paso a la luna o simplemente a la noche, tapiz azul marino que se torna negro a medida que el tiempo trascurre, salí de mi hogar para concluir ese asuntillo pendiente. Lo que Symond me habría ido trasmitiendo a lo largo del trayecto me pondría los pelos de punta sin embargo al principio no me causó tanta alarma ya que ese ser sólo robaba sombras pero el golpe en la cabeza que mi buen amigo y resabiado mago me dió antes de soltarme un buen rapapolvo me ayudó a tomarmelo más seriamente.
-¡Quieres hacer el favor de darle la gravedad que el asunto requiere! -Gritaría agitando a continuación la cabeza recíen golpeado yo, un paso delante mio. Su corto cabello parecía castaño en vez de anaranjado, como en verdad era, gracias a la oscuridad de la noche. -Mira, esa cosa hará lo que sea para matarte, ¿quieres que lo consiga? -Me cuestionó tras un profundo suspiro.
-No... -Respondí apartando la mirada. Symond notó mi indecisición y agitándome rabioso insistió:
-¡En serio, Clow! ¿Quieres morir de manera tan patetica? Sin pelear si quiera por tu vida. -
Luego soltándome se alejaría para tantear el terreno colocando una mano sobre su ancha y arrugada frente. Consiguió que me sintiese más miserable de lo que ya me sentía pues él rezumaba vitalidad y deseos de vivir y yo, yo era una sombra de lo que había sido. Frunciendo los labios aguanté lo mejor posible todo lo que me soltaba. Estaría cansado de esperar una recuperación, un resurgir del antiguo Clow, como todos mis seres queridos vivos. Sentándose en el suelo repleto de barro y piedras de variados tamaños y formas menearía la cabeza, alzada ésta hacía el cielo de infinito negro y rascándose la nariz me indicaría imitarle. Sonriente, como si no hubiese habido ningún problema entre nosotros, sacaría una botella de cristal de algún bolsillo interno cuyo tamaño no era ni muy grande ni demasiado pequeño y abriéndola exclamaría:
-¡A la mierda! Estoy seguro que en cuento atrapemos a esa cosa, todo se arreglará. -
El trago que le pegó fue enorme hasta caer de espaldas al suelo con una amplía sonrisa. No tenía intención de reírme pero ¡Caramba! Era un bufón extraordinario, levándome, ligeramente inclinado caminé hacía él en busca de una confirmación de que el golpe no había sido muy dañino. Justo cuando estaba ante él nuestro adversario nos sorprendió. Symond pestañeó y de inmediato se incorporó girando la cabeza hacía la tenebrosa figura parada entre los árboles. Escudriñé mis ojos ya que era muy difícil distinguirla en una zona tan oscura del bosque. alargando lo que parecían sus invisibles brazos bajo las ropas de tenebroso color que la cubrían avanzó hasta nosotros como deseosa también de dar fin a lo que nos había reunido. Mi amigo y ágil mago se alejaría de ella casi de un salto prodigioso hacía atrás, veloz como si el contacto con ese ser surgido de la oscuridad pudiese hacerle desvanecer. Por sus movimientos dedujé que sólo uno de nosotros dos le interesaba realmente y Symond no era ese afortunado. Manteniendo todo el momento la distancia lo contemplaba sutilmente extrañado. ¿De verdad había creado yo una criatura mágica así? Aquello me perturbaba y creo que ella lo sabía ya que parecía ladear un poco su cabeza toda cubierta por una capucha que no permitía entrever ni sus ojos, si es que tenía ojos. Symond, mucho más tenso que yo, me dirigía una mirada de perplejidad mientras mantenía sus manos listas para crear cualquier ataque que nos fuese útil.
...Esperaba más... De tu parte... Será una muerte sencilla pues...
Una inusual voz me sobresaltaría, fina pero escalofriante, cuyo dueño no reconocí pero pudé figurarme que sería un anuncio curioso por parte de la sombra de que se había cansado de mi inactividad ya que al instante siguiente una especie de agudísimo chillido sería emitido mientras ella o sus telas se abrían y extendian a los lados como dos puertas que dan paso a una espesa negrura que iría creciendo al ir llegando un sin fín de sombras sobrevolando esa zona del bosque, rozandonos. Lo bueno era que conocía la única energía a usar contra ella, lo malo era que en plena noche convocar a Luz sería muy llamativo pues en toda esa sección del bosque la luz que saldría sería tan potente que daría la impresión de haberse hecho de día antes de tiempo. El chillido se intensificó y esa oscuridad procedería a arrastrarnos hacía ella. ¡La sensación de que grandes tentaculos helados nos aprisionaban fue lo peor! Más, concentrandome en materializar mi dorado y solido bacúlo y tomandolo como único soporte agarrandolo con ambas manos, cerrando los ojos y apretando los dientes con violencia continué buscando ese punto de luz que nos pudiese ayudar a vencerla pero sin traer a una muchedumbre de ciudadanos y pueblerinos deseosos de condenarnos nuevamente. Entreabriendo un poco mis azulados ojos tras mis gafas en la punta de mi nariz, vería unas cuantas luciernagas rodearnos logrando así cortar los oscuros tramos que nos estaban envolviendo a fin de llevarnos hacía el interior del enemigo. Symond las debía de haber llamado pues no cesaba de gritar palabras incomprensibles hasta que su voz se quebró y las luminosas criaturas se dispersaron. A mí, sinceramente, vivir o morir en aquel momento no me importaba mucho pero ser tragado por esa cosa no era la muerte que tenía pensada y menos si conllevaba traer un acompañante que no la merecía por lo que grité:
-¡Bella dama luminosa, obedece a tu amo y haz caer sobre nosotros una lluvia de puntitos de luz! -
Mi bacúlo, ganando brillo y calor, pronto reprodujo la figura de diversas esferas luminosas que caerían y rebotarían como regordotas hadas empequeñeciendo a nuestro adversario cuyo chillido se volverían mostruosos quejidos o gemidos de dolor o espanto.
-¡Ahora, bella dama luminosa, obedece a tu amo una vez más y ayudale a reunir esos puntos de luz en uno solo! -Pediría a la servicial y mansa representante de la luz, cuya carta habría desaparecido aunque ella no apareció un breve instante hasta concluir el combate.
Las bolas de luz se juntaron dando lugar a una bola de tamaño mediano que iluminó la distancia que nos separaba de Sombra. Entre jadeos observé como algo en su interior parecía querer tocarla antes de desmayarme pero sostenido por Symond, conseguí abrir una vez más los ojos y formular el hechizo que las sellaría a ambas criaturas mágicas.


"Criatura surgida de la magía,
transfiere tu poder y tu forma a esta carta,
como tu único Amo te lo ordeno"



Y ayudado por Symond, quien sacó dos de las cartas sin figura que componían mi inconclusa baraja, golpeando el dorado bacúlo ambas criaturas mágicas quedaron definitivamente selladas. Para cuando abrí los ojos, de vuelta al mundo de los conscientes, la bellísima Luz y su hermana, fuerza opuesta, Oscuridad junto a Symond se encontraban repartidos a lo largo de la ancha y confortable cama en la que descansé largo tiempo pues entre los tres habían ingeniado un modo de que no volviese a pasar aquello, mediante la creación de otra carta que pudiese nivelar ambas energias aún cayendo yo enfermo de la manera en que lo estaba. Esa carta fue llamada Balanza ya que además de tener unos principios similares a ese objeto, siempre aparecía como ese objeto.


PD: Perdón si está un poco bastante mazacote ... Soy vaga para ir separando otra vez los diálogos del resto de párrafos ^^U

The black king and The little Star ;3

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NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Yo recomiendo leer primero Bright Star pero como está en inglés, haré una parte introductoria obligatoria porque sé que el inglés no es fácil y porque soy así de maja XDD
Narrada en tercera persona como la anterior (aunque quizás alguna parte extra esté de otra forma XD)
Los personajes de CLAMP que voy a utilizar son creación exclusiva de CLAMP ^^ Lo único mio es la loca idea y la reinterpretación que puedan sufrir XDDD
AVISO! Contenido en más de una ocasión fuerte
AVISO! ¿Yuuko trabajando en la tienda con Fei Wang Reed? ¡Qué Dios nos pille confesados! XDDD



PRELUDIO O sea, historia que quizás valga y cuelgue en FF.Net con la historia principal o idea liviana escrita...


FanFic CLAMP
The black king and The little star

-Sólo te pedí a cambio de tanta amabilidad una cosa. -Sentenció un alto y robusto hombre ataviado en oscuras túnicas sobre un elegante traje oriental de igual color. Sólo los puños y los bordes del cuello de la primera prenda poseían otro color siendo de fuerte resplandor dorado. Dandose la vuelta para colocar sus penetrantes ojos almendrados sobre su acompañante añadió. -¿Acaso lo cumpliste? -

-No... -Admitió con amargura la estilizada y hermosa dama cuyo negro traje se adaptaba con gracia a su curvilinea figura.

-En ese caso, no te entrometas, Yuuko. -Fue advertida por el determinado mago.

Si la vida se iba trazando a base de decisiones y una de esas decisiones ya no tenían vuelta a atrás, ¿Por qué tanto empeño en regresar a ese momento? Era más, ¿qué sentido tenía contrair el deseo de esa persona para complacer el de otra? Sí, pensaba la bruja de oscuros y largos cabellos observando en silencio al mago, ella estaba viva por deseo del mago más poderoso del mundo y el coste cada día crecía y crecía tornandose en ella como una espina que se adentraba más y más en su alma sin embargo encontraba fuerzas para continuar cada vez que llegaba a su mente la visión de un joven de negros cabellos, encantadora sonrisa y gafas redondeadas jugando con una preciosa niñita de laceos cabellos color nuez y sonrisa iluminadora. Ellos eran todo lo que quedaba de él. La sonrisa de la bruja entonces temblaba, a punto de derrumbarse, ¿qué sería de ellos si Fei Wang Reed lo descubría?

XOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOXOX

En la mansión renombrada Avalon adoptando el apellido de su nuevo dueño, se respiraba un ambiente tranquilo y feliz. La poderosa maestra y ama de las cartas que hiciese años fuesen creadas por el mitíco mago Clow Reed no quitaba ojo a su tesoro más preciado mientras sus únicas amigas sentadas junto a ella charlaban y disfrutaban de los aperitivos especialmente realizados para la ocasión y una taza de té al rededor de una redondeada mesa cubierta por un blanco y largo tapete. Sutiles suspiros surgían de cuando en cuando de sus labios de intenso rosa a juego con el color de su ceñido traje oriental.

-Ying Hua, ¿Te encuentras bien? -Querría saber una de ellas, aquella que poseía una larga caballera negra que contrastaba con la palidez de su piel al percatarse de la nula interacción de la señorita Avalon.

Ésta lanzaría otro suspiro, algo más largo que los demás y diría:
-Se acercan tiempos oscuros... -

Lo que produjó que Kassandra, la dama de fuerte tono castaño rojizo dejase de sonreir pues su amado mago solía emplear palabras parecidas, demasiado paracidas cada vez que advertía o veía venir peligro. Lanzando sus ojos hacía aquellos jovenes que corrían tras un peludo y gran león anaranjado y arrugando la frente se vió obligada a preguntarle:
-¿Y de qué peligro se trata? Ying Hua. -

Su voz tembló al igual que temblaría la de la señorita Avalon al pronunciar el nombre de aquel que osaría hacerles daños cegado por una ilusión vana y obsesionado por cumplir un deseo desequilibrado.

-Fei Wang Reed. - Dijo y por un momento sus bellos ojos color aguamarina se enturbaron.

No muy lejos de esa zona, la pequeña Sakura cesó bruscamente su correr sin sentido pues algo muy intenso la estaba poseyendo, algo que quizás había experimentado otras veces pero nunca de tal grado, haciendo que perdiese por completo todo el contacto con el mundo.

"Princesa Sakura, ¿me ayudarás a encontrarme con mi hermano?"

-¿Qué? -Atinaría a preguntar tras pestañear varias veces logrando al último pestañeo que todo fuese claro y normal de nuevo.

-Sakura, ¿Estás bien? -Repitió Eriol arrugando aún más su ancha frente, apenas cubierta por algunos mechones negros a los lados. -Pareció darte un ataque muy fuerte... De algo. -Le informó mientras le ofrecía una mano para que se incorporará poco a poco.

La niña le miraría extrañada pero asintió a fin de suavizar la fea expresión de preocupación del muchacho. Cargándola en su amplía espalda, ambos jovenes irían de inmediato hacía sus sabias madres. Eriol demandaba conocer el motivo del extraño ataque que acababa de sufrir la pequeña Sakura. 
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